Faltan dos y terminamos con el maratón. XOXO.
PLANES CONSUMADOS. En la sala del consejo, Ulzun se alzó las cejas ante la noticia de la partida de Leandro. Sus ojos se encontraron con los de Elijah. ―Parece que nuestro ilustre pretendiente ha decidido abandonar el juego. Elijah se recostó en la silla con una sonrisa burlona en sus labios. ―Ya te había dicho que no tenía oportunidad contra mí, simplemente ha sacado a relucir su vena cobarde. Un resoplido burlón salió de los labios del viejo Alfa y Elijah se inclinó para mirarlo fijamente. ―¿Qué haremos ahora? ―Leandro siempre ha sido un cobarde. ―dijo Ulzun con desdén ― Pero no te preocupes, Elijah. No necesitamos seguir con este campeonato absurdo. Tú obtendrás la mano de mi hija. El joven Alfa saboreo el dulce sabor de la victoria y sus ojos se llenaron de emoción. ―¿Crees que Irene este de acuerdo? ―dijo pareciendo preocupado. ―Ella hará lo que se le ordene. ―Ulzun dictaminó ―Sabe que su deber como princesa de esta manada es unirse a quien yo considere más conveniente.
CAOS Y MUERTE. Elijah, sonrió malvadamente y se acercó a su beta. Los ojos del Alfa brillaban con ambición mientras le daba órdenes a su leal subordinado. ―Ha llegado el momento. Es hora de mostrarle a la manada Silver quién manda de verdad. Empieza el ataque. Quiero que arrasemos con todo, desde la mina de plata hasta sus hogares. Que sientan el verdadero poder del Linaje Real. El Beta asintió con determinación, preparando a los lobos para la batalla. El Beta transmitió las órdenes, y los lobos oscuros se lanzaron hacia las tierras de la manada Silver. La batalla estalló con ferocidad. Los aullidos resonaron en los alrededores y pronto se desarrollaría una batalla campal. Mientras tanto, Elijah se dirigió al estudio de Ulzun con una idea clara. El viejo Alfa, de cabellos plateados y mirada sabia, estaba de pie junto a la ventana, contemplando sus tierras. Al percatarse de la presencia de Elijah, se giró y le dedicó una sonrisa cálida. ―¿Ya has informado a Irene? Estoy seguro de
UN NUEVO REFUGIO. Dos días después… ―¡¿Qué acabas de decir?! ―Leandro miró a su hermano menor con los ojos abiertos de par en par. Su corazón latía con velocidad y su estómago se tensó por la noticia. La manada Silver había sido víctima de un devastador ataque. La manada estuvo al borde de la extinción. Su corazón se rompió por el dolor mientras escuchaba las terribles noticias. Lorcan, con una mirada sombría, estaba frente a él, confirmándole lo impensable. ―Lo siento hermano, pero esas son las noticias oficiales. ―No… no puede ser… ―murmuro el Alfa con voz temblorosa ―¿Quién… quién lo hizo? ―El Alfa de la manada Linaje Real. ―dijo Lorcan rápidamente. Observando como los ojos de su hermano cambiaban de color ante la revelación. ―¿Elijah? ¡¿Elijah se apoderó de la manada Silver?! ¡¿Asesino a Ulzun?! ―Elijah ha tomado el control por la fuerza, convirtiendo a varios lobos en sus esclavos. ―Lorcan apretó los dientes ― La manada ha sufrido mucho. El corazón de Leandro se retorció
UN LOBO QUE RECONOCE A SU LOBA.Leandro quedó paralizado al ver a Irene entrar por la puerta de la sala principal. Su corazón latía desbocado en su pecho mientras la observaba, aliviado de verla sana y salva, lejos de Elijah.―¿Irene? ―fue lo único que salió de sus labios.La loba caminó con gracia hacia el Alfa, su figura curvilínea destacaba bajo la luz de los candelabros. Vestía un ajustado vestido negro con detalles de encaje en el escote y las mangas, que resaltaban su belleza natural. Sus botas negras de tacón alto y detalles de piel le daban un aire elegante y salvaje al mismo tiempo.Su maquillaje ahumado en tonos oscuros resaltaba su mirada intensa, mientras que el lápiz labial rojo intenso le daba un toque de sensualidad. Toda ella irradiaba una energía salvaje y misteriosa que perfectamente atraería la atención de cualquier lobo. Y Leandro no fue la excepción. El pobre hombre no podía evitar sentirse atraído por su belleza y ahora su aura peligrosa.Sin embargo, su sorpresa
ESA ES MI CONDICIÓN.El estudio estaba impregnado de una tensión palpable mientras Leandro e Irene se enfrentaban.―¿Qué? ―ella lo miró como si le hubiera crecido otra cabeza.—Lo que escuchaste—dijo con voz contenida— ¿Qué está pasando entre tú y el beta?Irene se echó a reír en su cara y se alzó de hombros en un gesto despreocupado.—No veo por qué debería darte explicaciones. No hay nada entre nosotros.La respuesta de Irene, aunque fingida, su fría indiferencia, resonó en el estudio. Y Leandro, sintió el peso de sus propias acciones.—Irene, necesitamos hablar, ¿De acuerdo? Hay mucho que debo explicar, sé que fui…—No vine aquí a hablar del pasado —lo interrumpió—Me quedó perfectamente claro en ese momento lo que sientes y piensas de mí y si por alguna razón en tu loca cabeza está la idea de que aún estoy enamorada de ti, pues quédate tranquilo. Ya te superé. Yo no te amo.Ella repitió deliberadamente las mismas palabras que él le había dicho en el pasado. Desafiante, mantuvo su m
¿TARÁNTULA ERES TÚ? Irene enfrentó a Leandro con una mirada desafiante que chispeaba determinación. ―Ni sueñes con que volveré contigo, Leandro. No seré tu luna ni llevaré a cabo tu fantasía de tener un hijo juntos ― espetó con un tono que dejaba claro que sus decisiones eran inquebrantables. El Alfa, al percibir su negativa, dejó que una expresión dominante y celosa se apoderara de su rostro. ―¿Ese imbécil tiene algo que ver en esto? ¿Eh? ¿Es él la razón por la que te resistes? ―preguntó con una voz ronca, intentando ocultar la intensidad de sus emociones. Irene, sin inmutarse, lo desafió con una mirada indiferente. ―Esto no tiene nada que ver con Arthur. Vine aquí con intención de recuperar y proteger a mi manada, Leandro. No de tener alguna relación contigo ―declaró, segura de sí misma. El Alfa gruñó y ella retrocedió queriendo mantener la distancia. Pero, Leandro estaba decidido a no dejarla ir, así que intensificó su postura. ―La única forma de salvar a tu manada es conver
SOLO ES UNA UNIÓN TEMPORAL. El silencio pesaba en la habitación, pero fue roto por la respiración agitada de Arthur, el beta de la manada Silver. Sus ojos reflejaban una mezcla de frustración y angustia mientras miraba a Irene, quien sostenía la firmeza de su decisión. —Irene, ¿cómo pudiste aceptar eso? — inquirió Arthur con voz tensa, y su corazón latiendo con fuerza —No puedo soportar la idea de que estés con él. Irene, sintiendo la preocupación sincera de su amigo, suspiró antes de responder con calma. —Arthur, es temporal. Yo… no tengo intenciones de desarrollar sentimientos por Leandro. Esto es por la manada — explicó, tratando de que entendiera que esta unión no iba más allá de la necesidad del momento. El beta, sin embargo, no podía ignorar la tensión que se apoderaba de su pecho. Se acercó a Irene, y sus brazos la rodearon con fuerza en un abrazo desesperado. Besó su cabeza con ternura, como si temiera que este fuera el último momento que compartían. —No quiero perderte,
FINALMENTE UNIDOS.La tarde se cernía sobre la mansión de la manada Alerón, y con ella, la inevitable ceremonia de apareamiento que cambiaría el destino de Irene. En su habitación, una empleada entregó una caja adornada con un lazo negro. —Es un regalo del alfa — anunció la sirvienta. Irene, con indiferencia, asintió y le indicó que lo dejara sobre la cama.El nerviosismo se filtraba en cada rincón de la habitación, aunque intentaba mostrarse imperturbable, por dentro su pecho estaba a punto de explotar. Finalmente, se convertiría en lo que había soñado y estaría unida al lobo que era dueño de su corazón, sin embargo, las razones no estaban basadas en el amor. Estaba segura de que Leandro le había propuesto este trato, únicamente por la mina, todo aquel que se acercaba lo hacía con la esperanza de poner sus garras en ella.Esta noche sería su unión oficial con Leandro, convirtiéndose en la luna de la manada Alerón. Pero si Leandro creía que metería en una cama con él, estaba muy equ