Vanessa bajó las escaleras con un paso lento, casi como si su subconsciente no quisiera que ella llegara al comedor, lugar donde tendría que enfrentar el comienzo de sus días llenos de compromisos y responsabilidades. El aroma del café recién colado flota en el aire, mezclándose con el sonido suave de los platos y el murmullo de las conversaciones tan típicas que se sostienen durante el desayuno. Sin embargo, antes de poder llegar a la cocina, Vanessa es interceptada en el pasillo por Emil.— ¿Podemos hablar un momento? — Pide, su voz, aunque serena, se siente cargada de una confusa mezcla de emociones.Vanessa se detuvo en seco en el momento que Emil trancó su paso. La pelinegra puede sentir un nudo en el estómago al ver a Emil frente a ella. Después de lo ocurrido el sábado en la noche, no se habían dirigido una palabra o tan siquiera una mirada, pero, dentro de ella sabe que no podría evitar esta conversación por mucho tiempo.— Emil, no creo que sea una buena idea hablar justo aho
Vanessa cerró la puerta del auto y se colocó el cinturón de seguridad, después de eso no pasó mucho para que el auto se pusiera en marcha. Con un suave movimiento de mano y una ligera sonrisa se despide de todos mientras Emil lleva el auto fuera de la propiedad, en ese momento su sonrisa muere y voltea a ver a Emil con una sonrisa incomoda y ligeramente molesta. — ¿No te parece que esto es algo bastante infantil? — pregunta en referencia de hacerla ir con él aun cuando ambos saben que lo de ver cosas para la boda es una excusa barata. — Se supone que la boda está pospuesta, entonces ¿Cuál es el sentido de sugerir algo tan estúpido? Emil mantiene la vista fija en el camino. Puede sentir como el pequeño espacio queda impregnado de incomodidad ante las palabras tan directas de Vanessa. Respirando hondo piensa bien sus palabras antes de responder. — No creo que sea infantil el buscar una oportunidad de arreglar todo lo que claramente está mal. Sabes que necesitamos hablar sobre lo que p
Cuando el auto ingresó en el porche de la casa, Vanessa estuvo por bajar tan pronto como el freno de mano fue colocado y el motor apagado, pero el agarre de Emil en su muñeca la detiene. — Emil, por favor — pide en tono bajo. — ¡Sólo déjalo!El silencio se hace dentro del auto y es que, aunque no existan más palabras, y aunque lo de ellos es algo que no tiene nombre más allá de una atracción, ambos pueden sentir cómo dejarlo ir es doloroso; tal vez es porque los amores que no pueden terminar de nacer tienen una muerte más caótica que aquellos a los que se nos permite vivir.Emil afloja su agarre lentamente, pero no puede evitar que su mirada busque la de Vanessa hasta dar con ella. En esa mirada, ambos ven reflejadas sus propias frustraciones, el anhelo que cada uno siente y el dolor de la oportunidad perdida.—Lo siento, Vanessa —dice finalmente, su voz apenas un susurro—. Es solo que... es complicado aceptar perder lo que por primera vez deseo.Vanessa asiente al escucharlo, pero ter
Vanessa colocó su teléfono en silencio después de la llamada 42 de Tatiana y la 59 de Radu. Emil tuvo que hacer lo mismo con su teléfono, el cual estaba inundado de mensajes del padre de Vanessa.— Deberías atender una — comenta Emil sin retirar la vista del camino. — Deben estar muy preocupados.Vanessa escucha las palabras de Emil y, aunque ahora ya se encuentra un poco más calmada, la idea de atender la llamada no es una que le agrade. En estos momentos, sus sentimientos originales de tristeza y decepción fueron cambiados por los de reproche, amargura y un leve tinte de ira. Toda su vida vivió intentando llenar expectativas, expectativas que otros no respetaron, pero colocaron ese peso sobre sus hombros. Al pensar en ello, sintió de nuevo un nudo en su estómago, y las ganas de vomitar que había dejado atrás horas antes regresaron a ella.— Tal vez — es su simple respuesta.— ¿Incluso Radu? — insiste con discreción. Una cosa es que quiera alejarla de todo lo que está ocurriendo, de l
Emil siente que sus ojos se cierran de un momento a otro, lo cual no es bueno ni seguro, especialmente teniendo en cuenta que aún le quedan tres horas de camino después de haber cambiado el destino. Observando el reloj de su teléfono, nota que son las 3:14 de la madrugada. En el asiento de al lado, Vanessa lleva más de tres horas dormida. Aunque el rastro del llanto que dejó salir en silencio y ocultó manteniendo la mirada en el camino ya está seco, leves hipidos salen de ella, indicándole lo afectada que aún se siente.Cuando el auto hace un movimiento brusco, Emil se da cuenta de que realmente necesita descansar un momento o terminarán teniendo un accidente. Pensando en que tan lejos puede estar una posada, se sorprende en el momento que siente la mano de Vanessa colocarse sobre su hombro. Volviendo levemente la mirada hacia ella, nota que como esta se encuentra despierta, tal vez debido al movimiento inesperado del auto.—Descansa un poco —dice con tono soñoliento, pues aún no está
El reloj marcó las 6:15 de la mañana en el momento que llegaron a Piatra, estaba comenzando a amanecer. Vanessa sigue manejando, por lo que Emil pudo dormir dos horas. Las calles que comienzan a llenarse de vida son las que le dan la bienvenida.Cuando el coche hace un movimiento brusco debido a un bache, Emil despierta un tanto sobresaltado. Deja salir un breve bostezó mientras se estira en su asiento, siente un ligero dolor en el cuello por haber dormido en una posición incómoda. Mirando por la ventana del auto, nota los característicos colores naranja y rojo de los primeros destellos de luz bañando el paisaje rural que se muestra ante él.—Buenos días, dormilón —son las primeras palabras que escucha. Al voltear hacia Vanessa, lo primero con lo que se encentra es una hermosa sonrisa y unos hermosos ojos reflejando la luz del amanecer.—Buenos días —responde Emil, devolviéndole la sonrisa—. ¿En qué momento me dormí? —pregunta con genuino interés.—Creo que después de la cuarta curva—
— Tienes que estar jugando — dice mientras intenta retener las risas. — Nadie puede tener tan mala suerte. Emil termina de beber su jugo antes de poder contestar a las palabras de la pelinegra. Dejando el vaso sobre la mesa, la mira fijamente y sigue con su conversación. — Pues estás frente a uno — asegura con total calma y "orgullo" en su voz. — ¿Cómo pasó? — pregunta con interés. — ¿De verdad quieres saber cómo me usaron de trampolín romántico? — pregunta con gesto incrédulo.— Eres cruel. — No lo soy — asegura con tono tranquilo mientras observa fijamente a Emil. — Simplemente vi una oportunidad para obtener información y la aproveché. — Ahora usas mis palabras en mi contra — comenta mientras sigue disfrutando de su desayuno. Vanessa suelta una risita, divertida por la respuesta de Emil. Inclinándose hacia adelante, apoya los codos en la mesa mientras lo mira con curiosidad. — Bueno, ¿puedes culparme por estar intrigada? — pregunta en un tono más casual. — No pareces el tipo
Se quedaron sentados, platicando un poco más después de terminar el desayuno; Vanessa no sabe si es porque la conversación se mantiene amable y alejada de los temas privados más delicados, o porque Emil no está dejando sutiles coqueteos en sus palabras, pero se siente bien poder hablar con él, casi como si lo hiciera con Radu, pero con más cosas en común. El bullicio en la calle y la cantidad de personas ingresando al merendero le indicaron que ya llevaban allí el tiempo suficiente. Al fijarse en el reloj de pared sobre la barra del lugar, nota que son las 10:15 de la mañana, y después de una noche de no haber dormido correctamente, el cuerpo de ambos pide algunas horas de sueño para poder retomar su funcionamiento normal. Tras pagar la cuenta, ambos salen del lugar y se dirigen al auto; subiendo en el coche, retoman el camino para llegar a la zona central del pueblo y encontrar un lugar donde quedarse. : : Vaiana no había dormido nada; toda la noche la pasó sentada frente al port