¡Awww! Lo amo, es todo lo que dire.
JOVEN ARROGANCIA. La luz del sol iluminaba el comedor cuando Irene bajó con una sonrisa que iluminaba su rostro. El aroma de la comida recién preparada flotaba en el aire cuando entró al comedor y vio a su padre, el alfa Ulzun, esperándola junto a Leandro. ― Buenos días, hija. ―Buenos días, padre. Irene le devolvió el saludo con una sonrisa forzada, pero sus ojos brillaban con complicidad al encontrarse con la mirada de Leandro. Se sonrojó levemente, tratando de disimular su reacción. ― ¿Estás bien, Irene? ― Sí, padre. Solo me levanté un poco cansada. El alfa se preocupó seriamente por su hija. ―¿Quieres que ordene que vengan las sanadoras? ―¡No! ―nego rápidamente ―No es nada grave, es solo que… no dormí lo suficiente. ―Pero sí, te acostaste temprano. Ella hizo todo lo posible por no dejarse en evidencia. Se había acostado casi al amanecer, Leandro había logrado convencerla una vez más. ―Seguramente son las pieles… o el colchón, lo hablaré con Magda, no te preocupes. El vi
LOBO DÉBIL. Cuando Leandro y Elijah se alejaron, Ulzun, el padre de Irene, observó a su hija con ojos astutos. Su intuición de padre le susurraba que algo más estaba pasando, especialmente entre su hija y Leandro. Clavo en ella una mirada inquisitiva. ―¿Qué está pasando, Irene? ¿Hay algo que no me estás diciendo? ― preguntó con voz grave resonando en el salón. Irene titubeó, tentada a confiar en su padre, pero recordando las palabras de Leandro, optó por la negación. ―Nada, padre. Solo algunas tensiones momentáneas entre los lobos. Nada que no pueda manejarse. El viejo alfa entrecerró los ojos y miró fijamente a su hija. Su experiencia le decía dos cosas, la primera era que le mentía descaradamente y la segunda que ella y el hijo mayor de Brutus se traían algo entre manos. A decir verdad, él había aceptado que Leandro compitiera, únicamente para vengarse, sabiendo que había lobos más jóvenes que él y con la fuerza necesaria para vencerlo, estaba seguro de que su muerte llegaría d
ENFERMEDAD LUPINA.La casa de Leandro se sumió en una atmósfera tensa cuando su beta, Watt, notó la inquietud en la mirada del alfa. El beta se acercó con cautela, preguntándole a Leandro qué sucedía.—Alfa, ¿Está bien? La figura de Irene se dibujaba en su mente, un faro de amor en medio de la oscuridad que amenazaba con envolverlo.—Irene…— murmuró en un susurro, dejando que su nombre resonara en el aire como una plegaria. Recordó la suavidad de su piel, la chispa en sus ojos y la calidez de su abrazo. Su amor por ella era un fuego que ardía con intensidad, iluminando incluso los rincones más oscuros de su alma.Sin embargo, la llama del amor también iluminó la sombra de la vergüenza que Leandro intentaba enterrar. La imagen de Elijah, el desafío casi perdido, le atormentaba. La vergüenza de casi ceder ante su rival amenazaba con eclipsar la luz de su conexión con Irene.—Debo ser más fuerte —murmuró consigo mismo, la determinación destellando en sus ojos. Intentó conectarse con s
ENFERMEDAD LUPINA (II)La atmósfera se llenó con la presencia del sanador más antiguo de la manada Silver. Su cabello grisáceo denotaba la sabiduría acumulada a lo largo de los años, y sus ojos centelleaban con una mezcla de compasión y preocupación al ver a Leandro. El beta esperó ansioso mientras el sanador comenzó a examinar a su Alfa.Después de un silencioso análisis, el sanador se apartó unos pasos antes de dirigir la mirada a Leandro con una expresión seria.―Leandro, temo que tu lobo está enfermo. ― le dio una mirada complicada ― Padece de la enfermedad lupina.El Alfa, de repente, sintió un nudo en el estómago.―¿Enfermedad lupina? ―preguntó, su voz temblando ligeramente.El sanador asintió con solemnidad.―Sí, es una enfermedad que afecta el vínculo emocional entre los lobos. Puede debilitar el lazo entre tú y tu lobo.Leandro intercambió miradas con Watt, ambos estupefactos por la noticia.―¿Cómo es posible? ¿Qué causó esto?El sanador suspiró antes de responder.―Es un tra
UN ALFA DEBE ASPIRAR MAS ALTO. La puerta se abrió lentamente, y Leandro se encontró con la figura de Irene de pie en el umbral. Ella se sentía profundamente enamorada, y antes de que pudiera reaccionar, lo envolvió en un abrazo apasionado. La calidez de su cuerpo, la familiaridad de su aroma, todo resonaba en el corazón del Alfa. Irene alzó el rostro hacia él y lo besó con ansias. ―Gracias a la diosa, estás bien ―dijo mientras dejaba un reguero de besos en su rostro ―Creo que no habría podido dormir, sabiendo que estabas herido. ―lo besó de nuevo. Leandro, aunque sabía que debía alejarse, no pudo resistirse y correspondió a su beso, rogando internamente a la diosa Luna para que su lobo la reconociera al menos una sola vez antes de dejarla ir. Sin embargo, no sucedió y la realidad golpeó. Sabía lo que debía hacer. Y con una mezcla de pasión y resignación, la besó con intensidad, abrazándola con fuerza mientras su corazón latía descontroladamente por la loba que había capturado su
PLANES CONSUMADOS. En la sala del consejo, Ulzun se alzó las cejas ante la noticia de la partida de Leandro. Sus ojos se encontraron con los de Elijah. ―Parece que nuestro ilustre pretendiente ha decidido abandonar el juego. Elijah se recostó en la silla con una sonrisa burlona en sus labios. ―Ya te había dicho que no tenía oportunidad contra mí, simplemente ha sacado a relucir su vena cobarde. Un resoplido burlón salió de los labios del viejo Alfa y Elijah se inclinó para mirarlo fijamente. ―¿Qué haremos ahora? ―Leandro siempre ha sido un cobarde. ―dijo Ulzun con desdén ― Pero no te preocupes, Elijah. No necesitamos seguir con este campeonato absurdo. Tú obtendrás la mano de mi hija. El joven Alfa saboreo el dulce sabor de la victoria y sus ojos se llenaron de emoción. ―¿Crees que Irene este de acuerdo? ―dijo pareciendo preocupado. ―Ella hará lo que se le ordene. ―Ulzun dictaminó ―Sabe que su deber como princesa de esta manada es unirse a quien yo considere más conveniente.
CAOS Y MUERTE. Elijah, sonrió malvadamente y se acercó a su beta. Los ojos del Alfa brillaban con ambición mientras le daba órdenes a su leal subordinado. ―Ha llegado el momento. Es hora de mostrarle a la manada Silver quién manda de verdad. Empieza el ataque. Quiero que arrasemos con todo, desde la mina de plata hasta sus hogares. Que sientan el verdadero poder del Linaje Real. El Beta asintió con determinación, preparando a los lobos para la batalla. El Beta transmitió las órdenes, y los lobos oscuros se lanzaron hacia las tierras de la manada Silver. La batalla estalló con ferocidad. Los aullidos resonaron en los alrededores y pronto se desarrollaría una batalla campal. Mientras tanto, Elijah se dirigió al estudio de Ulzun con una idea clara. El viejo Alfa, de cabellos plateados y mirada sabia, estaba de pie junto a la ventana, contemplando sus tierras. Al percatarse de la presencia de Elijah, se giró y le dedicó una sonrisa cálida. ―¿Ya has informado a Irene? Estoy seguro de
UN NUEVO REFUGIO. Dos días después… ―¡¿Qué acabas de decir?! ―Leandro miró a su hermano menor con los ojos abiertos de par en par. Su corazón latía con velocidad y su estómago se tensó por la noticia. La manada Silver había sido víctima de un devastador ataque. La manada estuvo al borde de la extinción. Su corazón se rompió por el dolor mientras escuchaba las terribles noticias. Lorcan, con una mirada sombría, estaba frente a él, confirmándole lo impensable. ―Lo siento hermano, pero esas son las noticias oficiales. ―No… no puede ser… ―murmuro el Alfa con voz temblorosa ―¿Quién… quién lo hizo? ―El Alfa de la manada Linaje Real. ―dijo Lorcan rápidamente. Observando como los ojos de su hermano cambiaban de color ante la revelación. ―¿Elijah? ¡¿Elijah se apoderó de la manada Silver?! ¡¿Asesino a Ulzun?! ―Elijah ha tomado el control por la fuerza, convirtiendo a varios lobos en sus esclavos. ―Lorcan apretó los dientes ― La manada ha sufrido mucho. El corazón de Leandro se retorció