Derek llegó cuando aún no despuntaba el alba, Liesel estaba dormida sobre su cama y vestida con una bata de seda en color negro; el departamento se había impregnado con su aroma, sin saberlo ella había marcado su territorio. La noche anterior le había llamado para decirle que lo lamentaba pero que no lograría llegar a tiempo, pero que se lo compensaría con creces. Con esa promesa que no podía dejar de cumplir se fue directo a la regadera, necesitaba quitarse el peso de la noche anterior para amar a su mujer como ella se lo merecía.Salió de la ducha únicamente vestido con la toalla que colgaba de su cintura, busco en el cajón de la mesita de noche algo que había estado guardado durante mucho tiempo y que había llegado la hora de ser entregado, no había mejor momento que ahora, se dijo, así que sacó una cajita de terciopelo negra y se recostó con Liesel en la cama.Con cuidado tomó su mano y colocó la argolla en el dedo anular, después de eso colocó su cabeza en el cuello de ella y cer
Liesel descansaba entre los brazos del hombre que había amado desde que era una dulce y tierna adolescente, nunca se imaginó que algún día podría estar así con él, por años lo había anhelado tanto que cuando estuvieron juntos por primera vez fue como tocar el cielo. Pero ahora tenía miedo de no ser suficiente para él, para el alpha de una manada de lobos, pero esta vez no se quedaría callada.—¿Algún día te cansaras de mí?—Como se te ocurrió siquiera pensarlo —Derek la estrechó más fuerte entre sus brazos.—Es que no puedo creer que estés aquí a mi lado, así.—Es por qué estoy profundamente enamorado de ti, futura señora Von Steiger.—Aun pienso que es un sueño del que voy a despertar en cualquier momento.—Tu eres mi sueño, y voy a comerte a besos para que veas que esto es de verdad, está es nuestra realidad.A Liesel le hirvió la sangre de deseo y el pulso le atronó en los oídos, cómo no hacerlo cuando él era capaz de decir aquellas cosas tan románticas.—¿Si sabes que puedo olerte
Liesel durmió el resto del día y de la noche, fue hasta entrada la mañana del día siguiente cuando al fin despertó, poco a poco fue abriendo los ojos la luz del sol entraba por completo por el ventanal que cubría casi la mayor parte de la pared frontal e iluminaba toda la habitación a excepción del lugar donde se encontraba la cama.Ella reconoció el sitio de inmediato las paredes en tono media noche, los muebles de madera en color ébano, y las sábanas de satén de color negro, sin dudarlo por un momento podría jurar que estaba en el departamento de Derek.Pero ¿Por qué la habían traído aquí? Lo último que recordaba era estar en la calle con Natasha y Liam y después del ataque de los soldados de la Hermandad; pero ahora... No entendía nada.Intentó levantarse, pero se sentía muy débil, as&iac
Liesel llegó a su casa casi muerta, en su vida había hecho tanto ejercicio como hoy, pero valía la pena y sobre todo merecía el esfuerzo.Estaba por subir las escaleras de mármol que eran la parte central de la residencia Dunham, cuando escuchó gritar a su madre. Ella pensó lo peor y el dolor físico desapareció, subió los escalones de par en par, hasta llegar a la habitación de su madre, pero no la encontró, entonces corrió hacia la habitación donde tenían a su padre y la encontró arrodillada ante él.—¿Qué ha pasado mamá? —se imaginó lo peor, y el corazón comenzó a latir desesperado.—Tú padre, ha abierto los ojos.Liesel suspiro aliviada.—Llamaré a George —fue por su celular y tocó el icono de marcación rápida que le hab&ia
El gélido viento soplaba dando un silbido largo semejante a un alarido al introducirse con fuerza por la ventana, hasta la luna se había negado a presentarse esa noche, los búhos no rompían el silencio con su alarido, y parecía como si toda la naturaleza fuera consciente de su estado de ánimo, y estaba en modo empática con ella. Una tristeza profunda se había apoderado de su corazón, como iba a decirle que no, como haría para que él le permitiera irse de su lado, pero debía hacerse, tenía que… todo era por salvaguardar su seguridad y mantener a Derek, su hombre de ojos negros con vida.Liesel comenzó a escribir la carta, porque no se atrevía a romper con el de frente, le faltaba el valor y le sobraba mucho amor.Derek, sé que este inicio te parecerá muy frío, pero nada más alejado de la realidad. Decirte
Liesel sentía como si el mundo se le hubiera venido encima, el corazón le comenzó a latir desbocado, la sangre retumbaba en sus oídos, hasta que la habitación comenzó a darle vueltas, pero ella se aferró al pomo de la puerta como un náufrago a un pedazo de madera, y dio un paso hacia adentro de la biblioteca, quería una explicación de lo que acababa de escuchar.—Por favor, George, repite eso que acabas de decir.Derek y George giraron sus cabezas hacia la puerta cuando escucharon trémula la voz de Liesel. La expresión de su rostro lo decía todo, no se necesitó ser un genio para darse cuenta que ella los había escuchado hablar y que sabía que hablaban de ella.Liesel se llevó una mano al vientre, y entonces todo encajó, ese vacío que sentía, esa sensación de que algo le hacía f
Liesel se había quedado dormida después de tanto llorar, y el tiempo siguió su curso, el mundo no iba a detenerse solo por la maldad de los hombres, habían pasado varios días desde que ella se enteró de la verdad y aún no salía de su duelo.Derek se había quedado con ella en la recámara, se negaba a dejarla sola, Liesel se la pasaba durmiendo la mayor parte del tiempo, aún seguía sollozando de vez en cuando. Sabía que los días o meses siguientes iban a ser difíciles, también sabía que iban a requerir de ayuda para llegar a superar alguna vez este dolor que les quemaba el alma.Liesel soñó con un pequeño niño de cabello castaño y ojos negros s, y a su lado estaba un enorme lobo negro que lo envolvía con su cuerpo, protegiéndolo. Entonces ella lo tomo en sus brazos y él bebé le
Hacía unos días que Liesel no veía a Derek, él había tenido que salir por cuestiones del consejo de manadas y el asunto se había demorado más de lo previsto, de nuevo las manadas no dominantes se negaban a aceptar los acuerdos ya previstos. Liesel estaba terminando el entrenamiento con Natasha cuando recibió la llamada de su hombre de ojos negros.—Hola —respondió ella entusiasmada, muestra limpiaba el sudor de su rostro.—Hola hermosa, ¿Qué haces?—Estoy terminando el entrenamiento con Natasha, si es que se le puede llamar así a la paliza que me da todos los días.—No puedes decir que no se esfuerza en que aprendas.—Si no me estoy quejando, solo lo hablo por mis músculos y tendones. Ambos rieron la broma, que en parte era en serio.—¿Quieres ir a cenar? —¿Ya estás en la ciudad?—Ya vamos en camino, cálculo que estemos ahí alrededor de las 7.30.—Entonces te veo en Tito 's —anunció ella.—Me parece bien.—Es una cita entonces.Hacía mucho tiempo que Liesel no salía a una cita, de