Antenas, Grecia… Atenas es, sin duda, una de las ciudades más hechizante del mundo. Aguarda historias impresionantes sobre antiguas civilizaciones que todo ser humano, ahora puede sentarse para deleitarse con dichos relatos. Dioses traicionados, lucha de poder entre familias, amores prohibidos y mucho más que contar. Es difícil creer que en estos tiempos se pueda ver una historia parecida al desamor, así como la desilusión de un hombre que conoció por primera vez la definición de la humillación. Demitrius observa el vaso que sostiene en su mano, mientras se pregunta si en realidad tomar otro trago de whisky le dará la claridad que necesita para enfrentar el único error que ha cometido en su vida. Tantos reclamos llegan a su mente, como: debió parar, debió decir no, debió analizar lo que hacía y darse cuenta de que no era de un hombre sensato acostarse con una joven que tienen todo un futuro por delante. Ahora siente la vergüenza al saber que ni siquiera fue porque ella aguardaba un
Orlando, Florida…“Está usted embarazada”.Esas palabras aún retumban en sus oídos. Llevaba la noche entera esperando que todo sea un espejismo de su imaginación, una realidad alterna a la verdadera; sin embargo, resultó más cierto que saber que el agua moja. Ahora, ¿qué puede hacer? ¿Se atreverá a llamar a Andreus para contar las nuevas noticias? Son muchos los pensamientos que llegan a ella, mientras se encuentra en la parte trasera de un auto, mirando a través de la ventanilla, cómo la ciudad de Orlando continúa su ritmo habitual, a pesar de que Ann siente que el mundo se le vino encima. No tiene a sus padres con ella, los perdió hace tres años. Sus familiares más cercanos viven en otro país. Prácticamente, está sola en un lugar tan grande como es donde vive. Sí, tiene dos amigos, pero ellos tienen bastante con sus cosas como para detener su vida para ayudarla.—Si te tengo, bebe, ¿cómo nos haremos tú y yo solos? - pregunta en voz baja.—¿Está bien, señorita? - cuestiona el taxist
—Sí, Andreus estoy embarazada… Se le escucha decir a una joven que trata de aparentar ser fuerte ante los ojos del hombre irresponsable que cree que es a quien ve sentado sin ninguna reacción. Las palabras de Ann se cortan cuando siente un nudo en su garganta y opresión en el pecho. No era lo que deseaba, no pensaba revelarle la noticia hasta estar segura de lo que hará con su embarazo. Sin embargo, tenerlo cara a cara la hizo olvidarlo todo y salir de su angustia. Si le preguntarán si está valiendo la pena confesarle al padre de su hijo su estado, eso no lo puede asegurar. —No te imaginas cuánto me cuidé de un embarazo todo este tiempo. Tenía una agenda llena de planes, metas, objetivos; tú dile como quieras. En realidad, llegué a pensar que algún día trabajaría en el olimpo, que podría ser la mano derecha del señor Constantino, y ahora todo se fue por un caño - continúa desahogándose. Su sueño es ser más que la misma Eleonor, la mujer de la cual todos hablan, la que se siente la
«La vida es un cúmulo de experiencias que van forjando tu personalidad, así como tu carácter». Son de las cosas que normalmente se leen en algunos libros, pero la pregunta es: ¿cómo compartir la maternidad con su jefe cambiaría el comportamiento de Ann? Mientras Demitrius conducía con la mirada hacia el frente, sin voltear a verla en ninguna ocasión, ella se cuestionaba si iba a ser posible salir con la cordura intacta con este nuevo giro en su historia. A penas se enteró de su embarazo y ya siente que ha perdido todos los derechos, que se supone que tiene, sobre su hijo. “Recuerda que en tu vientre llevas a un Constantino.” Ann rememora las palabras de Demitrius. Él hizo referencia a una criatura que apenas empieza a formarse como si fuese un objeto de su pertenencia. “Los Constantino no serían capaces de arrebatarle a una madre su hijo, ¿cierto?” Se cuestiona Ann, mientras abre la puerta del apartamento con un millón de interrogantes que no la dejan pensar en nada más que no s
Dos personas se encuentran sentadas en el consultorio de una doctora que los escudriña con la mirada. El hombre parece querer tener todo bajo su dominio, que cada persona ceda antes sus mandatos. No obstante, la mirada de aquella joven mujer demuestra que hará todo lo contrario. No parece que se dejará manipular por alguien que la cree el medio para llegar a un fin: a un heredero. —Bueno, Ann, estuve revisando el expediente que me envió el doctor, Smith… - comenta sonriéndoles—. Él fue mi profesor cuando estaba haciendo mi especialidad - termina de revelar. —¿En serio? Entonces, debe ser un buen ginecólogo.Comenta Ann volteando a ver a su jefe, quien siente su mirada sobre él; sin embargo, no se inmuta.—Oh, si lo es. De hecho, aún lo consulto cuando tengo casos complicados - dice la doctora sin imaginarse que sus revelaciones le dan la razón a la joven. Demitrius no la está obligando a verse con otro médico por mejores atenciones, al menos, no es el único motivo, lo hace porque e
Mientras Ann y Demitrius sostienen una lucha de egos, Maya termina de alistarse para ir a su trabajo. Alisa su falda de tubo azul marino, combinada con una camisa blanca, toma su bolso y sale de la habitación. Temprano, la joven secretaria recibió un mensaje de su jefa donde Celia le exigía que la comunicara con Demitrius, ya que este no le toma las llamadas. Resulta que ahora la intensa mujer no sabe dónde estar; si quedarse en Grecia o volver a Orlando, donde se supone tienen una función que desempeñar. Celia y Demitrius juegan al gato y el ratón: ella persiguiéndole por todos lados sin tener ningún resultado, mientras que él hace lo posible por alejarse de su presencia. Maya no pudo hacer otra cosa más que decir la verdad, bueno, al menos decirla a medias. Así que le aseguró que no poseía el itinerario del gran jefe, y omitió todo lo demás, eso no su asunto. No pretende pecar de imprudente e ir por todas las calles de Florida, vociferando que la asistente de un importante empresar
Demitrius observa a Ann con detenimiento, mientras espera no llevarse una desilusión que lo haga decepcionarse de ella. Hay muchas mujeres que se acercan a él o a su hermano para algún tipo de beneficios y hasta el momento las ha podido evitar. En estos meses su asistente le ha hecho entender que es una audaz e inteligente joven que tan solo busca un lugar en el mundo hotelero. Un entorno dominado por los hombres que se creen una especie superior a cualquier otra. La llamativa pareja está tan inmersa en su plática que no han volteado a ver lo que hay a su alrededor. No se han preguntado quiénes son las personas que están en las otras mesas que los observan con curiosidad. Algunos quieren saber por qué Demitrius Constantino se encuentra desayunando con una desconocida jovencita de una forma, que antes sus ojos se ven muy acaramelados. Y como en toda clase social, los chismes y especulaciones no dejan de faltar. De inmediato, una de las mujeres mayores, sentadas al fondo del restauran
En un momento tan importante de la humanidad donde la ciencia avanza y la tecnología no deja de sorprendernos, a veces las personas se cuestionan por qué están difíciles ser tú dentro de tanto progreso. Alejandro es un arma noble que le ha costado hacerse de una coraza para no ser lastimado y vivir su verdad dentro de cuatro paredes donde no puede ser juzgado. No es el enemigo; sin embargo, a veces le toca fingirlo. —¿Demitrius quiere que te encargues de la empresa?Pregunta el caballero que está sentado frente a él. Luego de un día agitado, Alejandro solo quería llegar a su casa y compartir una deliciosa cena con su pareja, el hombre que ama desde hace cinco años y aún no ha podido mostrarlo ante su familia. ¿Cómo lo va a hacer? Los Constantino son muy tradicionales, con pensamientos reaccionarios que a él no le interesa cambiar. Prefiere guardar todos esos momentos para compartirlos con la persona que ama. —Así es - responde, mientras corta su filete. —No sé en qué está metido mi