CAPÍTULO 49

Por un breve instante se limitó a observarlo, la perfección hecha hombre, los músculos bien marcados de su cuerpo pétreo, lo hacían parecer un dios griego. Derek poseía un cuerpo atlético, pero a la vez tenía una agilidad y fuerza que la sorprendía. Su rostro parecía cincelado, sus labios no muy gruesos, pero bien marcados, la habían besado con avaricia, y por donde sus manos la habían tocado dejaban una estela de fuego que solo la hacían desearlo más.

—¿Por qué estás tan nerviosa? —La sacó de sus pensamientos.

—No lo estoy.

—Pues lo pareces. —insistió, la sonrisa seductora no abandonó sus labios.

—Te aseguro que no es así. —Mintió, y se mantuvo firme mientras sostenía su penetrante mirada.

—Puedo olerte Liesel, —acerc&oacu

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