― ¿Como se siente, señorita?
Mareada, con ganas de vomitar, cansada, asustada.
―Bien―Murmuré apartando la mirada de la enfermera.
― ¿Segura? ―Preguntó sonando dudosa―Tiene que ser honesta, de lo contrario estará más tiempo aquí hasta que diga la verdad, estuvo a punto de sufrir una sobredosis.
Puta madre.
Los drogadictos sufrían sobredosis; yo apenas había probado un brownie con marihuana y fue como una borrachera en mis días de adolescente, así que no podían tildarme como una yonkie.
Pero alguien me había inyectado una droga capaz de matar e intentado secuestrar como si nada.
Abrí la boca y le dije a la enfermera como en realidad me sentía y giré la cara hacia la puerta cerrada.
Había escuchado a Christopher murmurando algo con la doctora cuando ésta salió 15 minutos atrás y é
― ¿Qué dijiste? ―Pregunté sintiendo que se me paraba la respiración y que se me aceleraban las pulsaciones. ¿Estaba a punto de sufrir un infarto por culpa de una declaración de amor? ―Que te amo―Repitió mordiéndose el labio y luciendo divertida. Definitivamente era un infarto.
― ¡Esto es hermoso, Chris! ―Exclamé viendo a mi alrededor embobada. ―Me alegro que te guste, cielo―Murmuró él. Me sorprendí cuando me giré hacia él y vi que soltaba el aire de golpe. ― ¿Pensaste que no me iba a gustar? ―Pregunté burlona―Pero si es increíble todo lo que veo... ―Siempre me atacan los nervios antes de la apertura―Explicó encogiéndose de hombros. Negué incrédulamente mientras bajábamos las escaleras de aquella impresionante "casa" veraniega que había construido Chris para sus amigos y me dirigí a la enorme y abierta cocina que me pedía a gritos que la usara. Pero no sólo era esta casa, sino también la casita principal que usarían Alex y Abbie, porque en donde estábamos y dormiríamos, era la humilde casa de invitados. Chris la había reconstruido totalmente, creando una segunda planta con tres habitaciones y tres baños, haciendo que mi mente hiciera mil preguntas sobre cómo Abbie había hecho todos esos años sin tener
"Así que te fuiste con ella sin pensar en las consecuencias? último aviso, mi amor, aléjate de esa perra o acabaré con ella" Bloqueé el teléfono y lo guardé en mi bolsillo sintiendo que la furia comenzaba a tensar mi cuerpo. Luego de haber pasado la impresión de lo que significaban aquellos mensajes, el miedo le había cedido el puesto a la rabia. No quería moverme. Santos cielos, realmente no quería hacerlo, y nada tenía que ver con la mujer que dormía casi sobre mí, sino porque todo giraba a mi alrededor. Y el cerrar los ojos empeoraba todo, por lo tanto, mantenía los ojos fijos en el techo apenas visible por la oscuridad de la habitación. El malestar de resaca me hacía dudar el querer beber de nuevo; no co26 CHRIS
―Esta no es la clase de noche que pensaba tener―Masculló Pierre enfurruñado. ―Es mucho mejor―Asintió Mark sonriéndome antes de guiñarme un ojo. ―Déjame discrepar en eso, Sanders―Me mordí el labio para no reírme cuando el francés se quitó las rodajas de pepino de los ojos para mirarlo con odio fingido―Dijimos que vendríamos a ver un partido de básquetbol, no para hacer cosas de mujeres. ―Jamás comprenderé porqué la viuda negra combate contra los chitauris con dos putas pistolitas. Me mordí el labio fuertemente para no soltar la carcajada que luchaba por salir de mi boca al escuchar una vez más aquella queja. ― ¿Y qué me dices de ojo de halcón? ―Bufó enfurruñada sin apartar los ojos de la película― ¿Doce putas flechas? ¿Y qué hace cuando se acaban? ¿Matarse? Por Dios... ―No deja de sangrar, ¿Por qué no deja de sangrar? El tono histérico en la voz de Helena me trajo de regreso a donde sea que me había ido. ―Señora, le voy a pedir que salga―Escuché que respondía la voz de un hombre. ―Vamos, Doc., déjela estar, es su esposo quien fue herido―Esta vez fue a Alex a quién escuché. ―Entonces... ¿Noche de bar hoy? ―Preguntó Jenny cuando entré a la recepción―Asera avisó que habría costillas.―Me compraste con eso―Acepté feliz comiéndome la última papita de la bolsa― ¿Quedan más de éstas? Están buenísimas.―Esa es la tercera bolsa en lo que va de mañana, querida, creo que ese es tu límite―Respondió divertida viéndome botar la bolsa en la basura―Pero ya casi es la hora del almuerzo.<28 CHRIS
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