Entonces llamó a Mariana.La voz de Mariana sonaba perezosa, y Lucía se sintió algo apenada: —Lamento haber interrumpido tu descanso, discúlpame por haberlo hecho. Estoy camino al centro comercial cerca de tu casa. Puedo esperarte en algún lugar, si deseas.—Está bien —Mariana no se negó.Al llegar al centro comercial, Lucía encontró una cafetería cerca y pidió dos cafés.Cuando Mariana llegó, vio desde lejos a Lucía sentada frente en una pequeña mesa redonda color crema, sosteniendo cuidadosa una taza de café.—¿Por qué me has citado hoy, y además en este café de moda? Dime, ¿cuál es tu propósito? Ahhh… picarona—le reprochó Mariana con una mirada acusadora.A pesar de sus palabras, tomó asiento frente a Lucía.Lucía sonrió con agrado: —No tengo ningún propósito en particular, solo quería que me acompañaras a dar una vuelta, y... Mateo me dijo que ya dejó a Javier encargado de finalizar todas las negociaciones pendientes para la exposición.Antes de mencionar a Mateo, el humor de Maria
Era su competidora, Julia Rivas.Si ella organizaba una exposición de arte, Julia la seguía de cerca. Si presentaba un diseño, Julia no se quedaba atrás. En pocas palabras, cualquier cosa que ella hacía, Julia siempre la imitaba.Algunos vendedores simplemente se inclinaban hacia donde mejor soplaba el viento.La ropa que Lucía había elegido para Mariana, ¿cómo iba a permitir que alguien se la quitara así como así de las manos?Enseguida, Lucía sacó de su bolso la tarjeta negra que Mateo le había dado: —Cóbrela, me llevo esta ropa.Lucía tomó la mano de Mariana y salieron apresuradas del probador.Evidentemente, ni siquiera necesitaba probársela.Lo importante era imponer su presencia por encima de la orgullosa Julia.Cuando Julia y la vendedora vieron la tarjeta negra, se quedaron boquiabiertas, especialmente Julia, quien no podía contener su indignación: —Y tú, una simple secretaria, ¿cómo te atreves a alardear con la tarjeta de tu jefe?¡Ella era cliente VIP premium!En cuanto a Mar
—¡Dejen de discutir! ¡Si alguien recibió una bofetada o es una amante, definitivamente no es asunto nuestro! ¡Mejor preocupémonos por nuestras propias vidas!—¿Ja,ja,ja… una amante alardeando con una tarjeta VVIP? Qué ridículo. Con razón es secretaria ejecutiva siendo tan joven, ¡parece que sus tales habilidades están solo en la cama!—Lucía es poderosa, ¿recuerdan cómo en la última fiesta el señor Rodríguez perdió como loco los estribos por defenderla? Incluso dicen que el primer amor del señor Rodríguez fue desplazado por ella.—¿En serio? Si Lucía es tan impresionante como dicen, ¿por qué Mateo no se ha casado con ella?—¿Creen que es tan fácil convertirse en esposa de un miembro de una familia poderosa?...Al final, los usuarios de internet atacaron a Lucía sin piedad, algunos incluso crearon imágenes de notas fúnebres con su foto, desprestigiándola por completo.Camila, por su parte, estaba encantada con la situación.Aprovechando el momento, montó toda una dramática escena. Desa
Al ver esto, Carolina no pudo mantener la calma. Su furia se disparó enseguida.De inmediato, hizo una señal a su guardaespaldas: —Sigan a Mateo y a Lucía.Si Lucía había sido detenida, era imposible que Mateo no interviniera.Y así fue.Mateo ya había llegado a la comisaría.Lucía, Mariana y Julia estaban retenidas en la misma sala de interrogatorios. Julia tenía sus contactos; solo con que alguien viniera a pagar su fianza, podría salir de la comisaría.Había pedido deliberadamente estar en la misma sala que Lucía y Mariana.Solo así, cuando la liberaran, podría humillarlas y de la peor manera.Pero nunca imaginó que llegaría primero alguien para sacar a Lucía, y que esa persona no sería otra que el presidente del Grupo Rodríguez, ¡Mateo en persona!Mateo vestía una impecable camisa gris humo y pantalón negro. Con su metro ochenta y ocho, se mantenía erguido e imponente, ocupando su propio espacio. La agudeza en su mirada era imposible de ignorar.En el momento en que Mateo apareció,
Ella tampoco podía negarse a hacerlo.—Está bien.Lucía añadió: —Las palabras se las lleva el viento. Para demostrar que no irás contra Mariana, escríbeme un acuerdo y listo.—Está bien lo haré.Julia, para evitar que Mateo la responsabilizara, no tuvo más remedio que aceptar.En menos de tres minutos, Julia redactó el acuerdo e incluso dejó su huella dactilar para autentificarlo y todo quedó arreglado.Sin embargo, cuando se lo mostró a Lucía para su aprobación, Lucía le indicó con un feo gesto: —Tu promesa es con Mariana.Julia tuvo que entregárselo a regañadientes a Mariana.Mariana le echó un vistazo. Julia había escrito bastante rápido, pero inesperadamente, Mateo añadió: —Javier, haz los contactos necesarios. Por incitar de forma deliberada a la opinión pública, ¡que la detengan unos cuantos días!—Sí, señor.Javier respondió respetuoso.Julia quedó aturdida. También era diseñadora de moda, una pintora de cierto renombre, e incluso era la hija de los Rivas. Si la detenían por uno
El rostro de Carolina se transformó como el hierro fundido.¿Mateo no recibía a nadie? ¡Era evidente que simplemente no quería recibirla a ella!A Carolina no le importaban este tipo de formalidades e insistió en entrar.Pero apenas dio un par de pasos, varios guardias de seguridad aparecieron justo frente a ella. El guardia principal le habló con profesionalidad: —Señora, no nos ponga en una situación difícil. Si desea ver al señor Rodríguez, puede buscarlo en casa o simplemente llamarlo. —Piénselo, con tanta gente entrando y saliendo, si alguien la ve y esto se difunde en internet, no sería nada bueno —añadió apresurado el guardia a modo de advertencia.El pecho de Carolina subía y bajaba visiblemente, su furia cada vez era más evidente.La estaban bloqueando de forma intencional, ¿cómo iba a contestar el teléfono ahora?Todo esto era por Lucía, ¡para evitar que le causara problemas!¡Vaya, vaya con que esas tenemos!¡Mateo realmente podía llegar tan lejos por Lucía!Carolina se mar
Ella bajó la cabeza. —No, solo lo dije sin pensar. No lo tomes a pecho. Conozco nuestro acuerdo y sabes muy bien que tengo a otra persona en mi corazón.Sabía que estas palabras enfurecerían demasiado a Mateo, pero no tenía alternativa.Tenía ese pequeño orgullo que le impedía dejar que Mateo pensara que estaba celosa.Tras sus palabras, la sonrisa en los labios de él desapareció como por arte de magia. Con el rostro sombrío, dijo: —En la oficina, eres mi secretaria. Cuando te pido que hagas algo, solo debes aceptar y obedecer.El mensaje estaba claro: no digas tonterías.Lucía contestó: —Sí, señor.Luego, se acercó a Mateo.Sus movimientos eran suaves, pero lo más importante de todo era que el sutil aroma de Lucía hacía que Mateo se sintiera muy cómodo. Al poco tiempo, él cerró los ojos, completamente relajado.*Mientras tanto, Carolina había llegado a casa de los Díaz.Desde la última vez en el hospital, cuando Carolina agredió a Lucía, Ana no tenía buena impresión de ella. Al verla
Mateo no alcanzó a decir nada cuando Ana colgó de forma abrupta. El tono intermitente de línea ocupada resonaba en el interior de Mateo. Sosteniendo el teléfono, su apuesto rostro se ensombreció enseguida, como cubierto por nubes oscuras, lleno de hostilidad y amargura.Cuando Lucía entró, vio a Mateo en ese lamentable estado.Y en sus manos estaba su teléfono móvil.El corazón de Lucía dio un vuelco total.Ahora en los hospitales todo se hacía con citas por teléfono.Con esa expresión, ¿habría visto Mateo sus recientes registros de citas médicas y pagos?Especialmente cuando esos ojos negros y penetrantes de Mateo se posaron justo sobre ella, Lucía sintió las palmas heladas. No sabía cómo enfrentarlo cuando, de repente, Mateo soltó sin mostrar emoción alguna: —Lucía, ¿le contaste a tu madre que vamos a divorciarnos?El corazón de Lucía, que había estado en su garganta, por fin se tranquilizó.Después de escuchar esa pregunta, Lucía exhaló profundo.Se mordió nerviosa los labios: —Habl