Mientras caminaban de vuelta a su dormitorio, el trío charlaba sobre la audición, era un sueño increíble hecho realidad para ellas.—Claudia, Fanny, sus voces son casi perfectas, es obvio que puede que no me seleccionen —se lamentó Sabrina. Tenía una bonita voz, pero era más hábil tocando el violín.—Sabrina, ¿qué estás diciendo? tu voz es bonita y ahora con tus magníficas habilidades con el violín, eres más que perfecta —Fanny intentó aliviar sus temores.—¿Qué dices Fanny? Sabes que casi todas las chicas del departamento tocan el violín, y son demasiado buenas en comparación conmigo, ¡ni siquiera soy rival para ellas por no hablar de las competidoras externas! —Sabrina no paraba de divagar.La verdad era que estaba entre las mejores violinistas de la escuela, pero no le gustaba aceptar que se le daba bien. Incluso si le salía algo bien, se lamentaba y lloraba con los demás como si hubiera fracasado grandemente. Claudia lo sabía, así que ni siquiera se molestó en consolarla, pero Fan
Por otro lado...Ricardo no durmió lo suficiente aquella noche, estuvo dando vueltas en la cama hasta por la mañana. A las seis de la mañana, llamó a Gabriel para que fuera a recogerle.—¿Qué? Ricardo, es demasiado temprano. Espera no me digas que hay alguien a quien quieres ver —se quedó pensativo un rato, luego sus ojos se abrieron de asombro—. Sí, ahora se arregla todo, no quieres acceder a otras escuelas, sólo al Colegio y me despiertas a las seis de la mañana —hizo una pausa pensando un segundo—. Ricardo, no me digas, hay alguien ¿verdad? —gritó Gabriel que acababa de despertarse por las incesantes llamadas de Ricardo.A Ricardo le costaba disimularlo, no sabía qué le pasaba, pero sabía que desde el momento en que la vio, algo había cambiado en él.—¡Ya!, ¿de qué estás hablando? No es demasiado pronto, debemos ser puntuales a las tareas. Quiero verte aquí exactamente a las seis y media si no me voy solo —Ricardo cortó inmediatamente la llamada. Se pasó una mano por la cabeza y se
Claudia apartó la mirada de la gente y se acercó con cuidado al atril de la banda, empujando suavemente un piano con ruedas hacia el centro del escenario tras pedir permiso.Tras ajustar el micrófono, levantó de nuevo la mirada y, con una amplia sonrisa, se presentó.—Me llamo Claudia Álvarez, cantaré Rolling in the deep, de Adele.Su público ya estaba agotado por haber estado tanto tiempo en un lugar. Algunos ni siquiera le estaban prestando atención dado que era la última concursante. Pero a Claudia no le importaba, había practicado durante tanto tiempo que no iba a perder sin más.Cerró los ojos y empezó a tocar el piano. La música era sobria, al principio Claudia no sabía qué cantar, pero al subir al escenario, la única canción que tenía en la cabeza era esa, así que decidió cantarla.—El cielo de la ciudad se siente oscuro esta noche. Estamos espalda contra espalda con las cabezas gachas. Sólo mírame, dame más esta noche. Sólo dame más de tu amor, ahora...En ese momento, abrió l
—Te he dicho muchas veces que no vengas aquí si no tienes nada importante que decir, ¿cuántas veces te lo tengo que repetir? —gritó el señor Alberto cuando Claudia entró en su taller.Ni siquiera había dicho el motivo por el cual había ido y, su padre ya había concluido que no era nada importante.Se quedó de pie junto a la puerta y miró fijamente a su padre, que estaba sacudido por la ira.Sus compañeros de trabajo la miraron con lástima mientras observaban la escena. No era la primera vez que presenciaban este tipo de escena. «El Sr. Alberto debe odiar realmente a su hija», pensaban algunos.Claudia dio un paso atrás, con los ojos humedecidos por las lágrimas, realmente no era la primera vez que su padre la echaba así, pero realmente le dolía cada vez que lo hacía. Se dio la vuelta, corrió hacia la puerta y salió rápidamente del taller de carpintería.Ella había querido decirle que su mamá se había desmayado y estaba en el hospital, lo había llamado muchas veces, pero él se negaba a
Claudia se acercó a donde su madre yacía inmóvil. Su rostro estaba más pálido que nunca. Sabía que su madre padecía de la presión alta, pero nunca se había desmayado por eso. Se sentó cerca de su madre y entrelazó sus manos, no podía perderla, no tenía a nadie más.Ella se levantó y se dirigió a la puerta y la cerró detrás de ella en silencio. Exhaló y se arrastró hasta el vestíbulo, pensando en cómo avisar a una enfermera o a un médico, a cualquiera que pudiera encontrar para que la ayudara a llamar a su padre. Al entrar en el vestíbulo, vio a un enfermero y, sonriendo, se acercó a él y le saludó.—Hola, me llamo Claudia.El enfermero levantó la vista de la carpeta que llenaba, para encontrarse con una chica hermosa de ojos grandes, cara redonda, con profundos hoyuelos a ambos lados de las mejillas de tanto sonreír.—Sí, ¿puedo ayudarte?Se obligó a salir de su trance y respondió, casi inmediatamente.—Sí, mi madre está ingresada y no puedo localizar a mi padre, ¿puedes ayudarme a ll
Ricardo llegó al aeropuerto de la Ciudad de Bogotá tras unos treinta minutos de viaje. Sebastián se apresuró a sacar su equipaje del coche y diez minutos después, ya estaban sentados en el avión.Ricardo se acarició las sienes y cerró los ojos.Pasadas cuatro horas llegaron al aeropuerto de Los Angeles y Sebastián sacudió suavemente a Ricardo, y le dijo:—Señor hemos llegado.Este abrió los ojos y miró a través de las ventanas de cristal.Salieron de la cabina de primera clase y se registraron, un Lamborghini ya les esperaba fuera, después de cincuenta minutos de viaje, se registraron en uno de los hoteles de cinco estrellas, propiedad de la Fernández Entertaiment, en Hollywood.Los recepcionistas y los encargados del hotel se sorprendieron al verlo. Inmediatamente pusieron a su disposición dos suites presidenciales.—¡Wow! El CEO es realmente guapo, estoy exageradamente impresionada —dijo una de las recepcionistas cuando se marcharon.—Es mejor que te bajes de esa nube, porque por mu
Claudia caminó lentamente hacia su dormitorio. La brisa de la tarde pasaba junto a ella mientras pisaba las hojas secas que habían caído de los gigantescos árboles de flores.—Ring, ring, ring.Claudia sacó su teléfono, era Sabrina una de sus compañeras de habitación. Lo cogió y contestó a la llamada.—Claudia, ¿cómo estás? ¿vienes hoy a la escuela?—Estoy bien, si, voy a ir a la escuela hoy, ¿hay algún problema? —preguntó Claudia preocupada.—No, sólo que te extraño, no bueno, todos te extrañamos, ya ha pasado más de una semana, y los exámenes se acercan rápidamente, deberías volver pronto, estamos dando clases extra desde hace tres días, y no quiero que el trabajo sea demasiado grande para ti, vale.Claudia sonrió ante la preocupación de su amiga, siempre había sido así, siempre se preocupaba por nada.—Gracias Sabri, pero como te dije, hoy voy a ir, incluso estoy en camino —la consoló Claudia.—¿De verdad? Vale, te esperamos, adiós. —Sabrina cortó inmediatamente la llamada.Claudia
Tan pronto como salieron del edificio, se dirigieron al hotel, llegaron después de unos diez minutos.Mientras caminaban hacia el ascensor, Ricardo le indicó a Sebastián que recopilara los detalles de la reunión y se los enviara por correo electrónico. Tenía que revisarlo y, si era necesario, señalar los ajustes en la próxima reunión.Después de retirarse a su habitación, Ricardo se dio un largo baño, le encantaba sumergirse en una bañera llena de un agua con miles de burbujas casi caliente, no exactamente tibia, tan caliente como 65 grados, a veces se dormía en la bañera. No podía evitarlo. Esto solía dejarle la piel roja y delicada.Después de su largo baño, se limpiaba la piel con una toalla y se vestía con ropa informal de estar por casa, era uno de sus momentos favoritos del día.Pidió unos bocadillos, comió rápidamente y se retiró para completar el sueño del que se había privado por la mañana.Su siesta se vio interrumpida por el incesante timbre de su teléfono. Arrugó las cejas