Liam se aferra con uñas y dientes a su fachada de indiferencia. –Estoy con ella por el dinero –responde, y su voz suena tan fría y distante que podría congelar el aire entre ellos. La mentira resuena en sus oídos, pero se aferra a ella como un salvavidas, temeroso de lo que sucedería si admitiera la verdad. Pero Aislyn no es tonta. La conoce demasiado bien como para no ver a través de esa fachada de hielo. –¿Estás seguro? –pregunta, con la calma de alguien que sabe exactamente cómo hurgar en las heridas de otro sin que este lo note. –¿Seguro de que es solo por el dinero? –continúa con voz más suave pero igualmente penetrante. –Si fuera así, ¿por qué te has peleado con la zorra de Kate? Las palabras la atraviesan como flechas y, aunque se esfuerza por mantenerse firme, algo en él vacila. Un dolor profundo, algo muy cercano a la rabia, surge en su pecho. Siente que su control comienza a resquebrajarse, que la fachada que ha construido está a punto de derrumbarse por completo. –
–No tienes que ser perfecto. Nadie lo es. –Dice Aislyn, llena de una firmeza que la sorprende incluso a ella misma. –Solo tienes que dejar de creer que no eres digno de ser amado, que no eres digno de ser feliz. Y, aunque sé que te sientes menos por no tener dinero, no es así. –No puedo hacer nada… –Liam murmura, con la voz rota, ahogada por el peso de la frustración. –Ella canceló el compromiso por una confusión, causada por Kate… algo tan absurdo que ni siquiera tiene sentido. Y ahora, está con otro hombre. Aislyn lo observa en silencio durante un largo momento. –Qué novedad… –comenta Aislyn con una risa irónica, casi amarga. –La maldita Kate siempre está metida en el medio, ¿verdad? Siempre arruinándolo todo… ¡Pero Liam, ya basta! No me hables de ella, porque yo ya estoy harta de escuchar su nombre. Y sobre todo, ¡no me hables de lo que ella ha hecho! –Su tono se vuelve más firme, su mirada fija en él, como si tratara de obligarlo a ver la verdad. –¿Acaso no te das cuenta de q
NARRADOR OMNISCIENTE Unas horas después La noche despliega su manto de esplendor sobre Amara, envolviéndola en un aura de anticipación y emoción que palpitaba en el aire. El rojo fuego de su vestido elegante, con su escote en V y la espalda descubierta, resplandece con una intensidad que rivaliza con el brillo de las velas que iluminan su camino. Cada paso que da al bajar las escaleras es como una nota en la sinfonía del destino, marcando el inicio de una velada que promete ser inolvidable.Al tocar el último escalón, Cristóbal toma la mano de Amara con suavidad, entrelazando sus dedos con los de ella, y la besa con ternura en los nudillos. Su sonrisa es segura, encantadora, como si el mundo entero girara a su alrededor y Amara fuera su joya más preciada. –Estás hermosa –susurra, con un brillo de adoración en los ojos.Pero Amara no lo escucha. Ni siquiera lo ve. Su atención se desvía al instante, atrapada por la figura que se alza a unos pasos de distancia. Sus labios se tensan,
Mientras caminan por el pórtico, Cristóbal se adelanta para abrirle la puerta del auto a Amara, con su sonrisa radiante, triunfante y confiada, como si el mundo girara a su favor. Ella entra sin siquiera dedicarle una mirada a Liam antes de deslizarse en el asiento de cuero con la gracia de quien sabe que tiene el control. Y esa indiferencia le duele más que cualquier palabra.Pero Cristóbal no se conforme con eso. No puede resistirse a la oportunidad de hundir un poco más la espina, y por eso, antes de subir, se acerca a Liam con pasos deliberados. En su mirada hay algo venenoso, una mezcla de desafío y burla dibujándose en su rostro. Se detiene a pocos centímetros de él, disfrutando cada segundo del enojo que provoca en el joven. –Deberás seguirnos a Il nostro amore incantato –dice, pronunciando el nombre con una arrogancia que resuena como una bofetada. – Aunque dudo que sepas dónde queda… considerando tus escasos recursos. Pero… –Sé muy bien dónde está ese lugar –lo interru
Al atravesar la entrada, los visitantes se ven inmediatamente envueltos en una visión arrebatadora, casi sobrenatural. El techo, adornado con frescos majestuosos y molduras estucadas que parecen respirar, se extiende hacia arriba como si quisiera abrazar el alma misma de quien lo observa. Cada rincón de la habitación está bañada en una luz tan pura que el blanco parece tener vida propia, irradiando una calma que contrasta con la vorágine interna de cada persona que cruza ese umbral.El aire es denso, como si el lugar mismo estuviera cargado de secretos, de promesas que apenas se atreven a salir a la luz. Los platos, dispuestos con una precisión casi obsesiva sobre las mesas, parecen más que simples alimentos; son fragmentos de una historia que aguardan ser revelados, cada uno diseñado para invadir los sentidos y provocar una reacción visceral, profunda. Las opciones, cinco para el almuerzo, ocho para la cena, parecen muchas, pero ninguna es trivial. Cada uno de estos platos no solo b
Liam asiente con gesto cortés y aunque su rostro permanece sereno, su corazón late con furia, anhelando el momento en que pueda liberar la rabia y el dolor que lo consume en la intimidad de su propio espacio. Por ahora, sin embargo, se obliga a seguir adelante, como un soldado en su puesto, cumpliendo con su deber a pesar de las heridas que se abren en su alma.Después de escoltar a Amara hacia su asiento con la gracia de un anfitrión consumado, el maître se acerca a la mesa con la elegancia de un bailarín y con un gesto reverencial, desliza la carta frente a la pareja. –En unos minutos vendré a tomar su orden – anuncia con una sonrisa profesional, antes de deslizarse con gracia entre las mesas.Mientras tanto, el maître se dirige hacia Liam con una mezcla de simpatía y resignación en su mirada. Con un suspiro apenas perceptible, le entrega la misma carta. –Lamento que tenga que trabajar para un hombre así, pero lamentablemente nuestras vidas como trabajadores son así– murmura con
El aire se torna denso entre ellos, cargado de una tensión casi irrespirable. Amara siente el peso de las palabras de Cristóbal aplastando sus hombros, pero su corazón permanece impasible. No es falta de amor, ni de emoción, sino la clara certeza de que nunca podrá corresponderle. No importa lo que diga, lo que sienta él, nunca podrá ser suyo. Mientras lo observa, se da cuenta de lo dulce y genuino que es. La devoción inquebrantable que pocos estarían dispuestos a ofrecer, algo tan raro y puro… y eso, precisamente, lo hace peligroso. Un hombre como él puede ser una amenaza o una ventaja, todo depende de cómo se manejen las cartas que tiene en sus manos. ¿Por qué rechazar algo así?. Es tentador, casi inevitable pensar en lo que podría ganar. Podría ser útil. Podría ser suyo. Un suspiro escapa de sus labios, apenas audible, mientras sus ojos se suavizan en una ternura calculada, esa que sabe perfectamente cómo desarmarlo, como robarle una parte de sí mismo sin que él se dé cuenta.
Amara no se inmuta ante su estallido. Se queda de pie, fría y desafiante, sus ojos brillan con una intensidad que parece desafiarlo todo. –¿Quién diablos te crees para hablarme de esa manera?– No hay rastro de la vulnerabilidad que él había esperado. –¿Acaso olvidaste que no somos más que una jefa y su empleado? –dice, ignorando por completo la angustia que se derrama en las palabras de Liam.–¡No quiero ser solo tu empleado, maldita sea! –Las palabras explotan de la boca de Liam como un grito desesperado, su voz quebrada por la impotencia. Los ojos, llenos de furia y frustración, destilan un rencor contenido, como si estuviera arrastrando un peso insoportable en su pecho. Se siente atrapado, como si no pudiera escapar de las cadenas invisibles que le atan a su lugar en la vida de Amara. Un dolor profundo lo consume al darse cuenta de que sus sentimientos por ella siempre han sido un juego, una fantasía inalcanzable.Amara lo observa, fría y distante, mientras la tormenta de emocion