Anabella miraba cada día que pasaba de su matrimonio, Jean Carlo se comportaba como un hombre cariñoso y atento, incluso lo comenzaba a admirar cada día más, salvo que seguía con su obstinación de no admitir sus sentimientos por este, la sexualidad no era algo nuevo para ella, pero la vida sexual con el italiano era bastante agradable e igual excitante. En ocasiones el hombre contestaba llamadas y mensajes, pero casi cortaba de inmediato, al parecer era Brassi por el tono molesto de hombre, en otras ocasiones escucho la voz de otras mujeres, pero con ellas, simplemente les decía: — sí, me case, soy muy feliz — y colgaba el celular, pero cuando era Brassi, su rostro se transformaba y le decía en tono molesto, no me molestes, por favor Constanzza, yo te busco después, siempre era lo mismo. ¿aun seguiría visitando a Constanzza?, en ocasiones esos pensamientos no la dejaban estar tranquilo, llevan dos meses de casados; ¡YA FALTABAN DIEZ Y SE TERMINARIA EL CONTRATO!- exclamaba en su cabe
Habían pasado cerca de tres meses desde que la boda entre Anabella y Jean Carlo habían contraído matrimonio, los días generalmente eran buenos, pero había algo que la mujer se encontraba ocultando, en la visita con su ginecóloga de confianza. Días antes. Mira, si este es el pequeño problema — hablo la mujer mientras pasaba un aparato de ultrasonido — si, hay unos pequeños quistes en los ovarios, este es el motivo por el cual te costara trabajo embarazarte — la ginecóloga continua con el estudio, pasaba el aparato del ultrasonido, la tensión que comenzaba a sentir Anabella era demasiado grande. Si al parecer sufres de ovario poliquístico — menciono la doctora — te daremos un tratamiento Anabella, me comentas que tú esposo y tú quieren ser padres, les costara un poco de trabajo, pero no es imposible. Actualidad. No le había dicho la noticia a Jean Carlo, no sabía qué le iba a comentar o decir, era una condición de salud, el tratamiento tenía que comenzarlo después que terminara
Anabella abrió los ojos, en una de sus manos tenía solución salina y en la otra tenía una bolsa de trasfusión, se encontraba mareada y trato de enfocar en donde se encontraba, al parecer estaba en una habitación de hospital. La mujer despertó e intento levantarse, se sentía aturdida, y muy desorientada, una voz masculina la comenzó a tranquilizar — relájate mi amor — le decía el hombre — todo está bien, tienes que descansar — hablo Jean Carlo. Anabella Andollini abrió miro a su esposo y solo pudo preguntar — ¿Qué me sucedió? - Tuviste un aborto espontaneo — dijo él — pero al parecer tu coagulación no es buena, y fue por eso que no se dio el embarazo. ¿embarazada? — pregunto ella — yo no puedo estar o pude estar embarazada — hablo ella con voz mareada y un poco desorientada. Tenías dos meses — hablo el hombre — no pudieron salvar al bebé, te lograron salvar a ti — el hombre se miraba completamente espantado y preocupado — Annie, ¿Por qué no me dijiste que te encontrabas embrazada?
Anabella salió del hospital dos días después, con un medicamento que contrarrestara los efectos del anticoagulante y otros, llevaba un poco de shock, al enterarse que se encontraba embarazada, que lo había perdido, y que los medicamentos que ella había estado tomando para quedar embarazada resultaron que hicieron que perdiera al bebé. No comprendo — hablo ella con voz triste —¿Qué ganaba mi doctora?, es lo que no logro asimilar, lo peor es que — se quedó callada, tardaría meses en volver a poder quedar embarazada. Jean Carlo, tenía investigada a la doctora, al parecer la mujer había salido del páis, primero partió con dirección a Europa, pero no podía hacer nada ahí, tenía la idea que alguien había actuado comprando a esa mujer. Anabella tenía el rostro triste y pálido, pero sabía que todo pasaba por algún motivo, en los íltimos eventos en los cuales había salido con Jean Carlo, había tomado muchos tragos o se había mal pasado a la hora de la comida, su bebé hubiera sufrido algo y
Pasaron los días, en su próximo chequeo Anabella al parecer ya no tenía muchos rasgos en la sangre de la gran cantidad de hormonas y de anticoagulantes, al parecer los medicamentos que ahora tomaba la hacían sentir con muchas energías. Te vez muy bien, Anabella — le comento el médico, al parecer tienes un poco de anemia, pero eso se puede remediar, te daremos unas pastillas de hierro y unas cuantas inyecciones de vitaminas — el medico revisaba los análisis de la mujer — es importante que esperes un tiempo para volver a quedar embarazada, aun los investigadores médicos se encuentran investigando el motivo del tratamiento de tu médico tratante — el doctor Rogers miro a Anabella. Es lo que no comprendo, ella siempre fue mi ginecóloga, ¿Qué ganaría con eso? — ella pregunto al médico mientras se ponía su suéter, es lo que alcanzo a comprender — se sentó con tranquilidad — se me hace algo bastante irreal — ella se miraba confundida. Nunca habías sufrido de alguna condición de coagulación
la doctora miraba con ojos de terror al hombre que se encontraba frente a ella, Jean Carlo Andollino se mostraba imponente, y ella en cada momento se comenzaba hacer más pequeña, sabía que es lo que pasaba, pero tenía que fingir, era lo único que quedaba, decir que ella siguió el protocolo y decir que Anabella había escuchado mal. Tome una copa de vino conmigo — hablo el hombre — necesito hablar con usted de algo demasiado importante, al menos para mí — hizo una seña con la cabeza al mesero que trajo una carta y en sus manos traía una botella del mejor vino de italiano, quiero saber todo acerca de ese tratamiento y el motivo de su salida tan rápida de América, sin avisar a sus pacientes, dejándolos desprotegidos, oh si se muy bien todo — Jean Carlo aprobó el vino que le dio el hombre. Pida lo que guste, doctora, esta conversación será la larga, ya que después de esto me acompañara al aeropuerto, oh si sus cosas ya se encuentran en mi avión, tengo muchos contactos, por si está pensa
Una hora más tarde Jean Carlo se encontraba en su casa, Anabella lo recibió con una sonrisa, la mujer tenía la cara marcada con preocupación, por el rostro de Jean Carlo se mostraba los estragos del cansancio por haber viajado tantas horas. He llegado, Annie — hablo el hombre con una mirada llena de amor hacia su esposa — tengo mucho sueño, creo que debería dormir un poco — Jean Carlo se quitó los zapatos y comenzó a desnudarse — me daré una ducha, ¿puedes pedir que nos traigan la cena a la recamara?, mientras cenamos, hablaremos, te diré el motivo de mi viaje y que encontré — Andollini sonrió y entro con calma al baño- Está bien — dijo Anabella y salió de la habitación, llego a la cocina y hablo con una de las mucamas, pidió que la cena y demás lo subieran a la habitación, que por favor subieran mucha agua y comida ligera para el señor Andollini y para ella una pasta solo aderezada con aceite de oliva y con algo de queso parmesano. Al entrar a la habitación su esposo ya se encont
Constanzza recordaba muchas cosas de su vida, de niña había sido querida y amada por sus padres, en especial por su padre, este era un hombre duro y estricto, pero seguía atado al pasado, no quería comprender que él tenía su propia fortuna que no tenía que seguir agradecido a la familia Andollini; estos eran muy raros casi todos los italianos eran así, creían que le debían lealtad a una familia. Cuando se encontraba estudiando la universidad o casi lo último de esta se hizo novia del chico Connor, hijo de una de las mejores familias de Nueva York y del país, pero este era joven y no hijo único, así que no sería el heredero principal. Fue cuando terminaron debido a que Connor se marchó a estudiar una maestría en Europa, así que fue cuando comenzó su relación con aquel viejo Don Luca Salvatore, un viejo italiano fue algo majestuoso, si conocía Europa, pero con el viejo la conoció a todo lujo, jets privados, suites, carros en cada destino y compras muchas compras, fue cuando sus padre