La Casa Atellani era un frenesí de preparativos, donde la emoción flotaba en el aire como una suave melodía. Los empleados corrían de un lado a otro, asegurándose de que todo estuviera perfecto para el gran evento del año: la boda de Ellis Barker y Vittorio Amorielle. El sonido de risas y conversaciones animadas resonaba por los pasillos, creando una atmósfera festiva.
Mientras los preparativos estaban en pleno apogeo, Vittorio Amorielle se encontraba en una de las muchas habitaciones de la casa con sus primos: Alessandro, Luca, Giovanni, Marco y Carlo, junto con su hijo Jake. En medio de un mar de trajes, Vittorio salió del armario con un elegante traje beige. Se enfrentó a los demás con una sonrisa, ansioso por conocer su opinión.
"¿Qué les parece?" Preguntó Vittorio, girando para mostrar el traje.
Jake sonrió, admirando a su padre. "Te ves guapo, pap&aacut
El equipo de maquillaje y vestuario vino hacia mí, transformándome de una joven común en una visión de elegancia y seducción para el baile de máscaras. Mi vestido rojo sangre era deslumbrante, y la máscara a juego ocultaba parte de mi rostro, dejando solo mis ojos a la vista. Nunca me había sentido tan sexy y atractiva como esa noche.Federica, siempre presente para apoyarme, observó mi transformación y sonrió con aprobación. "Estás absolutamente deslumbrante, Catarina. Estás perfecta."Le sonreí de vuelta, agradecida por sus palabras de aliento. "Gracias, Federica. Hoy es la noche en que mostraré a todos que merezco un lugar en la familia. Comenzando por la reunión con los rusos."Ella asintió, comprendiendo la importancia de la noche para mí. "Ten cuidado, Catarina, y no olvides qui&eacut
La familia Amorielle fue iniciada en 1902 por Alero Amorielle, y conocida por su vasta historia criminal. Fue acusada de fraude bancario, tráfico de narcóticos y armas. Tuvo su lugar garantizado entre las grandes familias mafiosas que llegaron a los EE.UU. . Gran parte de los integrantes de la familia fueron muertos en los conflictos con otras familias y no se conocía el paradero de la familia Amorielle ...Hasta hoy.***— Vittorio. - llamó a Marco Amorielle después de llamar a la puerta del cuarto de su hijo.El señor de cabellos grises y ojos verdes abrió la puerta y se encontró con su hijo parado frente al espejo arreglando su corbata de moño mientras era observado por su acompañante, una bella mujer de cabello rubio vestida con un glamuroso vestido rojo. — Oh, perdonadme. - Soltó a Marco de mala gana delante de la escena del hijo con su novia. — No sabía que Eleonora estaba aquí.— No te preocupes, suegro. - Dijo la joven sonriente hacia el señor de sesenta años. Se alejó de su
Ellis Barker conducía entusiasmada por las calles del centro de la ciudad de Nueva York hacia Wild Holdings Bank, el banco en el que se contrajo la hipoteca de su casa. La casa fue hipotecada hace dos años para ayudar a su único hermano, Jason, que después de la muerte repentina de su padre se dejó llevar por el camino equivocado y fue arrestado operando juego ilegal. No eran exactamente esos los planes que la joven tenía para la casa de sus padres, pero con las deudas contraídas por su hermano y el abogado que necesitó contratar, no le quedó mucha alternativa. Ellis cuestionó y mucho el hecho de que el banco ha liberado solo una parte de la hipoteca, pero cargado el valor total de la casa en intereses, el gerente limitó a decir es por ser herencia, ella solo podría hipotecar su parte de la herencia y no la parte que cabía a Jason.— Sin embargo, si yo no pago mi parte, ustedes toman la casa por completo. Eso no me parece muy justo, ¿no crees? - Interrogó a Ellis mostrándole la cláus
— ¿Cómo que no puede atenderme? - preguntó Ellis, indignada por la audacia de Cristine. —Fueron órdenes de Franco, Señorita Barker. - Respondió Cristine aún retocando su lápiz labial rojo. Después de todo, nunca se sabe cuando el Señor Amorielle aparecería de nuevo, necesitaba estar preparada. — Hice una cita. - Reforzó a Ellis mostrando el papel de la cita para Cristine. De hecho, quería restregárselo a la secretaria del gerente. Cristine sostuvo el papel de la programación y entonces en pocos segundos ya soltó su sonrisa de libertinaje, diciendo:— Sí, estabas programada para las nueve de la mañana y ahora faltan cinco para diez, así que...— Sí, sé que llego tarde. Sin embargo, un idiota robó mi plaza de aparcamiento y me vi obligada a estacionar a una cuadra de aquí por el tráfico que decidió embotellar... - Lo explicó Ellis, irritada.—Discúlpame, pero no puedo ayudarte. Vuelve mañana, querida. - Respondió Cristine con poco caso.— Cariño, no estás entendiendo. la última entre
Nombre: Ellis BarkerEdad: veintiséis años, Padres: Emily Preston y Jack Barker.Profesión: agente inmobiliario y camarera.Historial de crédito: término de descargo expedido para el inmueble localizado.— Maldición! - Xingou Vittorio mientras tiraba la carpeta con la información bancaria de Ellis en el banco del vehículo, bien contrariado.— ¿Qué pasa, señor? - preguntó Rocco observando a su patrón por el retrovisor.—- Desafortunadamente, esa información no me sirve de mucho. - Respondió Vittorio, respirando hondo.— Entiendo. De hecho, debo admitir que no entendí por qué no recurrió a Enrico para hacer la "colecta".— Quería ver cómo sería hacer las cosas por vías... legales. - Explicó Vittorio observando el paisaje desde la ventana de su coche.—Entonces, usted compró el banco solo para recoger la información de la señorita Barker... - Concluyó Rocco soltando una sonrisa maliciosa entonces. — Parece que le ha impresionado.—Lo compré porque quise. Eso no tiene nada que ver con es
Jason Barker terminaba de roer la uña de su dedo meñique, la última que le quedaba mientras aguardaba pacientemente a su hermana.—Cálmate , o no te quedarán dedos. - Pidió Joy, la trabajadora social, mientras ponía la mano sobre la del chico.— Llega tarde. - Dijo que Jason se levantó de la silla. — Ellis debería estar aquí hace una hora.—Debe ser el tráfico. - Explicó Joy levantándose también. Ella caminó hacia el chico y continuó diciendo: — Estoy segura que Ellis tuvo un buen motivo para estar atrasada.—Sea cual sea el motivo, no sé si ellos... - Comenzó Jason mientras apuntaba con la cabeza hacia dos policías de paisano sentados en el sofá. — No sé si se lo tomarán muy bien.La puerta de la recepción de la clínica fue prácticamente derribada por Ellis que se acercaba, jadeando. Sí, la joven sabía que estaba atrasada y que eso ni siquiera debería haber sido una opción. Hoy no.Ellis se acercó al hermano que la encaraba, nervioso, pero aún así emocionado. Caminó más deprisa hasta
TRRIIIIIMM!! TRIMM! TRIM!!Ellis miraba el teléfono de la sala sonando estridente. Solo había dos posibilidades flotando en su mente en ese momento. La primera, que ella consideraba obvia por cuenta del horario, sería el Oficial Smith entrando en contacto para verificar si Jason estaría en casa. La segunda, los hombres con los que se involucró su hermano en el pasado estaban llamando en busca de sus valores. Había también una tercera vía, que Ellis había puesto como tan improbable, que ni siquiera podía imaginarse: Jason fue secuestrado.Cualquiera que fuera la opción, Ellis solo tenía que responder, lo que hizo a continuación:— BARKER, te dije que debías atender en el primer toque! - Rebotó Smith al otro lado de la línea.— Oficial Smith, aquí Ellis Barker... - Respondió Ellis, asustada. — ¿Señorita Barker? - Ha preguntado a Smith, sorprendida. Respiró hondo y luego continuó: — ¿Señorita, podría llamar a su hermano, por favor?— Siento mucho no haber atendido antes... Tuvimos un dí
El cubículo que Lucky orgullosamente llamaba oficina apenas cabían tres personas, lo que obligaba a tres de sus hombres a quedarse fuera, Mientras Ellis se sentaba en una silla de hierro y Ezio y Lucky se posicionaban al otro lado de la mesa de madera que parecía que iba a estrellarse en cualquier momento. Lucky se sentó en su sillón que demostraba más espuma que el cuero negro que un día ya estuvo por completo allí. Haciendo una pose digna de dueño del local, él encaró a Ellis y reveló:— Tu hermano debe 500.000 dólares.— ¿Qué? - Gritó Ellis indignada con el discurso de Lucky. Ella golpeó en su pecho mientras lanzaba al italiano: — Yo vine aquí y pagué toda la deuda de mi hermano. Toda la droga que te debía y me diste tu palabra de que esos 40.000 dólares pagaban por el arresto de la policía. —Sí, lo recuerdo, Srta. Barker- Confirmó Lucky moviéndose en la silla. — ¿Su palabra ya no sirve, es eso? ¿Usted decide cuándo y cuánto cobrar? Hoy él debe 500 mil dólares y mañana él deberá