Emil siente que sus ojos se cierran de un momento a otro, lo cual no es bueno ni seguro, especialmente teniendo en cuenta que aún le quedan tres horas de camino después de haber cambiado el destino. Observando el reloj de su teléfono, nota que son las 3:14 de la madrugada. En el asiento de al lado, Vanessa lleva más de tres horas dormida. Aunque el rastro del llanto que dejó salir en silencio y ocultó manteniendo la mirada en el camino ya está seco, leves hipidos salen de ella, indicándole lo afectada que aún se siente.Cuando el auto hace un movimiento brusco, Emil se da cuenta de que realmente necesita descansar un momento o terminarán teniendo un accidente. Pensando en que tan lejos puede estar una posada, se sorprende en el momento que siente la mano de Vanessa colocarse sobre su hombro. Volviendo levemente la mirada hacia ella, nota que como esta se encuentra despierta, tal vez debido al movimiento inesperado del auto.—Descansa un poco —dice con tono soñoliento, pues aún no está
El reloj marcó las 6:15 de la mañana en el momento que llegaron a Piatra, estaba comenzando a amanecer. Vanessa sigue manejando, por lo que Emil pudo dormir dos horas. Las calles que comienzan a llenarse de vida son las que le dan la bienvenida.Cuando el coche hace un movimiento brusco debido a un bache, Emil despierta un tanto sobresaltado. Deja salir un breve bostezó mientras se estira en su asiento, siente un ligero dolor en el cuello por haber dormido en una posición incómoda. Mirando por la ventana del auto, nota los característicos colores naranja y rojo de los primeros destellos de luz bañando el paisaje rural que se muestra ante él.—Buenos días, dormilón —son las primeras palabras que escucha. Al voltear hacia Vanessa, lo primero con lo que se encentra es una hermosa sonrisa y unos hermosos ojos reflejando la luz del amanecer.—Buenos días —responde Emil, devolviéndole la sonrisa—. ¿En qué momento me dormí? —pregunta con genuino interés.—Creo que después de la cuarta curva—
— Tienes que estar jugando — dice mientras intenta retener las risas. — Nadie puede tener tan mala suerte. Emil termina de beber su jugo antes de poder contestar a las palabras de la pelinegra. Dejando el vaso sobre la mesa, la mira fijamente y sigue con su conversación. — Pues estás frente a uno — asegura con total calma y "orgullo" en su voz. — ¿Cómo pasó? — pregunta con interés. — ¿De verdad quieres saber cómo me usaron de trampolín romántico? — pregunta con gesto incrédulo.— Eres cruel. — No lo soy — asegura con tono tranquilo mientras observa fijamente a Emil. — Simplemente vi una oportunidad para obtener información y la aproveché. — Ahora usas mis palabras en mi contra — comenta mientras sigue disfrutando de su desayuno. Vanessa suelta una risita, divertida por la respuesta de Emil. Inclinándose hacia adelante, apoya los codos en la mesa mientras lo mira con curiosidad. — Bueno, ¿puedes culparme por estar intrigada? — pregunta en un tono más casual. — No pareces el tipo
Se quedaron sentados, platicando un poco más después de terminar el desayuno; Vanessa no sabe si es porque la conversación se mantiene amable y alejada de los temas privados más delicados, o porque Emil no está dejando sutiles coqueteos en sus palabras, pero se siente bien poder hablar con él, casi como si lo hiciera con Radu, pero con más cosas en común. El bullicio en la calle y la cantidad de personas ingresando al merendero le indicaron que ya llevaban allí el tiempo suficiente. Al fijarse en el reloj de pared sobre la barra del lugar, nota que son las 10:15 de la mañana, y después de una noche de no haber dormido correctamente, el cuerpo de ambos pide algunas horas de sueño para poder retomar su funcionamiento normal. Tras pagar la cuenta, ambos salen del lugar y se dirigen al auto; subiendo en el coche, retoman el camino para llegar a la zona central del pueblo y encontrar un lugar donde quedarse. : : Vaiana no había dormido nada; toda la noche la pasó sentada frente al port
En el momento en que Vanessa bajó al recibidor del hotel, comenzó a buscar a Emil. Cuando lo encontró, el mayor estaba sentado en el sofá del lugar hablando por teléfono. Aunque no logra escuchar lo que dice, por la forma en la que se muestra su rostro y la posición de su cuerpo, es más que claro que es algo grave de lo que habla. Por un momento, duda en si acercarse o no, pero cuando Emil nota su presencia y corta la llamada, el gesto de su rostro se suaviza mientras se pone de pie y se acerca a ella.— Te ves bien —dice mientras la mira fijamente. Vanessa le regala una sonrisa suave ante su cumplido. — ¿Lista para comer?— Pensé que habías dicho que querías ir a conocer primero.En realidad, para Emil le da igual qué es lo que hagan, ya sea conocer o ir a comer. Estará bien si es con ella.— Entonces elige tú. Después de todo, esta es tu aventura.Hasta ese momento, Vanessa no había pensado en todo eso como una aventura, pero tal vez darle ese enfoque la ayude a sentirse mejor, la a
Vanessa tiene que aguantar sus ganas de reír, ¡a más no poder!, cuando ve cómo la frustración en el rostro de Emil se vuelve mayor al notar que está volviendo a perder la partida de pool por tercera vez seguida. — Parece que hoy no es tu día de suerte —Vanessa no puede evitar molestar a Emil cuando ve que este nuevamente falla el tiro. Con una sonrisa traviesa bailando en sus labios, rodea la mesa y se prepara para su próximo tiro. Emil no puede evitar sonreír ante la actitud juguetona de Vanessa. — No te confíes demasiado, todavía puedo hacer una remontada impresionante —responde con un tono confiado y una sonrisa pícara, desafiándola amistosamente. Vanessa ríe, disfrutando del intercambio animado mientras se posiciona para su próximo tiro. Sin embargo, justo cuando está a punto de golpear la bola, el teléfono de Emil suena, interrumpiendo el juego. — Lo siento, es una llamada importante. Tengo que contestar —se disculpa tras sacar su teléfono del bolsillo y mirar la pantalla con
A esas horas de la noche, ya las calles se encuentran lo suficientemente solas como para que las figuras de Vanessa y Emil sean notables al caminar por casi solitarias calles. Ambos siguen con su ambiente agradable y cómodo entre ellos.— ¿Cómo es que no intentó matarte? — Emil camina apenas un par de pasos por detrás de Vanessa, escuchando las historias que esta le cuenta sobre su tiempo en la universidad y el cómo disfrutaba de molestar a Radu en el tiempo previo a ser amigos.— ¿Quién te dice que no intentó hacerlo? — pregunta divertida. — Los profesores nos obligaron a trabajar juntos todo un semestre; esa fue la única forma en la que nos hicimos amigos.Emil no puede evitar sonreír al ver la forma y el énfasis que Vanessa da al decir la palabra “amigo”; el aprecio que se muestra en ella es real, tan real como no lo había escuchado antes.— ¿Y cómo terminaron viviendo juntos?— El departamento de Radu es inmenso — expresa mientras abre sus brazos buscando dar énfasis a sus palabra
Vanessa sale del baño con el cabello aún húmedo, y su cuerpo envuelto en una toalla. Una marcada sonrisa sigue iluminando su rostro mientras camina hacia la cama; su cuerpo se siente fresco y relajado después de tomar una larga ducha. Sentándose en el borde de la cama, toma su celular y comienza a revisar sus mensajes. Son varios los chats que se marcan sin leer; uno de ellos captó su atención de inmediato. Es un número desconocido, mismo que ha dejado una gran cantidad de mensajes. Al abrir el chat y revisar los mensajes, se encuentra con la serie de fotos que Emil tomó durante el día. Vanessa revisa una a una las fotografías y nota cómo esas fotos tienen un cierto encanto capturado. Una sensación cálida y reconfortante se instala en su pecho al momento de ver la única de esas fotos donde aparecen ambos. La foto fue tomada durante su partida de pool; fue su propia sugerencia que se hiciera aquella selfie. Por lo tanto, tomando el teléfono de Emil, fue ella misma quien la tomó. En l