En la delegación policialAl finalizar, con el interrogatorio de Arantza y Angélica González, había muchas contradicciones. Por esta razón, fueron interrogadas de nuevo y se volvieron a contradecir. El detective encargado del caso, después de dar su apreciación, les propuso traer un fiscal, ante el cual asumirán su responsabilidad en este delito y negociarán para que les reduzca la pena.No obstante, las dos se negaron e insistieron en llamar a sus abogados. Finalmente, en vista que estos no llegaron, llamaron a Marcos. El, dolido y preocupado de confirmar lo que han sido capaces de hacer en contra de su propio hermano, accedió a ir, pero al día siguiente y sin la mínima intención, de ayudar a estas.Arantza y Angélica, esa noche fueron retenidas en la delegación, pero las mantuvieron separadas. Las dos, en este encierro se sintieron muy miserables, al saber cómo sus hermanos ante esta situación, les dieron completamente la espalda.Ellas, le echaron la culpa de lo que estaban viviend
Al llegar a la sede de la delegación, el padre de Lila convertido en una fiera se acercó a Mateo, para agredir a este. Obviamente, él mucho más joven, enérgico y ágil, lo evadió. No obstante, Marcos acercándose al señor Rojas, conversó con él y lo convenció para que lo siguiera y escuchara la declaración dada por Angélica.El padre de Lila al igual que ellos, se sintió abrumado al escuchar de lo que era capaz su hija y todo por el capricho que tenía con Mateo. Desde adolescente ella estaba encaprichada con este y nadie le prestó atención, presumiendo que eran cosas de la edad. Él, apenado y avergonzado le miró de frente.—¿Podrías disculparme, por favor? —inquirió y sin esperar respuesta de este, salió cabizbajo.Mateo, no dio ninguna respuesta, su semblante estaba sobrio y su mirada impenetrable. Mientras tanto, Lila fue sometida de nuevo a interrogatorio. Ella, comenzó negando todo, señalando que todo era una trampa para quitarle sus beneficios. Los detectives salieron, la dejaron s
En el Penthouse de Mateo—¡Si, mi vida! Cuando tú digas, nos podemos ir —aceptó Adriana— Recuerda que pasado mañana tengo mi consulta con la ginecóloga —añadió ella, contenta de regresar.—¡Perfecto, mi amor! Mañana temprano, debemos estar en el aeropuerto, a las ocho nos espera el Capitán —contestó él feliz, abrazando y besando suavemente su cabello.—Me preocupa que aún falta por terminar la sala de juego. Hoy terminamos la habitación de los niños —le comentó ella abrazándolo por su cintura.—¡Eso lo podemos terminar al regresar! Posiblemente, la semana entrante debemos volver —aseguró él, besando su cuello y mordiendo el lóbulo de sus orejas.Mateo, a menudo mantiene las hormonas sexuales a millón, solo le bastó este acercamiento con ella, para dejarse llevar por el éxtasis y el placer, seduciendo a su mujer.Ella, a la par que él respondió de inmediato a cualquier requerimiento y solicitud de su esposo, dejándose arrastrar por la pasión y el deseo que despierta en ella. Fundidos l
Mateo, satisfecho al ver el rostro emocionado de Adriana por el detalle de sus fotos, caminó hacia ella y le abrazó, besando con dulzura, inicialmente sus labios. Al despertar la pasión entre los dos, se tornó en un beso más pasional, exigente y agresivo, que llegó incluso a inflamar los labios de ella.Adriana, al entrar al baño de su despacho y mirarse en el espejo, se asombró de la imagen que este reflejó, parecía que recién acabara de hacer el amor. Ella, haciendo pucheros, se acercó de nuevo a él y le reclamó.—¡No es justo mi amor! Mira mi rostro —indicó ella, pegando unos pequeños golpes en el pecho de este.—¿Qué no es justo mi amor? —preguntó él, sonriendo y comprendiendo a lo que se refería.—Que cualquiera pensara que me hiciste el amor ¡Mira mis labios! —refunfuñó ella, haciendo un puchero con su boca.—¡Ja, ja, ja! Todos los que están aquí, están para trabajar, no para mirar, juzgar u opinar en lo que su jefe puede estar haciendo con su bellísima esposa, encerrado en su o
—¿Qué ocurre? ¿Lorimar que haces aquí? —interrumpió uno de los socios de Richard.—Tu hija, acaba de ofender a mi socio e invitado especial, al igual que a su hermosa esposa —contestó este.—¿Cómo es posible? Lorimar fue lo primero que te exigí para dejarte venir —tomando del brazo a su hija y arrastrando a esta por el pasillo de los baños, hacia la salida del personal.—¡Ven por favor, Mateo! ¡Disculpa el mal rato! —Se disculpó su socio— ¡No te retires, por favor! Quiero presentarte a mis amigos y socios —anunció este.—¡Vale! —Aceptó Mateo, aclarando—Te complaceré un rato, ya se me quitaron las ganas de estar aquí —aclaró sin soltar a Adriana de la mano.En breves minutos, dieron inicio a los actos de inauguración, siendo presentado Mateo como el nuevo socio de Richard, por lo cual recibió fuertes aplausos y felicitaciones. No obstante, como Adriana se sentía aún afectada por lo que ocurrió, ellos se retiraron temprano.—Mi vida, ¿observaste que algunas de las presentes en esta rece
Angélica, decidida a llevar a cabo una transformación desde adentro hacia afuera en su cuerpo, mente y espíritu, le solicitó al Capellán, que le ayudará a conocer y llegar a Jesucristo.Este, emocionado de ver como esta ovejita descarriada encontró el camino correcto, le fue asignando cada vez más actividades y la fue educando espiritualmente. Ella, estaba despertando a una vida espiritual como nunca antes lo había hecho.—Me alegro mucho de tus avances y tus cambios Angélica y ¿Qué ha pasado con la tarea asignada de ayudar a tu hermana? ¿Has hablado con ella? ¿Has logrado algo? —interrogó el Capellán.—Sí, he hablado con ella. Sin embargo, está rebelde y terca. No quiere darse cuenta de que fue ella la que se equivocó, sino que sigue empecinada que la culpable es nuestra cuñada —opinó Angélica.—No obstante, no te des por vencida, insiste e insiste y verás en algún momento, el cambio deseado —le aseguró este.—Confío que nuestro Señor Jesucristo, me ayude con sabiduría para cumplir e
Mateo sonrió y subió a su camioneta rumbo al aeropuerto y de ahí a El Dorado, donde fue recibido por su propio hermano. Ellos, camino a la clínica, conversaron mucho. Al llegar a esta, fueron directamente a la habitación donde estaba recluida Arantza, pero ella aún no había despertado.Estos, estuvieron esperando dos horas; sin embargo, seguía dormida, así que se fueron a la cárcel. Habiendo conseguido el permiso especial, para esta visita los dos entraron a la sala especial y esperaron por Angélica.Ella, al entrar a la sala se sentía muy avergonzada y apenada con los dos, pero especialmente con Mateo, a quien tanto daño le causó. Esta, no se acercó a sus hermanos, no por rencor, sino por vergüenza.—¡Hola! ¿Qué pasó con Arantza? ¿Por qué están los dos aquí? —interrogó ella, dejando que sus lágrimas corrieran libremente por sus mejillas y con unas ganas inmensas de abrazar a estos, pero sabía que no se merecía esto. Así que con sus manos, secó sus lágrimas.—El capellán habló mucho c
—Diego, anoche estuvo aquí contigo —respondió Marcos, mirando su Rolex— Me dijo que estaría pendiente de ti. Él fue quien te recibió anoche.—¡Disculpe que los interrumpa! Diego está aquí, él terminó la guardia hace unas horas, pero aún no se ha ido, está en la clínica —aclaró el médico.—¡Gracias, trataré de localizarlo! —comentó Marcos, preocupado sacando su celular para llamarlo.Cuando este le respondió, le informó que se encontraba ahí en la clínica, que le espere unos minutos. Así fue, a los breves minutos llegó Diego acompañado de un joven psicólogo, aproximadamente de la misma edad de ella, para que le ayude.—¡Hola, Mateo! Qué de tiempo sin verte —expresó Diego abrazando a este.—¡Hola, Diego! Tienes razón, que de tiempo sin vernos —saludó y le abrazó, afirmando con un gesto de su cabeza.—¡Hola, Marcos! Me alegra verte. Les presentó al Doctor Mauricio Rincón, psicólogo jefe de la unidad de psicología de la Clínica —refirió él haciendo un gesto con su mano.—Un placer doctor