Capítulo 617
Cuando apenas despuntaba el alba, Luciana ya se había levantado. Martina, aún medio dormida, entreabrió los ojos.

—¿Qué hora es?

—Todavía es muy temprano. —Luciana acarició su mejilla, suave y redondita—. Voy a desayunar con Pedro. Tú sigue descansando.

—Ah… —murmuró Martina, cerrando de nuevo los ojos con docilidad.

Luciana se vistió en silencio, salió de casa y tomó un auto rumbo a la Estancia Bosque del Verano. Al llegar, fue Balma quien le abrió la puerta.

—El joven Pedro está terminando de arreglarse —comentó Balma con una sonrisa—. Ni siquiera tuve que despertarlo; se levantó solito porque sabía que usted venía.

Mientras la conducía al interior, Balma añadió:

—Siéntese, por favor. Ya preparé el desayuno, enseguida se lo traigo.

—Gracias.

—No hay de qué, señora. Es un gusto atenderla.

Pedro apareció justo cuando Balma terminaba de acomodar la mesa.

—¡Hermana! —exclamó el chico, muy contento de verla. Sus ojos brillaban de entusiasmo cuando corrió a sentarse a su lado.

—Con cuidado
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