"A quien madruga un buen café le ayuda"
(Anónimo)
(...)
Solo se escuchan llantos por toda la casa, como ladren los perros desesperados por el ruido de las alarmas de los carros, como gritan mis tías desesperadas pidiendo ayuda, como suena la contestadora del hospital porque nadie atiende, mientras yo estoy parada ahí viendo como convulsiona y sale de su boca espuma, como sus ojos se ponen en blanco y su respiración se acelera.
Estoy aterrorizada y decepciona al mismo tiempo, mi corazón late con fuerza y las lágrimas recorren mis mejillas juntándose con el sudor que baja desde mi frente, mis brazos cruzados en mi abdomen sosteniendo el pesado dolor que siento en él y mis pantalones cubiertos de tierra.
El ruido de personas corriendo, desesperadas, hablando, gritando, llorando hacen que mi mente no pueda pensar y mi cuerpo no pueda moverse solo permanezco en un estado de shock.
Esto no está pasando
Alguien que me despierte de esta pesadilla
¡Por favor!
Es lo único que pasa por mi mente ahora
Lo siento tanto, pude hacer más cosas por ti y mírame solo estoy aquí parada sin saber que hacer
Lo siento tanto, Abuelo
(...)
Eloise Adams
30, Julio, 2020
— ¿Que sabes tú de Café? Si no te enseñaron como a mí — suspiro al oír las palabras de Kelly, mi prima — Como lo hacía mi abuelito.
— Eres desagradable, primita
— No más que tú, primita linda
— Te hubieras quedado en tu casita de juguete
Me mata los ojos bonitos que tiene y desaparece por la puerta de la cocina, no todos se quieren aquí, no te creas el cuento de la familia feliz que se aman unos a otros
— Tú eres desagradable pero esa niñita te gana — me dice Franchesca poniéndose su delantal. La ig6noro y salgo de la cocina obstinada.
Ya son casi las 10 a.m. ya la mayoría ha llegado solo faltan algunos. A fuera de la casa veo que los trabajadores están haciendo su labor con la siembra, por otro lado mi tía Katy está sentada con mis abuelos en la mesa gigante que está cerca de la siembra junto a ellos mis padres. Los gemelos aún no bajan y mi prima Kelly debe andar por ahí
— Bueno días, Eloise — cuando volteo a ver quién es, me enfrento a semejante hombre, es Marc. Se ve tan bien como esta vestido.
— Buenos días, Marc
— Ya recuerdas mi nombre
— Nunca lo olvidé — le digo con cara de picardía y solo sonríe — ¿Sucede algo?
— No, todo anda bien — eso es lo que quería escuchar
Solo me quedo mirando al cobertizo
— ¿Tienes sospechas sobre alguno? — me pregunta.
— ¿Por qué te diría eso?
— Tal vez puedo ayudarte
— No puedes
— ¿Por qué no?
— ¿Y si tal vez sospecho de ti?
— Solo tengo aquí poco tiempo, no puede ser un sospechoso ¡No le hago daño ni a una mosca!
— No puedo estar segura de eso
— Amo los animales
— Entonces, ¿Por qué sembrar café? Si puedes estar cuidando vacas, caballos que sé yo..
— Yo...
— Puedo sospechar de ti — cruzo las manos sobre mi pecho — Así que no, no puedes ayudarme en algo que no te conviene.
— Yo no...
— Regrese a su trabajo, por favor
— Como ordene, señorita — y se retira, no puedo confiar en él en un trabajador que apenas llega.
— ¿Que hacia ese hombre hablando contigo? — me sorprende la voz de Mario detrás de mi
Veo a Marc voltear para verme
— Me asustaste — le digo.
—Te hice una pregunta
— Solo me informaba de algunas cosas
— No soy idiota, veo cómo te mira
— ¿Tienes algo con ese hombre? Recuerda tu lugar y recuerda cual es el lugar de él — solo me quedó callada escuchándolo mientras camina y se para a mi lado — No deberías estar hablando con ninguno de ellos, solo con el capatas de ellos.
— Pero mi abuelo... — hablo para manifestarme, no es mi padre no puede decirme que hacer.
— ¡Mi abuelo nada! Ya te lo dije recuerda cuál es tu lugar Eloise — camina para irse y dejarme con la palabra en la boca.
¿Marc me mira diferente? Eso no es cierto, soy su jefa no puede verme diferente.
(...)
1 hora después mi tío Matteo llegó con su familia, mi tía Elis nada que aparece y a mis primos no parece importarles eso.
— Estas muy grande y hermosa — me dice mi tío dándome un abrazo cálido.
— Gracias, tío
— Mírate quien iba pensar que hasta sería parte del negocio familiar
— Tío...
— Iré a saludar a tu padre.
Mi tío siempre dudaba de mí pero ahora está más sorprendido que yo.
Subo a mi habitación para poner a cargar mi celular, al llegar lo conecto en un enchufe que está a lado de la mesita de noche y lo dejo ahí. Me asomo por mi ventana cuando miro abajo ahí está Marc, nota que estoy aquí y alza su mirada hacía mí.Una mirada seria, como si estuviera molesto o no le contestará verme, desvió la mirada hacia los demás cuando vuelvo a mirarlo, ya no me mira pero me doy cuenta de algo.
Botas de cuero.
— ¡Botas!
Marc lleva botas de cuero y los otro trabajadores no
¿Qué ocultas Marc?
Debo buscar a Mario, cuando llego al porche principal de la casa está ahí afuera sentado en las escaleras de la entrada con Kelly y Marcos.
— Eres un niñito llorón — dice Kelly y los tres se ríen — Hola prima, ven ¡Únete! — dice mirándome. Les paso por un lado y veo que cada uno tiene una cerveza en la mano.
— Ebrios tan temprano
— No seas aguafiestas, Eloise, solo brindamos que estamos juntos otra vez — dice Marcos y me pasa una cerveza
— No quiero, gracias
— Ella no cambia, no ven se cree la jefa — dice Kelly
— ¡Tómate una! Ven — me dice Mario palpando el lado vacío a su lado
— Bueno pero luego vamos almorzar, ya nos deben estar esperando — les digo sentándome al lado de ellos
Casi media hora después, estamos ahí riendo y pasándola bien olvidándome a que fue que vine y olvidando el almuerzo familiar, debemos llevar como cuatros cervezas mas
— ¿Qué les pasa? — la voz de Raquel, mi prima, la hija de mi tío Matteo se acerca por un lado de la casa — Ya vamos a comer, si mi abuelo los ve ahí los va a insultar por tomar a esta hora
— Ya vamos, relájate niñita — le dice Marcos
— Que tenga 17 no significa que sea una niña
— Lo sigues siendo, Raquelita linda — le dice Kelly
— Ya déjenla ¡Vamos! — me levanto casi mareada.
Todos se levantan y caminamos juntos a la mesa.
— Deja las botellas ahí — le digo a Mario, señalando el carro de mi tío Matteo. Todos esperamos a Mario y luego seguimos todos juntos detrás de Raquel que tiene un genio de la madre.
Terminamos de almorzar, fue largo y cansador hablar que todo lo que hemos hecho cada uno durante un año sin vernos pero mi abuelo está feliz y eso es lo que importa. Cada uno se retiró a sus habitaciones para descansar y yo me fui a caminar con los muchachos.
Luego de comer decidimos ir a una casita que está un poco retirada de donde estamos, es una casita que mi abuelo no usa y que usamos solo nosotros cuando venimos aquí con nosotros va Kelly, Marcos, Mario y Matías.
Matías es hermano de Raquel, ella no quiso venir y no sé por qué.
— Debo decirte algo — le digo a Mario que está a mi lado mientras caminamos, vamos de último
— ¿Que sucede? — me pregunta, los demás siguen caminado y riéndose.
— Creo que se quién es…
— ¿Quién es que?
— El hombre
— ¿Qué hombre? — se ríe, creo que alcohol no deja que entienda o es un idiota por no captar rápido
— El que vimos anoche — le susurro en el oído para que los demás no escuchen, pero se queda sin habla — Es Marc — le vuelvo a susurrar
— ¿Quién es ese?
— El trabajador sexy — ¡Santo cielos! Que le acabo de decir a mi primo, no lo piensa dos veces para detenerse y me mira tratado de entender lo que dije
— ¿Que acabas de decir Eloise?
— No lo sé, solo estoy algo ida
— No son las cervezas, son tus hormonas, niñita
— Yo...
— Que ese tipo no se te acerqué o lo mato
— Entonces si sabes de quien habló — no dice nada — Creo que era él.
— ¡Chicos miren! — nos interrumpe Kelly y Mario sale caminando dejándome detrás sola, luego de un rato de llegar, lo muchachos están bailando y riendo. Yo me levanto y salgo de la casa.
Casi dos o tres horas despues
¡No aguanto mi cabeza! Ya deben ser como las 6 de la tarde y decido irme de regreso a la granja dejándolo a ellos ahí. De camino, ya llegando a la casa, ya en la entrada lo primero que noto es que mi tía Elis llegó, la mama de los gemelos. Mi tío y Elisa están bajando las maletas pero mi tía no la veo ¿Dónde está?
La busco con la mirada y cuando logro encontrarla esta debajo de un árbol hablando con Marc casi cerca de donde estoy yo.
¿Qué hace Marc hablando con mi tía?. Trato de acercarme sin hacer ruido
— El plan va funcionar no te preocupes, cariño — le dice a Marc.
¿Qué plan?
— Señora, es muy peligroso hay mucha gente — suspira.
— No te preocupes, lo harás bien
— Yo ya no quiero hacerlo
— ¿Estás jugando?
— Señora...
— Tú ya tienes un trato conmigo, y a Elis Adams nadie le puede decir que no
¿Qué está sucediendo aquí? ¿Que están haciendo estos dos?
— ¡Linda! ¡Mi amor! — Marlo llama a Elis — Esta listo todo.
— Enseguida voy mi amor — le responde — Ya sabes lo que debes hacer, más te vale que lo hagas bien o tu abuelita pagará, mi amor.
Le dice ordenando su cabello con delicadeza, da media vuelta y se retira.
Me quedo ahí esperando que él se vaya pero no se va y no sé qué hacer. Intento caminar hacia atrás pero me tropiezo con una piedra, una mano me sujeta antes de caer.
Es Marc... Ay no puede ser
— ¿Estas bien? — pregunta sujetando mi cadera para que no me caiga.
— Yo... — trato de decir pero no sé qué inventar
— ¿Cuánto tiempo llevas aquí? — me vuelve a preguntar pero esta vez esta como nervioso y yo sé porque
— Acabo de llegar — le digo
— Sabes que la entrada es por allá — y señala el camino que da hacia la entrada
— Si lo sé, solo que yo…
— ¿Estabas bebiendo?
— Solo un poco
— No parece que fuera un poco — dice sarcástico y se ríe pero permanezco seria pensando en solo disimular para que crea que no escuché nada ni vi nada
— Llegaron tus tíos
— ¿Si? No los vi
— ¿Te ayudo a llegar a la entrada?
— Claro, gracias — sujeta mi brazo y me ayuda a caminar hasta la entrada
— ¿Que hacías tu ahí?
— Estaba buscando algo
— ¿Que cosa?
— Nada, tranquila — responde — Sube — subo el primer escalón, me quedo parada y él espera que suba el otro.
— ¿Quién eres? — le pregunto pero no responde — ¿Te conozco de algún lado?
— Ya tan rápido volviste a olvidar mi nombre — sigue sin soltarme — Soy Marc
— Que gracioso — tonto — Hablo en serio.
— No, no nos conocemos de ningún lado, estoy seguro porque nunca podría olvidar un rostro tan lindo como el tuyo — no puedo evitar sonrojarme.
— En serio que gracioso eres — y lo golpeo en el brazo lentamente — Quiero conocerte, Marc… — nos quedamos mirando y su mirada es profunda como si tratara de decirme algo pero no puede.
Por poco me hace olvidar la conversación tan intrigante que tuvo con mi tía hace minutos
— Debería subir y bañarme o no podré bajar a la cena — me suelto de su agarre y me dirijo a la entrada.
— ¿Quieres desayunar mañana? — que me acaba de decir, me volteo
— ¿Salir?
— Digo como amigos, para conocernos, Eloise, si tanto le intriga saber de mí
— Yo... no
— Disculpe, señorita no es mi intención faltarle el respeto yo sé que — lo interrumpo
— Claro que quiero, mañana está bien — sería una manera de saber sino estoy equivocada con él y solo es mi tía sobornándolo
— Bien — me dice y una sonrisa se le dibuja en su rostro — Hasta luego, Eloise
Me doy medio vuelto y entro a la casa.
— ¿Que te traes tú con el albañil ese? Dime
Ay por Dios
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Hay muchas personas que usan el café como un perfecto acompañante para calmar o tal vez reducir un poco el dolor, cuando hablo de dolor me refiero al dolor sentimental no al dolor de cabeza, ese dolor que destruye tu estado de animo que impide que puedas sentirte feliz y que te hace sentir que tienes un corazón lastimado y roto dentro de ti.Pueden llegar a creer que la cafeína de una taza de café cura ese dolor, ese vacío así como lo creen cuando toman una gota de alcohol o cuando consumen droga. Se vuelven tan adictos a la cafeína que cuando se despiertan y no huelen el olor de un café reciente colado es cuando despierta la ansiedad. Van por la vida creyendo que el café es la dosis perfecta de curar el dolor y despertar la alegría.Nota: las