Capítulo 51 —El primer besoNarrador:Nadia despertó sintiendo el cálido abrazo de las sábanas envolviéndola. Se estiró perezosamente, disfrutando de la sensación de descanso absoluto. Había dormido como nunca.Giró sobre su costado con una pequeña sonrisa, esperando encontrar a Massimo aún en la cama, pero al tocar el lado contrario solo sintió la frialdad de la sábana.Abrió los ojos con lentitud, parpadeando ante la luz tenue que se filtraba por la ventana. Se incorporó despacio, observando la habitación. La chaqueta de Massimo seguía en la butaca, pero él no estaba.Se vistió con ropa cómoda y bajó las escaleras en silencio, siguiendo un aroma inconfundible que la llevó directo a la cocina.—Lo que
Capítulo 52 —Si sigues viniéndote así...Narrador: Nadia sintió la áspera corteza del árbol contra su espalda cuando Massimo la recostó suavemente contra el tronco. Sus manos la sujetaban con firmeza por la cintura, sin presionarla, pero sin permitirle escapar tampoco.—Vamos, pequeña —murmuró con esa voz grave que le deshacía las piernas —Ella desvió la mirada, sintiendo que su corazón latía con una violencia insoportable.—No quiero.Massimo deslizó los dedos por su brazo, dejando un rastro de calor en su piel.—¿Por qué?—Porque ya lo sabes.—Pero quiero escucharlo de ti. —Nadia apretó los labios y movió la cabeza en un gesto de negación. Massimo sonrió con suavidad y se inclinó un poco más hacia ella, tan cerca que su aliento le acarició la mejilla. —Está bien, haré algo por ti… —susurró —Cierra los ojos.Ella parpadeó, confundida.—¿Qué?—Cierra los ojos y háblame como si estuvieras contándoselo a otra persona. Como si no fuera yo quien está aquí.Nadia tragó saliva.—Eso no tie
Capítulo 53 —La marca de su manoNarrador:El aire seguía impregnado de deseo, de rabia contenida, de algo que no deberían estar sintiendo. Nadia apenas podía sostenerse en pie después de lo que había pasado. Su cuerpo aún temblaba, sus piernas se sentían de gelatina y su respiración seguía errática.Massimo, en cambio, la miraba como si acabara de ganar una batalla. Su mirada oscura era fuego puro, un infierno que la consumía cada vez que la tocaba, cada vez que le susurraba al oído y hacía que su cuerpo respondiera sin su permiso.Nadia aún tenía los labios hinchados por sus besos, la piel erizada por la forma en que la había poseído sin siquiera haberla penetrado. Se sentía avergonzada, vulnerable, completamente desarmada. Había sentido tantas cosas en tan poco tiempo que apenas podía procesarlo.Y él, el bastardo, seguía viéndola con esa media sonrisa satisfecha, con esa mirada de hombre que sabía exactamente lo que le había hecho.—Eres un hijo de pu*ta —escupió ella, con la voz
Capítulo 54 —CobardíaNarrador:Nadia caminaba a toda prisa, con la vista nublada por la ira y las lágrimas que se negaba a soltar. Su pecho subía y bajaba con violencia, su respiración era errática, su cuerpo aún sentía el eco de lo que Massimo le había hecho bajo aquel árbol. Su piel ardía, su corazón latía en su garganta y su mente era un torbellino de emociones que no podía controlar.Ni siquiera notó la moto que pasó junto a ella a toda velocidad, agitando apenas el aire a su alrededor. No se detuvo, no miró atrás. Solo siguió caminando, como si pudiera escapar de todo. La moto, en cambio, sí se detuvo. Renato redujo la velocidad unos metros más adelante y miró por el retrovisor. Vio a la mujer alejarse con pasos rápidos y furiosos, y luego levantó la vista y vio a Massimo, que venía mucho más atrás, caminando con la cabeza baja, las manos en los bolsillos y el ceño fruncido.No necesitó más para entender que algo había pasado.Renato se acercó a él con una sonrisa amplia, deteni
Capítulo 55 —Socios, solo esoNarrador:Massimo entró en la habitación y la vio de inmediato.Nadia estaba sentada en el balcón, con la mirada fija en la pradera que se extendía hasta donde alcanzaba la vista. Su postura era rígida, sus pies sobre el asiento y manos abrazaban sus rodillas, pero sus dedos estaban entrelazados con fuerza, como si intentara contener algo dentro de sí.Cerró la puerta con suavidad y avanzó hasta quedar detrás de ella.—Aquí estabas —murmuró. Ella no se movió, no le dedicó ni una mirada. Massimo exhaló y apoyó una mano en el respaldo de la sillón. —Traté de alcanzarte, pero no pude.Nadia soltó una risa seca, sin una pizca de humor.—No hacía falta que lo hicieras.Massimo ignoró su tono helado y continuó.—Creí que estarías empacando tu bolso para volver.Finalmente, ella se giró hacia él, sus ojos fríos y calculadores.—No.Massimo sintió que su pecho se comprimía al ver esa expresión en su rostro.—¿No?—No. —Se acomodó en la silla y bajó las piernas co
Capítulo 56 —Buena actrizNarrador:Nadia bajó las escaleras con el cabello aún húmedo, suelto sobre los hombros, con unos jeans ajustados, una sudadera gris y zapatillas deportivas. Se veía sencilla, pero hermosa sin esfuerzo, aunque su expresión era fría, neutral, como si todo a su alrededor no le importara en lo más mínimo.Al llegar al comedor, encontró a los caseros sirviendo la comida, y junto a ellos, sentado con una sonrisa relajada, estaba un hombre que no había visto antes.Massimo levantó la mirada en cuanto la vio entrar.—Nadia, él es Renato —dijo, señalando al hombre con la cabeza —Hijo de Caterina y Renzo.Renato, un joven de cabello oscuro y barba incipiente, con un aire despreocupado y una sonrisa amistosa, se puso de pie y le tendió la mano.—Un placer, Nadia. Ya me habían hablado de ti.Ella estrechó su mano con cortesía.—Espero que cosas buenas.Renato soltó una risa.—Depende de a quién le preguntes.—Si le preguntas a mi abuela, seguro no —murmuró Massimo con ir
Capítulo 57 —El sofáNarrador:El día pasó entre juegos y tensiones, hasta que la noche llegó y Massimo pensó que allí se arreglaría todo, ya que no estaba acostumbrado a que le dijeran que no. Y menos aún a que alguien le diera órdenes dentro de su propio espacio.Pero allí estaba ella, mirándolo desde en el medio de la habitación con los brazos cruzados, su mentón elevado con un aire de desafío que le hacía hervir la sangre.—Vas a dormir en el sofá —sentenció Nadia con voz firme.Massimo entrecerró los ojos, cruzando los brazos sobre el pecho.—No, no voy a hacerlo.—Sí, sí lo harás.—Es mi casa.—Y es mi paz mental.Se sostuvieron la mirada, midiéndose.Massimo estaba perdiendo la paciencia.—Nadia… —advirtió, con la voz cargada de peligro.—Massimo… —lo imitó ella, con una sonrisa gélida.El simple hecho de que se atreviera a desafiarlo lo ponía al borde del colapso. No estaba acostumbrado a que nadie le dictara reglas. Mucho menos alguien que, apenas unas noches atrás, se había
Capítulo 1 —Completa y jodidamente, atractivoNarrador:La sala de la ONG estaba tranquila, con las sillas acomodadas en círculo mientras algunos de los asistentes iban llegando poco a poco. Nadia estaba allí, sentada en una de las sillas, con los dedos entrelazados sobre su regazo. No tenía idea de por qué había aceptado quedarse a la reunión cuando lo único que necesitaba era un trabajo, pero algo en la calidez de Ismael la había convencido. A su alrededor, los jóvenes iban tomando asiento, cada uno con sus propias historias, con sus propias cargas. Había una sensación de comunidad, de entendimiento tácito entre ellos, aunque Nadia aún no se sintiera parte de eso. Y entonces, la puerta se abrió de golpe. El impacto resonó en toda la sala, haciendo que todos giraran la cabeza al mismo tiempo. Dos hombres entraron. El primero, joven, con el cabello despeinado y la ropa desarreglada, forcejeaba inútilmente contra el agarre de quien lo traía a rastras. El segundo… Nadia sintió su estóma