A lo lejos se escuchó una voz furiosa. Ana venía empujando una silla de ruedas donde Tomás estaba sentado, completamente enfurecido.—Papá, ¿qué haces aquí? —preguntó Lucía sorprendida.Lily, quien creía que solo necesitaba encontrar un punto débil en Lucía para que todo se resolviera, no esperaba que Tomás apareciera. Al verlo, palideció: —Tomás...—¿Cómo coños no iban a venir cuando están maltratando así a mi hija? —reprendió Tomás con severidad—. Lily, pensé que solo eras mezquina pero no mala persona. Nunca me imaginé que llegarías tan lejos. ¿Cómo puedes ser tan cruel como para difamar a mi hija ante las cámaras?—Tomás... no es eso... —balbuceó Lily—. No la estoy difamando, solo digo que Lucía no respeta a su tía.Tomás, frunciendo el ceño, ignoró sus explicaciones. La ruptura era definitiva: —¿La reputación de Lucía es para ti solo una herramienta para obtener beneficios? Ya que quieres que todos sepan, ¡que se enteren de todas las maldades que ha hecho tu familia!Lily, ahora a
—¿Quién era? —preguntó Lucía, quien ya lo sospechaba.—No sé su nombre, no tuve tiempo de preguntárselo —respondió Lily desconcertada—. Solo vi que era una joven. ¡Qué boba fui en confiar en una desconocida! —lloró con más fuerza al darse cuenta de que había sido manipulada.Adriana, incapaz de soportar los insultos, dijo entre lágrimas: —¿Ahora qué voy a hacer? Estoy acabada, nadie me dará prácticas, ninguna empresa me querrá. Lucía, por favor, ayúdame. Ya no haré las prácticas en Grupo Rodríguez, solo ayúdame a aclarar esto. No soy tan malvada, ¿cómo podré dar la cara? ¿Cómo conseguiré trabajo?Madre e hija suplicaban a Lucía.—Lucía, de veras te lo ruego, si no es por mí, hazlo por tu prima. ¡Me arrodillo ante ti! —Lily, consciente de la gravedad, se humillaba por su hija.Lucía permaneció en silencio, sabiendo que ser compasiva con otros sería cruel consigo misma.—No te arrodilles —intervino Ana, sujetándola—. Parece que nosotros somos los abusivos. ¡Ustedes cometieron errores y d
Esa figura le resultaba muy familiar.No quería precipitarse en sus conclusiones, solo acercarse para ver con claridad quién era. Al llegar al borde de la calle, alguien la sujetó del brazo.—¡Lucía, por favor, perdóname esta vez! ¡Nunca más volveré a hacerte daño, reconozco mi error! —suplicaba Lily, temiendo ser llevada por la policía y acabar en prisión. Si Lucía la perdonaba, podría evitarlo.—Suéltame — le exigió Lucía.Quería perseguir a aquella persona que se alejaba cada vez más. Se sacudió para liberarse de Lily, pero esta la sujetaba con fuerza, con los ojos llorosos: —Si no lo haces por mí, hazlo por tu tío, por los Díaz. Si nos encarcelan, ¿qué será de él?—¡Lucía! —Adriana se arrodilló frente a ella—. Perdóname, aún no me he graduado, no quiero ir a prisión. Estoy por empezar mis prácticas, ¿qué empresa me querrá contratar ahora? No quiero que me miren mal, soy tu prima, ¿podrías no denunciarme?—¡Pues si eso quieres me arrodillo ante ti!Las dos mujeres la retenían impidi
Lucía esperaba afuera del quirófano. La maldita puntilla estaba bien enterrada y necesitaban una cirugía urgente para lograr extraerlo.Solo podía preocuparse por si había dañado algún órgano vital.—¿Cómo está Mateo? —preguntó Ana con mucha preocupación al llegar.—Aún no sale —respondió Lucía.—¡Cómo pudo pasar esto! ¡Esa Lily solo causa problemas, hirió a mi yerno! —se lamentó una y otra vez Ana.Tomás permaneció en silencio, esperando sin mucha preocupación.Unos minutos más tarde, el médico salió del quirófano.—Doctor, ¿cómo está? —preguntó Ana.—Ya extrajimos el clavo. No se preocupen, no dañó ningún órgano vital. Con unos días de reposo podrá ser dado de alta —informó el médico.Todos suspiraron aliviados.Lucía también se tranquilizó, aunque se sentía culpable ya que Mateo había resultado herido por protegerla.Trasladaron a Mateo, aún inconsciente, a una habitación normal.Ella se sentó afuera, en silencio, pensando en cómo Mateo la había protegido sin importarle el peligro.
—¡Por supuesto que quiero lo mejor para mi hijo! —respondió Carolina con desprecio—. ¿Qué beneficio ha obtenido casándose con tu hija? Solo arreglar sus desastres. ¡Su familia solo sabe causarle problemas a Mateo!Luego mostro una sonrisa burlona, sin prolongar demasiado sus palabras: —Ahora fingen amor entre madre e hija, ¡pero bien contentos que estaban cuando vendieron a su hija!—¡Basta! —interrumpió Lucía con frialdad.Sabía que ese millón era la excusa de Carolina para despreciarla. Aunque sin él, Carolina tampoco la habría aceptado al entrar en los Rodríguez.Era cierto que había aceptado por el millón que acordó con el abuelo.En ese entonces también quería a Mateo, el abuelo lo había notado y por eso arregló el matrimonio.Si hubiera sido otro, no se habría casado.En estos últimos años, su matrimonio con Mateo no había sido para nada fácil.Pero el valor que ella había aportado a Mateo superaba con creces ese millón.No tenía por qué soportar los insultos de Carolina: —Puede
Tomás al final comprendío la situación gracias a las palabras de Carolina.Miró a Lucía: —Lucía, ¿te casaste con Mateo por ese millón, verdad?Lucía desesperada, se mordió los labios: —Papá...—El abuelo fue bondadoso, lo reconozco, pero no hay que forzar un mal matrimonio —dijo Tomás con calma—. Encontraremos la manera de devolver ese millón.Ana quedó sin palabras. Había creído encontrar un buen yerno a quien poderle entregar a Lucía.Pero resultó que...A estas alturas, el divorcio parecía ser algo apresurado. No había razón alguna para insistiendo.Lucía reflexionó por un momento, en realidad no tenía sentido alguno seguir forzando aún más las cosas: —Entiendo.Mateo la miró, sin saber qué intentaba decirle.—Papá, mamá, ya que hemos llegado a este punto, no tengo nada que ocultar —declaró Lucía—. Mi matrimonio con Mateo tiene un plazo de tres años, un millón por tres años de mi juventud... —su voz se quebró un poco, pero se contuvo de inmediato—. Cumplidos los tres años, Mateo y y
El asombro se extendió por ambas familias.Carolina, mirando a la joven frente a ella, quedó tan impactada que tuvo que confirmarle una y otra vez: —¿Qué es lo que acabas de decir? ¿Embarazada de mi hijo?Karen, aunque nerviosa e insegura de las consecuencias, tenía que arriesgarse.Asintió: —Sí... ¡Estoy esperando un hijo del señor Rodríguez!Esta vez lo escucharon con claridad.Estaba embarazada de Mateo.Tomás y Ana quedaron asombrados. ¡El rápido del Mateo ya tenía entonces un hijo fuera del matrimonio! ¿Qué clase de vida llevaba su hija entonces con los Rodríguez?Carolina, sin embargo, se alegró. Aunque no fuera Camila la embarazada, cualquiera era mejor que Lucía. El niño llevaría la sangre de los Rodríguez.Si Camila, por su debilidad, no podía tener hijos, esta sería una solución.—¿En serio? —Carolina cambió de inmediato su expresión —. ¿ Cuántos meses tienes?Karen se sorprendió ante el interés de Carolina en su embarazo. Era más fácil de lo que esperaba.Pensó que necesitar
Lucía conocía muy bien a Carolina, sabía que decía todas estas tonterías para justificarse a sí misma.Ana pensaba quedarse callada, pero las palabras de Carolina la enfurecieron cada vez más: —¡Qué descarada eres! Tu hijo es infiel, ya tiene un hijo, ¡esto es adulterio!Carolina respondió: —¡No digas tonterías! Si tu hija no puede dar hijos, ¿no puede mi hijo tenerlos afuera?—¡Cierra la boca! —ordenó Mateo con frialdad.Carolina lo miró, notando asi su inseguridad, y se contuvo de inmediato: —Está bien, me callo. Estás muy débil, debes descansar en cama.—Hija, no hay más que decir, vámonos —dijo Tomás.Seguir hablando no serviría de nada.Mateo y Lucía cruzaron miradas por unos instantes, pero ella desvió su mirada de inmediato: —Sí, papá.Sin discutir más, se fue junto a Tomás sin mirar atrás.Mateo observó su figura que se alejaba con rapidez, sin apartar la mirada, pero sin decir palabra alguna para detenerla.—Mateo —Carolina intentó ayudarlo.Karen también se le acercó para sos