Braelyn... ¡niña! Damele un descanso al lobito Hahahahaha
CENA ROMÁNTICA II (+18) Un momento después, el Alfa cruzó la gruta a grandes zancadas. Los pies de Braelyn tocaron el suelo al llegar a la pared, él la hizo girar hasta que sus pechos tocaron la fría pared. Sebastián levantó una mano por encima de su cabeza y luego la otra. ―Déjalos ahí ―ordenó. ―Sebastián… ¿Qué…? ― las palabras murieron en su garganta cuando la agarró por las nalgas, abriéndola antes de penetrarla de golpe. Braelyn jadeo de placer, sus tetas se estrellaron contra la pared mientras él la penetraba una y otra vez. Sus dedos se clavaron en sus caderas y la necesidad de ser follada salvajemente la excitó. ―Después de que una hembra le haya dado permiso, un Alfa toma lo que quiere y cuando quiere ―le gruñó al oído. ― Y si mi hembra necesita más, entonces le doy más. ―Yo… ― las palabras volvieron a morir en sus labios, porque Sebastián estaba embistiéndola y jugando con su clítoris al mismo tiempo ―¡Diosa! ―¿Te gusta? ―le dijo al oído ―Voy a dejarte completamente
NO QUIERO DEJARTE. La madrugada apenas despuntaba cuando Sebastián se preparaba para partir. El silencio se extendía por todo el patio del castillo Donovan, mientras Braelyn observaba cada movimiento de su Alfa con preocupación. ―¿Seguro estarás bien? ―preguntó Sebastián, con una voz que mostraba su renuencia a dejarla. Sus ojos se encontraron con los de ella, buscando confirmación. Ella asintió, su expresión era serena, pero sus ojos no ocultaban la inquietud que sentía. ―Sí, voy a estar bien, no te preocupes ―dijo Braelyn sonando calmada. ―Tú ve cuanto antes y resuelve todo. Prometo que estaré aquí esperándote. Sebastián se acercó a ella, su rostro endurecido se suavizó al tocar su mejilla con el pulgar. ―No me siento bien dejándote, ángel ―admitió con un susurro. ―Te quiero a mi lado. ―Yo también te quiero a mi lado, Alfa. ―respondió con dulzura ―Pero… de verdad no puedo verla, no hasta que me digas que ella mintió. Sebastián podía entender la incomodidad de Braelyn y aunque
ESTE ES MI HOGAR ―Sebastián… ―Erika susurro con un rastro de temor y arrepentimiento en su voz. ―¡Habla! ―exclamo golpeando uno de los barrotes y haciendo que Erika se sobresaltara ―Habla o te juro por la diosa que… ―Siempre fui una Omega en la manada de tu padre, y aunque me sentía atraída hacia ti… sabía que las reglas de la jerarquía nos separaban. ―Erika bajó la cabeza y cerró los ojos, las lágrimas mojaron sus dedos temblorosos ― Cuando Sedrik tomó el mando, supe que las cosas se complicarían… La expresión de Erika se volvió aterradora, recordando el día en que intentó huir. ―Traté de escapar, pero los hombres de Sedrik me atraparon. ―sollozo ― Me llevaron ante él y… luego de que… ―ella buscó aire tratando de calmarse ― él me ofreció una elección desgarradora: trabajar para él o enfrentar o morir. Los ojos azules de Sebastián nunca perdieron su ira, sin embargo, quería seguir escuchando antes de tomar una decisión. ―Acepte… ―un escalofrío recorrió a Erika mientras continuab
UN PRECIO DEMASIADO ALTO. El silencio de la noche se cernía sobre la celda fría y solitaria donde Erika yacía en un sueño inquieto. La luna se ocultaba, como si presagiara la oscuridad que se avecinaba. De repente, un temblor sutil, casi imperceptible, recorrió el suelo de piedra. Erika, aun en las garras del sueño, sintió cómo sus sentidos, agudizados por el instinto de supervivencia, se disparaban en alerta máxima. Algo había cambiado en la atmósfera, algo o alguien había invadido su espacio sagrado. Sus ojos se abrieron de golpe, y la poca luz que se filtraba a través de las rejas reveló una silueta imponente. Un lobo marrón, con ojos que destellaban una sed asesina, la observaba fijamente. Erika no necesitaba preguntar; conocía esos ojos, esa presencia. Era Sedrik, o mejor dicho, un emisario de muerte. ―Él te envió, ¿verdad? ―su voz era un gruñido bajo, cargado de desafío y furia contenida. ―¡Pues entonces no moriré sin pelear! ―¡Los traidores merecen la muerte como castigo! ―g
UN ENEMIGO DEMASIADO CERCA. La luz del amanecer se filtraba tímidamente por los vidrios de los ventanales, bañando la mesa de desayuno con tonos dorados y anaranjados. Sebastián y Callum estaban sentados uno frente al otro, la tensión entre ellos era palpable, casi como si pudiera cortarse con un cuchillo. ―Entonces, ¿la vas a dejar ir? ―Callum, con el ceño fruncido y un rastro de incredulidad en su mirada, replicó. ―Sí, Callum. No voy a condenarla, además está embarazada de mi sobrino. Pero el Beta no estaba muy convencido. ―¿Le crees? ―preguntó, su voz teñida de duda. Sebastián suspiró profundamente, cerrando los ojos por un momento, como si buscara la fuerza para admitir una verdad dolorosa. ―Lo vi en sus ojos ―dijo el Alfa ―Estaba arrepentida y además… La tensión aumentó cuando Sebastián dejó su tenedor sobre el plato con un gesto brusco y golpeó la mesa, haciendo que los utensilios temblaran. ―Sedrik… abusó de ella. Callum se atragantó con su comida, tosiendo y ahogándos
UN ENEMIGO DEMASIADO CERCA (II) Tobías, estaba en medio de un entrenamiento intensivo con uno de sus hombres, cuando uno de los hombres de Boris se acercó corriendo, con la respiración agitada y la urgencia reflejada en sus ojos. ―¡Alfa Tobías! ―dijo con la respiración agitada ― ¡Hay problemas! La señorita Braelyn está en peligro. Tobías detuvo bruscamente su entrenamiento y la preocupación se reflejó de inmediato en su rostro. ― ¿Qué? ¿Dónde está Braelyn? ¿Qué ha sucedido? ―El Alfa Boris me envió. ―contesto nervioso ― dijo que la encontraron en una situación peligrosa y que necesita tu ayuda inmediata. El miedo se apoderó de Tobías, y una sensación de desesperación se instaló en su pecho. No tuvo tiempo para nada más, su único pensamiento era ir por ella. ― ¡Vamos! ―dijo decidido ―No podemos perder tiempo, llévame a Braelyn. Abandonando el entrenamiento, Tobías y el hombre de Boris se apresuraron hacia el lugar indicado, sin sospechar que estaba siendo llevado a una trampa cui
LA LLAVE.La habitación estaba impregnada de tensión y Callum, con el ceño fruncido, miró a Sebastián, con la voz teñida de confusión.―¿Una pluma?Sebastián asintió, su rostro serio, iluminado por la tenue luz.―Sí, una pluma mágica. Ha estado en nuestra familia… o más bien, la llave que abre la ubicación de la pluma, ha estado en mi familia por generaciones. Y eso es lo que quiere Sedrik. Por eso envió a Erika aquí y le ordenó que me sedujera.El Beta hizo una mueca ante la complejidad de la situación.―Entonces… ¿Dónde está la llave?―Eso es lo que voy a descubrir ―afirmó Sebastián con determinación.Callum se pasó una mano por el cabello preocupado.―Espera, ¿y Erika? ¿No vas a ir tras ella?―No, no tiene sentido. Estoy seguro de que estará a salvo fuera de esta manada. Si Sedrik envió a alguien para matarla, lo que es muy probable, lo intentará de nuevo. Ella ya ha sufrido demasiado.Hubo un suspiro pesado de Callum.―Sebastián, el cachorro es tu sobrino ―comenzó, pero luego negó
EL SE LA LLEVO.En el castillo Donovan, Tobías avanzaba con pasos firmes y decididos hacia las habitaciones principales. Desde su llegada, no había podido establecer comunicación con el viejo Alfa, y lo único que sabía era por boca de Boris, quien le había informado que su estado de salud era delicado. Sin embargo, las sospechas de que Boris tenía algo que ver con la precaria salud del Alfa crecían en su mente. Al llegar a la puerta de la habitación, dos guardias se encontraban apostados como estatuas vivientes, cuyos ojos seguían cada movimiento. Tobías les gruñó, una advertencia baja y amenazante que hizo eco en el silencio del pasillo, y los guardias, reconociendo la supremacía de su energía Alfa, se apartaron permitiéndole pasar.La habitación estaba sumida en penumbras, apenas iluminada por la luz mortecina de unas velas que arrojaban sombras inquietantes sobre las paredes. El olor a muerte era casi palpable en el aire, un presagio siniestro que lo envolvía todo. Tobías se acercó