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3. La ultima siembra de Café

La vida es como una taza de café. Todo está en cómo la preparas, pero sobre todo en cómo la tomas…

(Anónimo)

Eloise Adams.

Miércoles, 29, julio, 2020.

8:00 a.m.

— Buenos días, Señorita Eloise.

Escucho al fondo de mis pensamientos una voz muy sexy de un hombre.

— ¿Cómo amanece? — me preguntó y hace que me despierte de mis pensamientos.

— Ehh..., disculpe… yo — le respondo al hombre que está parado frente a mí en la sala de la casa.

— Veo que sigue dormida — se ríe al ver lo lenta que fui al reaccionar — Marc, mi nombre es Marc. Veo lo rápido que se le olvida también los nombres.

— Marc, claro — trato de no ponerme nerviosa ante tremenda escultura — No sigo dormida, solo que no recordaba tu nombre es todo — le digo, dándole una sonrisa irónica mientras me siento en el sofá con mi taza de café en las manos, el aroma del Café invade mi orificios nasales.

— Quería informarle que ya los trabajadores están haciendo lo que se les asignó y que usted no ha salido a dar órdenes, su familia no tarda en llegar y su abuelo le manda a decir que salga a dar sus órdenes de cómo quiere realizar las cosas aquí — me explica.

No digo nada y solo me quedo sorprendida de lo que me dijo, ya había olvidado salir a m****r como si fuera la dueña aunque haya pasado mucho tiempo sin venir.

— Tengo poco tiempo trabajando aquí pero estoy al día de todo, sé que es la pequeña jefa.

— Enseguida salgo — respondo  — Tú eres muy... — antes de terminar de decir una llamada en mi celular interrumpe nuestra conversación, lo agarro de la mesita que está en frente de mí y lo reviso.

Cooper llamando…

— Yo... lo siento, me están llamando.

— Claro, responda señorita, no le quito más de su tiempo — dice — Igual ya me iba, la veo afuera señorita —  se da la vuelta para salir.

— Oye — intento detenerlo y se da media vuelta para mirarme.

— ¿Si?, dígame señorita.

— Puedes decirme Eloise, no señorita y no trato de ser la pequeña jefa — lo miro con picardía.

— Como usted diga, Eloise — me giña el ojo y desaparece por la puerta de la sala

Recuerdo que mi celular está sonando así que reacciono  y contesto.

— ¿Alo? — respondo enseguida a la llamada de mi novio.

— Isi, mi amor ¿Cómo estás?, no me has llamado desde que te fuiste ¿Anda todo bien? — su voz me llena — ¿Sigues molesta? Te deje muchos mensajes y llamadas algunas caen y otras no, serán por la señal, te pedí disculpas y yo — lo interrumpo antes de seguir hablando y siento como se queda callado.

— Estoy bien, estamos bien, tranquilo — respiro profundo — Necesitaba un respiro es todo, ahora debo hacer unas cosas y salir ayudar a mi abuelo.

— Tan rápido me vas a cortar.

— Estoy ocupada, lo siento.

Se queda callado a lo mejor esperando que tranque.

— De verás todo está bien, te llamo luego ¿Si? — le digo a Cooper.

— Bien, esperaré tu llamada o sino intentaré llamarte más tarde — suspira nervioso — Te extraño, cuento los días esperando que vuelvas y podamos ser como antes, solo Isi y Alex.

— Hablamos luego, Cooper — y tranco la llamada

Mi novio ha sido luz en mi vida oscura pero aunque ya lo haya perdonado sé que no estoy tan segura de seguir con él. Aprovecharé este viaje para distraerme y aclarar mi mente y mis ideas, así volver decidida a hacer lo que de verdad quiero

(...)

— Eso no debería ir ahí — gruño molesta — Metan eso al cobertizo.

Señalo los sacos llenos de tierra para que los lleven al cobertizo. Tres hombres obedecen y empiezan a cargar con los sacos.

— Las mesas de jardín ya deberían estar afuera — es terrible tener que ordenar este lugar antes de mañana — ¡Gael! por favor tráelas y empieza a ordenarlas en su lugar — le grito a el trabajador más viejo que tenemos tiene como 50 años y aún sigue trabajando aquí.

— ¡Señorita! — me grita uno de los hombre que mande a cargar los sacos al cobertizo— Debería ver esto ¡Venga!

— ¿Sucede algo? — pregunto cuando voy llegando.

Al entrar los tres trabajadores están parados en toda la entrada viendo hacia adentro con cara de miedo.

— ¿Cómo carajos llegó eso aquí? — me asusté cuando me paré a su lado — ¿Quien mata ese animal y lo dejó  aquí?

— Yo quisiera saber lo mismo — dice una voz detrás de mí, cuando me volteo veo a mi abuelo de brazos cruzados

En el suelo había una paloma blanca muerta con sus alas rojas, causó en mí terror y en mi abuelo pude ver en su rostro miedo.

— Saquen eso de aquí y averigüen quien fue, será despedido de inmediato — les ordenó y salgo de ahí.

Empiezo a caminar hacia afuera u me abuelo me agarra del brazo para detenerme.

— ¿Por qué no lo investigas tú? — pregunta.

— Tengo cosas que hacer, mañana llega parte de la familia y será el primer almuerzo de la semana.

— Deberías de preocuparte por un asesino de animales, conseguimos un búho ayer antes de que llegarás en el mismo lugar — pausa — No te dije pensé que sería innecesario pero ya me asusta encontrar animales muertos.

— ¿Tú…? — intento decir pero me interrumpe.

— Hice lo que acabas de hacer ordenar que consigan al culpable y ninguno lo hará los he observado, no lo harán — me suelta — Hay 10 hombres aquí, mañana se ira la mitad así que consigue al psicópata o estaremos con el psicópata toda la semana y tal vez siga aquí para cuando todos se vayan.

— Abuelo...

— Esto parece un aviso, así paso con tu primo Hert — suspira intranquilo — No quiero que pase de nuevo.

Se da media vuelta y camina hacia los trabajadores que están en la siembra

Mi primo Hert, murió hace tres años, era el hijo mayor de mi tía Katy. Fue asesinado nadie supo quién fue, el culpable empezó a matar animales indefensos y terminó matando a mi primo después de que la reunión familiar terminará, mi primo decidió quedarse una semana más mientras el resto volvía a sus casas y a los dos días de quedarse aquí fue encontrado muerto entre las siembras que están al sur de esta granja, allí después de eso no se volvió a sembrar, fue la última siembra de Café en ese lado de la granja.

No nos reunimos al años siguiente la familia estaba devastada y solo algunos aparecieron para visitar, el año después 2019 decidieron continuar la tradición porque mis abuelos seguían vivos y solo eso nos mantienen unidos.

(...)

Fue un día largo, terminé de arreglar todo para dejar todo listo; mañana llegan los demás y será la primera cena familiar, debe estar todo perfecto y debe salir todo bien mejor que el año pasado. Investigue sobre lo sucedido en el cobertizo y ate cabos pero no dieron resultados con el  psicópata, sigue aquí.

— Lo lamento señores, hicieron un excelente trabajo pero tenemos mucho comensales aquí y la producción ha bajado — les informa mi abuelo a tres trabajadores que fueron despedidos — El pago les llegara mañana por la mañana, disfruten su viaje de vuelta a casa y espero consigan trabajo.

— Gracias, Don Matt — responde los tres despidiéndose y abrazando a mi abuelo para irse.

— Hasta luego, señorita Eloise — los despido con la mano y veo como desaparecen por la puerta principal de la casa. Volteo a ver a mi abuelo que toma asiento en el mueble,

— Es momento de desalojar un poco, con 7 trabajadores estaremos bien — pero no me dice nada.

— Abuelo, de seguro el psicópata era alguno de esos tres — sabiendo que no es así pero no puedo decirle nada más que eso a mi abuelo para tranquilizarlo, quedan 7 ahora tengo que saber quién es de esos 7 que quedan.

Estamos cenando en silencio, esperando que lleguen los gemelos que venían llegando ya. Les informe lo sucedido y decidieron ayudarnos al llegar, mi abuelo sigue angustiado, lo he visto tomar mucho café hoy pero no es bueno eso debe tener sus niveles elevados y acelerados.

— Ya casi llegan los gemelos — informó.

Pero ninguno responde, dejo de mirarlos y vuelvo a mirar mi comida.

— Lo resolveremos, la pasaremos bien — miro a mi abuelo — No le diremos a la familia para no armar alboroto, abuelo lo resolveremos nosotros tres y los gemelos ¿Ok?

— Esta bien, hija — me regala una cálida sonrisa de alivio al oír mis palabras

Seguimos comiendo en silencio.

20 minutos después

Ya habíamos cenado así que subí a mi habitación y la ordene un poco. Al fondo logro escuchar la llegada de un carro y siento alivio de ver que son los gemelos estacionándose en frente de la casa. Bajo para recibirlos

Al llegar abajo escucho como saludan a mis abuelos y a Franchesca ella si los quiere, salgo corriendo y al verlos me quedo paralizada de ver lo guapos que están.

— No saludas, niñita — me dice Mario extendiendo sus brazos para que le dé un abrazo.

— ¡Al fin! — grito y corro hacia él para abrazarlo y Marcos se nos une en un abrazo grupal que me da paz y tranquilidad

Los gemelos se tardaron pero ya están aquí

Luego de recibirlos, mis abuelos subieron a descansar y yo fui a acompañarlos a cenar. Ya sentados en el comedor estamos riendo recordando viejos tiempos

— Éramos muy valientes — les digo riendo y ellos ríen también

— ¿Que haremos? — pregunta Marcos.

— No lo sé — respondo — Mañana llegan los demás

— El asesino de Hert, sigue aquí, Eloise — habla Mario y sus  palabras me ponen nerviosa

Termina de decir eso y suena a lo lejos  cosas cayéndose

Mario y yo nos levantamos, él se asoma por la ventana y yo a la puerta.

— Vi algo — habla Mario desde la ventana — ¿No se supone que los trabajadores están durmiendo lejos de aquí?

Algunos se van al pueblo y otros se quedan en una pequeña casa que esta muy retirada de aquí

— ¿Que viste? — habla Marco que sigue sentado en la mesa  — ¿Ahora ves fantasmas?

Camino hacia Mario y me quedo paralizada junto a Mario al ver a un hombre al que no puedo ver su rostro porque está oscuro y lleva un abrigo negro que cubre parte de su cabeza,  está parado afuera del cobertizo tratando de cerrarlo o tratando de entrar.

No sé qué hacer

Yo solo me quedo viendo mientras mis primos hablan

— Hay que salir, Marcos 

— ¡Vamos! ¡Rápido!

— ¡Sal, Marcos!

Pero cuando mis primos se van a la cocina para salir afuera. El hombre los escucha y desaparece no logro ver a donde se fue, solo estoy paralizada en la ventana sin saber qué hacer y mis primos están frente al cobertizo intentado saber quién era y que estaba haciendo ahí.

¿Quién era?

¿Psicópata?

¿El asesino?

¿Qué hacía?

Las preguntas inundan mi cabeza.

Botas de cuero

Abrigo negro

Botas de cuero

Abrigo negro

Es lo único que logro recordar del misterioso hombre que estaba allí. Necesito saber quién era.

¡Ring! ¡Ring! suena el celular

Es el celular de Mario que suena sobre la mesa, lo agarro para ver quién es.

Número desconocido Llamando.

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