Muy pocas veces teníamos la oportunidad de charlar, porque nuestros horarios no coincidían, pero en las vacaciones fue más fácil hacerlo. Sentía algo de culpa por habernos distanciado la una de la otra, así que era momento de actualizarnos.
-Cambiando un poco el tema, ¿cómo vas con tu esposo? Espero poder conocerlo pronto.
-Gracias a Dios, bien. Es un buen tipo, aunque siempre está ocupado y muy poco tiempo comparte con nosotros.
- ¿Y cómo se siente Felipe por ello?
-Pues el niño dice que extraña mucho a su padre, que casi no nos dedica tiempo, pero le trato de hacer entender que, su papi necesita trabajar para que podamos estar bien.
-Debe ser triste para un chico de tan poca edad no compartir tiempo con su padre.
-Sí porque cuando llega de trabajar, él está durmiendo y a veces solo se ven unos cuantos minutos, cuando desayunamos.
-Cómo avanza el tiempo… han pasado muchas cosas estos años, ya quiero poder conocer a tu hijo.
-Sí, ahora si puedes tener tiempo porque ya no estás perdida de tu círculo social.
- ¡Ja, ja, ja! Es que la universidad me absorbe.
-Eso veo. –Dijo, alzando una ceja, característica propia que nunca aprendí a hacer.
- ¿Cuánto tiempo llevas casada?
-Siete años. De hecho, creo que debes tener recuerdos.
-Si? ¿Por qué?
-Es el delgadito que llegaba a casa.
- ¿¡Es él!? Casi no lo recuerdo, pero presentía que ustedes iban a casarse. Se notaba mucho ese amor. Aunque tengo pocos recuerdos, porque casi no hable con él.
-Sí, es posible que al verlo no lo reconozcas porque ha cambiado mucho su aspecto y, además, esta musculoso y altísimo.
-Quien lo creería… ese flaco, de cabello espelucado, ¡el amor de tu vida! ¿A qué se dedica?
-Es ingeniero industrial.
-Ahora comprendo porque pasa tan ocupado.
-Si. Respondió cabizbaja.
- ¿Qué sucede?
-Mi relación no es igual. No solo Felipe se siente afectado por el poco tiempo.
- ¿Y han hablado al respecto?
-Sí, pero le ofrecieron ascenso en la empresa y aceptó porque gana más dinero, aunque también le exigen más tiempo, pero se niega a regresar a su antiguo cargo porque si disminuye su horario laboral, disminuirá su salario lo cual se traduce en menos lujos.
-Pero eso no debe ser excusa. Ambos trabajan y no estarían mal económicamente.
-Eso es lo que trato de hacerle entender, pero dice que prometió darnos una buena vida. Siente que estamos súper bien y el niño tiene todo lo que merece sin pasar necesidades ni que estemos preocupados porque nos falta algo. Aunque ahora que estamos en confesiones, siento que hay algo más detrás de todo esto… a veces solo creo que estoy perdiendo a mi esposo.
-No te acongojes, ¿por qué sientes eso? Habla con él y exprésale que extrañas compartir tiempo a su lado y quizá al ver que esto te está afectando, decida renunciar o buscar otro empleo que le permita compartir más con su familia.
-No lo hará. Ya se lo he pedido, pero se niega rotundamente.
-Confía que todo estará mejor. Cuando llegues a casa habla con él de buena manera, en un tono dulce que le permita comprender que lo necesitan.
Me acerqué y le di un abrazo. Ella sabía que no estaba sola, que me tenía para apoyarla y secar sus lágrimas cuando fuera necesario, al igual que sabía que ella estaría para mi si la necesitaba. Se ofreció a llevarme a casa, porque ya era tarde y mi madre se preocuparía al ver la hora. Mientras íbamos en camino, entro una llamada a mi teléfono.
-Reina mía… ¿Cómo has estado?
-Hola Daniel ¿Bien y tú? –Respondí un poco triste.
-Triste, porque no he podido verte. Te has negado a hablarme estos días, tampoco te he vuelto a ver en la playa ¿No has regresado?
-Si…
- ¿Cambiaste el horario para trotar? ¿Te escondes de mí? ¿No quieres volver a saber de mí?
-No es eso.
-Necesitamos hablar personalmente, porque por aquí es muy difícil, ¿almorzamos mañana?
-No lo sé. Creo que no tenemos nada de qué hablar.
- ¿Cómo qué no? Hay muchas cosas que tenemos que aclarar, entre esas que piensas que estoy con alguien más, cuando solo te quiero a ti ¿Nos encontramos en el restaurante?
Suspiré profundo y le dije: -Esta bien, nos vemos a las once.
-Ok, disfruta la caminata.
Tifani me aconsejó que fuese tranquila a verlo, porque si no le interesara, ni siquiera se tomaría el tiempo para llamarme, ni sentiría la necesidad de verme porque cuando los hombres quieren algo pasajero, no luchan por ello y si él buscaba los medios de tenerme cerca era porque de verdad tenia las mismas ganas que yo, de estar juntos; no obstante, en caso de enamorarme y tener que retirarme ¿Podría hacerlo sin salir lastimada?
Ese nuevo amanecer le dije a mi madre que, si Daniel lograba inspirarme confianza le pediría que, me acompañara en mi caminata. Ella se sorprendió mucho ya que, me conocía mejor que nadie y sabía que no me gustaba ir acompañada por alguien que no fuera mi padre, por lo que supo que el chico me estaba importando demasiado. Al llegar al restaurante, él estaba esperándome en una de las mesas principales.
-Qué alegría volverte a ver. –Dijo, se puso en pie y me ayudó a acomodar en la silla.
-Gracias. –Sonreí. –Me alegra su puntualidad.
-Para ti siempre. Dije que estaría esperándote.
-Gracias.
-Gracias a ti por dejarme admirar tu belleza, te queda bien esta pinta deportiva, parece que nuestros pensamientos se conectan.
-Ven, quiero llevarte a un lugar especial.
-Pensé que almorzaríamos aquí.
-No, iremos a otro lugar. Déjate llevar.
Mientras nos dirigíamos a su carro, tomó mi mano y le dio un beso, por lo que me hizo sonreír y entonces dijo: -Utilizas tu arma letal para enamorarme.
-No sabía que estaba armada. –Reí.
-Sí, esa sonrisa es muy peligrosa.
- ¿Tú crees?
-Estoy seguro y debo cuidarme de ella.
-Si es una forma de conquistarte, entonces aprovecharé.
-Ya me conquistaste. –Dijo, mientras se acercó.
Los hombres llevan en su naturaleza la idea de ser líderes natos, pero les fascina que las mujeres tomemos la iniciativa y ellos se dejan seducir por nuestros encantos, así que supe que, lo que él trataba era de despertar en mi ese deseo de besarlo.
- ¿Si? ¡Qué bueno saberlo!
-No deberías hacer eso, me provoca morderte el labio.
Lo miré seductivamente, era algo que hacía por inercia, porque con tan solo verlo se erizaban los poros de mi cuerpo, haciéndome olvidar la tristeza y el enojo.
–No deberías. –Contesté.
- ¿Segura? Siento que quieres que lo haga.
Ambos nos acercamos y nuestras pulsaciones se aceleraban, pero ninguno propasaba los pocos milímetros que separaban nuestros labios.
-Tus labios son irresistibles. –Dijo.
-Parece que no, porque los tienes enfrente y te has sabido controlar.
¡Vaya, que respuesta! No parecía ser yo, pero todo eso lo causaba el deseo de sentirlo mío. Aproveche que estaba tranquilo y se dejaba llevar por las ganas de besarnos que, en vez de seguir su juego y la pasión carnal, quise que pudiera confiar en mi para hablarme de su vida.
-Estoy esperando el momento oportuno para hacerlo.
-Entonces, hablemos de ti.
-No entiendo porque insistes en hacerlo; además, ¿no pudiste hacerlo en otra ocasión? Estaba a punto de besarte y dañas este momento.
-Lo siento, no quiero dañar nada, solo quiero que confíes en mí y me cuentes de ti… quiero conocerte, quiero saber quién eres en verdad.
- ¡Lo harás! Pero todo a su debido tiempo, no puedes pretender que de la nada te cuente todo de mí. Las cosas requieren tiempo y si me presionas no podré abrirme a ti.
Él tenía razón en parte, no podía presionarlo para que me hablara de su vida privada; sin embargo, su reacción fue grosera y eso lo hacen los hombres cuando temen revelar su pasado porque saben que algo ocultan y no quieren que sea revelado, ¡cuidado chicas! Ellos tienen la capacidad de envolvernos utilizando sus armas mortíferas, engañándonos sin que descubramos la verdad.
-Está bien, tienes razón. No te voy a presionar, solo espero que por lo que dices sentir, puedas confiar en mí.
-La confianza se gana, no se pide.
-Tienes razón.
Se acercó nuevamente y me dijo: -Mi vida no es muy interesante, pero podrás conocerla; aunque ahora solo quiero saber de ti porque tal vez la tuya sea más atractiva.
-Hagamos algo, te hablo de mí y tú me hablas de ti, ¿listo?
Él puso sus ojos en blanco y finalmente contestó: -Está bien.
Mantente alerta cuando alguien de rodeos para contestar a tus preguntas, porque algo oculta y puede que sea algo que lastime; así que, si sientes que debes alejarte, ¡hazlo! Es mejor retirarse a tiempo del campo de batalla, que ir a la guerra y morir en ella. -Mi vida tampoco es que
Daniel era la perfecta representación del hombre mentiroso que no tiene sentimientos de culpa, ni de angustia y mucho menos remordimiento por lo que hacen, por lo que no les interesa si lastiman a quienes los rodean; ellos solo quieren lograr sus objetivos sin importar los medios que usen para llegar a sus fines. ¿Alguna vez has mentido? Todos de forma piadosa lo hemos hecho para no herir o por salir bien de alguna situación y aunque no justifico el engaño no siempre es momento indicado para decir la verdad, por ello debemos saber cuándo hacerlo y no utilizarlo como medio de defensa. Aquellas personas que son expertas en esto de mentir, también les llega su momento de ser descubiertos, pues la verdad siempre sale a flote si sabemos agudizar nuestros sentidos y, ¡valorar las experiencias!"El que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de esta primera"Alexander Pope.Transcurrieron dos semanas en las que él y yo íbamos todas las mañanas a trotar en la playa, lo cual se convirtió en uno de sus planes preferidos. Creía que era sincero en su forma de sCAPITULO 10: ENAMORÁNDONOS (1)
Por un momento me sentí feliz de saber que él imaginaba un futuro conmigo y aunque no estaba preparada para formalizar una vida de matrimonio, no pude evitar imaginar cómo sería mi familia junto a él, ¿cómo serían nuestros hijos? ¿Cuantos tendríamos? En fin, todas esas preguntas que uno no puede evitar hacerse cuando se enamora y cree que será para siempre, aunque algo en el fondo te dice que nada es eterno.-Por ahora, me gustaría comenzar por conocer a tu madre. -Pronto lo har&aa
Podrán pasar los años y ni siquiera nosotros mismos nos logramos conocer del todo, porque, aunque muchas veces decimos que no haremos algo lo hacemos y viceversa; eso lo aprendí gracias a él, porque por el amor que le tenía acepte cosas que no iban acorde a mi personalidad, pero el miedo a perderlo era más grande, así que creí por un momento que la mala era yo al ser tan psicorrígida.Lo miré y reflejaba serenidad y sinceridad, por lo que al cabo de unos minutos no pude evitar sentir ganas de abrazarlo, así que decidí disculparlo por lo que había hecho y disfrutar las cosas que me había llevado. No lo perdone por lo que me entregaba, sino porque así es el amor, ¡duele más perder a esa persona, que lo que hizo!-Está bien, pero prométeme que no volverás a llamar tanto la atención.-Te lo prometo preciosa, pero si antes
-Hermosa, ¿crees que tu padre recibe esas cartas? ¿Crees que Dios nos escucha? -No lo creo, estoy segura. - ¿Crees que Dios se acuerde de mí? -Nunca te ha olvidado amor. Siempre te tiene presente. Al día siguiente recibí una llamada de Daniel y lo note muy preocupado en su trabajo se le presento un inconveniente que requería de su presencia urgente. Estando en la academia, no vi a Tifani por ningún lado, lo que me hizo pensar que algo estaba sucediendo, puesto que ella nunca faltaba. Luego de muchas llamadas, pude hablar con ella. -Ti, ¿qué ha sucedido? Al momento en que la persona a la que amamos se va de nuestra vida no comprendemos los motivos y te preguntas, ¿estaremos juntos de nuevo? Lo más doloroso es decirle adiós a quien no quieres que se vaya, pero aprender a soltar es la mejor manera de poder recibir y aceptar que mejores cosas vendrán, porque recuerden: si las puertas se cierran, golpeemos hasta que alguien del otro lado nos escuche.“Existen momentos en que deseo que no vengas, pues pienso en lo triste que voy a estar cuando te marches”Anónimo. Mi madre estaba un poco distante porque le estaba sucediendo lo de casi todas las mamás: enfrentar que su niña, ya no es una niña. Luego de hablarle, supo que aquella noche no había pasado nada.-Tienes una fuerza de voluntad grande. Es admirable.-LaCAPITULO 14: ENAMORÁNDONOS (5)
CAPITULO 15: DISTANCIÁNDONOS (1)