Miré a Silvio, que tenía mala cara; era obvio que la negociación no había salido como él quería. — ¿En qué quedó el trato con los rusos? — preguntó uno de los socios. Yo miré a Silvio; él me había insistido en querer tratar con Mikhail, así que lo dejé. — Estoy en conversaciones con él — respondió Silvio. Yo ya había hablado con Mikhail, y de petardo no bajó a Silvio. — Pues apresúrate, la mercancía ya necesita ser transportada — le dijo. Él asintió, y yo me reí un poco. Mikhail jamás dejaría que un cargamento pasara por su territorio sin antes obtener una muy buena comisión por eso. — ¿Puedes o no con el trabajo? — le preguntó otro socio más. — Claro que sí, solo necesito un par de días. El ruso es un poco complicado — nos dijo. Valentino llegó en esos momentos, con el ceño fruncido y los brazos cruzados. — Ve con tu madre — le dije, y él negó; padre lo cargó. — No quiero, mami está sentada sola y es aburrido — se quejó. — Estoy ocupado, ve con ella y pórtate bien — le dije
Carolina estaba abrazando a Valentino con fuerza; ese pequeño demonio me estaba sonriendo, y su mamá preocupándose por él. Yo le guiñé un ojo y él sonrió mucho más ampliamente. Jacob me pasó dos pistolas; yo le entregué una a Carolina y me quedé con la otra. — ¿Y a mí no me van a dar una? — preguntó el demonio. Carolina le dio un golpe al pequeño y este me miró con rabia. — Cuando cumplas 6 te enseño a usar una — le prometí. Él sonrió, y Carolina me miró con mala cara. — No le enseñarás nada de eso a mi hijo; es un niño — me dijo. Él se cruzó de brazos e hizo un puchero de rabia. Miré hacia atrás y los coches estaban aún más cerca. — ¡Acelera, Jacob, se están acercando! — le grité. Miré hacia atrás y estaban a un par de metros de nosotros. — A mí nunca me quieren dar nada — se quejó Valentino. Saqué la navaja que me había regalado padre y se la di a él. — ¿Estás loco? Él puede hacerse daño con eso — me dijo Carolina. Carolina le quitó la navaja y me la lanzó. — Él tiene qu
Apenas llegamos a la casa, Piero ya se encontraba allí. Me acerqué a él. Quería llorar, necesitaba consuelo, pero me aguanté.— No te preocupes, traeré a mi nieto y a mi hijo sanos y salvos — me aseguró.Yo respiré profundamente.— Quiero ir contigo, quiero matarlo yo con mis propias manos — le dije.Piero nego con la cabeza.— No te preocupes, pequeña, él morirá, y serás tú quien lo asesine — me dijo.Yo asentí. Eso era lo que necesitaba escuchar. Ya estaba cansada de ser la damisela en apuros. Hoy me iba a convertir en el demonio que todos esperaban.— ¿Saben dónde están? — pregunté.Piero y Jacob asintieron de inmediato.— Tranquila, Fabien cuidará al pequeño con su vida — me dijo Piero.Estaba demasiado intranquila. Quería a Fabien de vuelta también. Ambos me estaban preocupando demasiado.— Quiero ir con ustedes — le dije a Piero.Él negó con la cabeza otra vez.— Tendrás a Coppola, pero no irás con nosotros. Es peligroso — me dijo.Yo negué con la cabeza energéticamente. Yo iría
William atendió mi herida rápidamente. Carolina no se despegó de mí ni por un momento, y Valentino no paraba de preguntarle a William cómo podía él hacer ese tipo de sutura. Me gusta la idea de que le guste este campo; es bastante útil. — ¿Puedo hacerlo yo? — le preguntó Valentino a William. — Cuando tengas seis años, te enseñaré — le aseguré. Los ojos de Valentino brillaron de emoción, y su madre no se veía para nada contenta. — Creo que con esto es más que suficiente. No hagas ningún tipo de esfuerzo, o se reventarán los puntos y dolerá el doble — me advirtió William. Yo asentí y me levanté. Valentino levantó los brazos para que lo cargara, y así lo hice. — ¿Escuchaste lo que dijo William? — me regañó Carolina, quitándome al niño de los brazos. — Lo hice, pero Valentino no pesa mucho, así que no es ningún esfuerzo para mí levantarlo — le respondí. Carolina me miró muy mal. — Eres un imprudente, solo quédate quieto — me dijo. Yo bajé la cabeza y le di un beso. Esta mujer me
UNA SEMANA DESPUÉS. Carolina me tenía como un prisionero en la habitación. Ni siquiera mi padre se había atrevido a tanto, pero ella insistía cada vez que yo quería salir. Me daba un sermón, y no contenta con eso, ponía al pequeño demonio a vigilarme. — Tráeme algo de agua — le pedí a Valentino, que estaba tumbado en el suelo jugando con varios juguetes. Él negó con la cabeza de inmediato. — Entonces iré yo a buscarla — le dije. El pequeño se levantó de mala gana y salió de la habitación. Yo me levanté de la cama y llamé a Jacob. — Ten todo preparado para hoy — le pedí. — Todo está preparado desde hace días — me contestó. Colgué y salí de la habitación. Cuando iba bajando las escaleras, Valentino las subía con un vaso de agua en la mano. — Le diré a mami que te levantaste — me amenazó. Me encogí de hombros y seguí bajando las escaleras. Carolina apareció frente a mí, se veía cabreada. — Ya he descansado suficiente, vámonos — le dije. — ¿Irnos donde? — preguntó. Terminé de
Carolina y yo salimos de la habitación, ella estaba hecha un desastre y yo… bueno, me veía como un auténtico demonio. — Veo que se divirtieron — me dijo padre. Yo le sonreí de lado. — ¿Has hecho lo que te pedí? — le pregunté. Él asintió con la cabeza. Carolina me quedó mirando sin comprender. — ¿Pasa algo? — me preguntó. Yo negué con la cabeza. — Todo está bien. De hecho, todo está perfecto — le contesté. Ella solo asintió. — Ocúpate de Coppola, quiero que esté fresco para ese día — le dije. Mi padre volvió a asentir con la cabeza. Yo agarré de la mano a Carolina y la arrastré conmigo hasta el coche que nos estaba esperando. Cuando entramos, ella volteó a verme y empezó a limpiar mi rostro con un pañuelo. — Si Valentino te ve así, no nos dejará tranquilos hasta que no respondamos cada una de las preguntas — me dijo ella con una sonrisa. Yo tomé sus manos, las llevé a mi boca y las besé. — ¿De verdad me matarías? — le pregunté. Ella me miró a los ojos, y sonrió. — No nec
Mi padre tenía todo listo, y hoy por fin iba a poner todo en su lugar. Silvio iba a pagar muy caro por traicionarme, y todos aprenderían una gran lección. Miré a Carolina, que aún se estaba cambiando, y sonreí.— Cada vez que te veo, te encuentro más y más hermosa — le dije.Ella levantó la vista y me miró. Después de que Carolina me ayudó con Coppola, ella cambió. Su mirada dulce se convirtió en una completamente retorcida, y me encantaba. Ahora ella era perfecta, era como yo.— ¿Qué pasa si Silvio no va? — me preguntó.Yo tenía plena certeza de que él asistiría. Silvio tenía que actuar normal, y no ir a una reunión tan importante como esta sería muy sospechoso.— No te preocupes por eso, Silvio irá — le contesté.Ella sonrió y asintió con la cabeza.— ¿También puedo ir? — Me preguntó Valentino desde la cama.Yo negué con la cabeza. No quería sacar al niño de la casa, sería un problema si sucedía otro percance.— Después, hoy te quedas con Jacob — le contesté.Él puso mala cara y se
Una semana después.El funeral de Silvio fue bastante emotivo, demasiado para un traidor como él, y me molestaba muchísimo, ya que mi familia ni siquiera pudo tener uno.— ¿Estás bien? — me preguntó Fabien, que estaba a mi lado.— Ni siquiera sé dónde están sepultados mi padre y hermanos — le dije con un nudo en la garganta.Fabien me acercó a él, yo oculté mi cara en su pecho y lloré, yo ni siquiera había tenido tiempo de llorar su partida, me habían arrebatado todo eso. Fabien me apartó, me tomó de la mano y me arrastró con él, yo caminé a su lado mientras todos allí nos quedaban viendo, Fabien y yo caminamos por un par de minutos, hasta que nos detuvimos.— Se merecían tener cristiana sepultura — me dijo Fabien.Yo miré las tumbas a mis pies y caí de rodillas en el césped, me abracé con fuerza y seguí llorando.— Si pudiera devolver el tiempo, te juro que cambiaría tantas cosas. Perdón, Carolina, perdón por haberte arrebatado a tu familia — me dijo él.Yo levanté la vista y lo qued