XOXO.
UN NUEVO REFUGIO. Dos días después… ―¡¿Qué acabas de decir?! ―Leandro miró a su hermano menor con los ojos abiertos de par en par. Su corazón latía con velocidad y su estómago se tensó por la noticia. La manada Silver había sido víctima de un devastador ataque. La manada estuvo al borde de la extinción. Su corazón se rompió por el dolor mientras escuchaba las terribles noticias. Lorcan, con una mirada sombría, estaba frente a él, confirmándole lo impensable. ―Lo siento hermano, pero esas son las noticias oficiales. ―No… no puede ser… ―murmuro el Alfa con voz temblorosa ―¿Quién… quién lo hizo? ―El Alfa de la manada Linaje Real. ―dijo Lorcan rápidamente. Observando como los ojos de su hermano cambiaban de color ante la revelación. ―¿Elijah? ¡¿Elijah se apoderó de la manada Silver?! ¡¿Asesino a Ulzun?! ―Elijah ha tomado el control por la fuerza, convirtiendo a varios lobos en sus esclavos. ―Lorcan apretó los dientes ― La manada ha sufrido mucho. El corazón de Leandro se retorció
UN LOBO QUE RECONOCE A SU LOBA.Leandro quedó paralizado al ver a Irene entrar por la puerta de la sala principal. Su corazón latía desbocado en su pecho mientras la observaba, aliviado de verla sana y salva, lejos de Elijah.―¿Irene? ―fue lo único que salió de sus labios.La loba caminó con gracia hacia el Alfa, su figura curvilínea destacaba bajo la luz de los candelabros. Vestía un ajustado vestido negro con detalles de encaje en el escote y las mangas, que resaltaban su belleza natural. Sus botas negras de tacón alto y detalles de piel le daban un aire elegante y salvaje al mismo tiempo.Su maquillaje ahumado en tonos oscuros resaltaba su mirada intensa, mientras que el lápiz labial rojo intenso le daba un toque de sensualidad. Toda ella irradiaba una energía salvaje y misteriosa que perfectamente atraería la atención de cualquier lobo. Y Leandro no fue la excepción. El pobre hombre no podía evitar sentirse atraído por su belleza y ahora su aura peligrosa.Sin embargo, su sorpresa
ESA ES MI CONDICIÓN.El estudio estaba impregnado de una tensión palpable mientras Leandro e Irene se enfrentaban.―¿Qué? ―ella lo miró como si le hubiera crecido otra cabeza.—Lo que escuchaste—dijo con voz contenida— ¿Qué está pasando entre tú y el beta?Irene se echó a reír en su cara y se alzó de hombros en un gesto despreocupado.—No veo por qué debería darte explicaciones. No hay nada entre nosotros.La respuesta de Irene, aunque fingida, su fría indiferencia, resonó en el estudio. Y Leandro, sintió el peso de sus propias acciones.—Irene, necesitamos hablar, ¿De acuerdo? Hay mucho que debo explicar, sé que fui…—No vine aquí a hablar del pasado —lo interrumpió—Me quedó perfectamente claro en ese momento lo que sientes y piensas de mí y si por alguna razón en tu loca cabeza está la idea de que aún estoy enamorada de ti, pues quédate tranquilo. Ya te superé. Yo no te amo.Ella repitió deliberadamente las mismas palabras que él le había dicho en el pasado. Desafiante, mantuvo su m
¿TARÁNTULA ERES TÚ? Irene enfrentó a Leandro con una mirada desafiante que chispeaba determinación. ―Ni sueñes con que volveré contigo, Leandro. No seré tu luna ni llevaré a cabo tu fantasía de tener un hijo juntos ― espetó con un tono que dejaba claro que sus decisiones eran inquebrantables. El Alfa, al percibir su negativa, dejó que una expresión dominante y celosa se apoderara de su rostro. ―¿Ese imbécil tiene algo que ver en esto? ¿Eh? ¿Es él la razón por la que te resistes? ―preguntó con una voz ronca, intentando ocultar la intensidad de sus emociones. Irene, sin inmutarse, lo desafió con una mirada indiferente. ―Esto no tiene nada que ver con Arthur. Vine aquí con intención de recuperar y proteger a mi manada, Leandro. No de tener alguna relación contigo ―declaró, segura de sí misma. El Alfa gruñó y ella retrocedió queriendo mantener la distancia. Pero, Leandro estaba decidido a no dejarla ir, así que intensificó su postura. ―La única forma de salvar a tu manada es conver
SOLO ES UNA UNIÓN TEMPORAL. El silencio pesaba en la habitación, pero fue roto por la respiración agitada de Arthur, el beta de la manada Silver. Sus ojos reflejaban una mezcla de frustración y angustia mientras miraba a Irene, quien sostenía la firmeza de su decisión. —Irene, ¿cómo pudiste aceptar eso? — inquirió Arthur con voz tensa, y su corazón latiendo con fuerza —No puedo soportar la idea de que estés con él. Irene, sintiendo la preocupación sincera de su amigo, suspiró antes de responder con calma. —Arthur, es temporal. Yo… no tengo intenciones de desarrollar sentimientos por Leandro. Esto es por la manada — explicó, tratando de que entendiera que esta unión no iba más allá de la necesidad del momento. El beta, sin embargo, no podía ignorar la tensión que se apoderaba de su pecho. Se acercó a Irene, y sus brazos la rodearon con fuerza en un abrazo desesperado. Besó su cabeza con ternura, como si temiera que este fuera el último momento que compartían. —No quiero perderte,
FINALMENTE UNIDOS.La tarde se cernía sobre la mansión de la manada Alerón, y con ella, la inevitable ceremonia de apareamiento que cambiaría el destino de Irene. En su habitación, una empleada entregó una caja adornada con un lazo negro. —Es un regalo del alfa — anunció la sirvienta. Irene, con indiferencia, asintió y le indicó que lo dejara sobre la cama.El nerviosismo se filtraba en cada rincón de la habitación, aunque intentaba mostrarse imperturbable, por dentro su pecho estaba a punto de explotar. Finalmente, se convertiría en lo que había soñado y estaría unida al lobo que era dueño de su corazón, sin embargo, las razones no estaban basadas en el amor. Estaba segura de que Leandro le había propuesto este trato, únicamente por la mina, todo aquel que se acercaba lo hacía con la esperanza de poner sus garras en ella.Esta noche sería su unión oficial con Leandro, convirtiéndose en la luna de la manada Alerón. Pero si Leandro creía que metería en una cama con él, estaba muy equ
NOCHE DE APAREAMIENTO. Las omegas se movían con destreza alrededor de Irene, ayudándola a prepararse para la ceremonia de apareamiento. A pesar de sus esfuerzos por mantener la calma, el corazón de Irene, latía con fuerza y también estaba teniendo una lucha interna con su lobo. Su lobo interior anhelaba la unión con el lobo de Leandro, gritando por la conexión que ella se negaba a aceptar. Irene apretó los dientes con fuerza y regañó a su loba, recordándole la manera en que Leandro las rechazó y el dolor que les causó. Sin embargo, el lamento doloroso de su loba y su agitación por su compañero era fuerte. Cuando finalmente estuvo lista, las omegas le informaron que debían dirigirse a la habitación del Alfa. Un nudo se formó en su estómago mientras asentía, y con pasos vacilantes, salió de la habitación. Al llegar a la imponente puerta de la habitación de Leandro, inhaló profundamente antes de girar el pomo. La habitación era un despliegue de masculinidad, y el corazón de la recién
UNA LUNA FURIOSA ―¿Noche de apareamiento? Irene lo miró con una mezcla de emociones contradictorias, en ese momento, sentía conmoción, dolor, rabia y, aunque lo odiaba, una pizca de felicidad la golpeó que casi le quitó el aliento. Vestido nada más que con una túnica negra y dejando al descubierto su perfecto torso, Leandro Alerón era dueño del espacio del alrededor. Mientras que el Alfa miraba a la mujer delante de él y no podía dejar de admirar su belleza. ―Hermosa. Eres tan malditamente hermosa, que casi me duele mirarte ―Leandro detalló su rostro en forma de corazón, su nariz pequeña, su piel delicada y las hermosas pecas que anhelaba trazar con su lengua. Su lobo caminaba de un lado al otro, contento, pero también inquieto y más vivo que nunca. «Eres mia. Finalmente eres mia» Un feroz anhelo, tanto emocional como físico, atravesó al Alfa, haciendo que su cuerpo cobrara vida. La recorrió con la mirada, volviéndose familiar con cada línea y curva. ―Irene… ―Vete. ―lo interrum