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CAPITULO 8: CONOCIÉNDOTE (3)

Mantente alerta cuando alguien de rodeos para contestar a tus preguntas, porque algo oculta y puede que sea algo que lastime; así que, si sientes que debes alejarte, ¡hazlo! Es mejor retirarse a tiempo del campo de batalla, que ir a la guerra y morir en ella.

-Mi vida tampoco es que tenga mucho para contar. Tengo veinte años, estudio medicina y vivo con mi madre. Me encanta ir a trotar y creo que ya lo sabes y también me gusta el piano.

En ese momento el aprovecho para lamentarse por la muerte de mi padre. -Debías amar mucho a tu padre como para negarte a que alguien más te acompañe en tu caminata. Lo lamento.

-Tranquilo, ya he aprendido a vivir con eso. Los primeros años fueron difíciles, pero cuando aceptas las cosas, el sufrimiento ya no es parte de ti.

- ¿De qué murió? Si se puede saber.

-Neumonía. Éramos muy unidos… -Respondí acongojada.

-Estoy seguro que te cuida. - ¿De qué le dio esa enfermedad?

-Por una infección en su tejido pulmonar. El germen de la neumonía puede llegar a los pulmones por aspiración desde la nariz o la faringe, por inhalación o por vía sanguínea. Ella es causada por bacterias, virus u otros microorganismos. La bacteria más frecuente es el neumococo, y el virus más común es el de la gripe. Creo que esa fue la razón por la que papa contrajo la enfermedad, pues no se cuidaba bien cuando enfermaba; además, él fumaba mucho, así que sus pulmones eran débiles y ello favoreció a que la enfermedad fuera mucho más fuerte.

-Gracias por la explicación Doctora. –Dijo sonriendo.

-Oh, lo siento… por un momento pensé que estabas comprendiéndome. Hablo con tantos médicos que, me he acostumbrado a este lenguaje. Creo que mi subconsciente piensa que todos lo somos… espero no haber sido grosera.

-Claro que no; además, puedes estar segura que te comprendí.

-Aunque tal vez pude hablar de otra manera.

-Esa es tu naturaleza… tranquila. - ¿A qué se debe que hayas elegido esta carrera?

-Gracias a mi madre. Ella es enfermera y me ha dicho siempre que lo llevo en la sangre y creo que tiene razón.

-Una muy poderosa.

-Sí, aunque no suelo hablar mucho de esto.

- ¿Por qué?

-Me hace recordar a mi padre. Él siempre me decía que quería verme ser la mejor doctora.

-Entonces debes sentirte orgullosa de estarlo logrando, ¿no crees? –Se acercó y me abrazó.

-Gracias, Daniel ¿Quieres que te cuente lo que hago para sentirlo cerca?

-Si gustas, seré todo oído.

-Desde que falleció tome la costumbre de escribirle cartas. Todos los días al anochecer, hago una carta contándole como me fue y si estuvo extraordinario el día o, por el contrario, fue sencillo; cuando he completado cien cartas, las llevo al mar y dejó que una a una se las lleven las olas porque siento que justo en la línea infinita donde el mar se une con el cielo, mis cartas son entregadas a papá y él se emociona de sentir que aun somos parte el uno del otro.

-Que emotivo. Primera vez que veo a alguien hacer eso por algún familiar que haya fallecido.

-Así lo siento cerquita.

-Eres única princesa. Gracias por confiar en mí y contarme esto; seguramente no cualquiera lo sabe.

-De hecho, nadie lo sabe; bueno, a excepción de mi madre, ahora también lo sabes tú.

-Para alegrar un poco la conversación, ¿dónde aprendes a tocar piano?

-Es una academia musical.

- ¿Ah sí? –Preguntó un poco nervioso. –Creí que era con algún profesor personalizado.

-No, me gusta allí porque así me relaciono.

-Está bien, cambiemos a otro tema más interesante.

¿Ah? ¿Qué le pasaba? No comprendía su reacción tan evasiva, pero no me gustaba la actitud que había tomado, porque su semblante cambio.

-Creí que te interesaba.

-Sí, pero ya sé que estas en una academia, ¿qué más puedo saber? –Dijo en tono grosero.

-No entiendo tu actitud, siéntate que la gente nos observa.

- ¿Y? ¿Acaso la gente es la que me da de comer? Deja de preocuparte por lo que piensen los demás.

-Claro que me preocupa lo que piensan los demás, porque no quiero quedar como la loca que tiene un novio más loco que ella.

- ¿Y cómo van a pensar eso si ni siquiera somos novios?

-Pero la gente no lo sabe y ya nos vieron estando juntos así que lo más probable es que piensen que somos pareja.

Desde que lo estaba conociendo tuve muchas señales para alejarme a tiempo, entre esas su impulsividad, pero me negaba a verlas porque parecía que hubiese colocado en mi un velo que solo me permitía verlo a él.

Su actitud me tenía enojada así que me levanté de la silla y le dije: -Si sigues así, no solo te iras, sino que no me volverás a ver porque no quiero pasar pena, más de la que ya me estás haciendo pasar. Quiero que sepas mis cosas, pero no comprendo tu actitud, ni siquiera sé porque te pusiste así, pero si no te vas a saber comportar, avísame porque así las cosas no funcionan.

Al ver que mis palabras iban cargadas de seriedad, reaccionó y supo que había actuado mal. –Vamos a calmarnos y sigamos charlando, ¿sí? discúlpame por lo que pasó. Tuve una mala reacción, pero es que no me gusta que, si te digo que hablemos de otra cosa, insistas en el mismo tema.

-Está bien, lo comprendo. A la próxima te agradezco que no te comportes así, porque te dejo solo.

-No habrá próxima princesa, de eso puedes estar segura.

Su personalidad de mentiroso por naturaleza, lo hacía mostrar un falso arrepentimiento frente a su actuar. Las personas similares a él piden perdón de manera superflua, pero nos hacen creer que lo que dicen es sincero.

-Ahora si hablaremos de mí. –Dijo, mientras tomaba un pañuelo para secar el sudor de su frente.

-Soy toda oídos.

-Soy Ingeniero Químico. Trabajo de lunes a viernes de 1:00 a 7:00 pm. Estoy soltero, vivo solo. Me gusta ir a la playa todas las mañanas para desayunar en tu restaurante favorito, que también es el mío. En las noches, al llegar a casa me gusta acostarme a dormir temprano, para tener energía al día siguiente.

- ¿Te sientes bien así?

-Claro. A veces creo que llevo una vida rutinaria, pero me gusta.

-Eso es lo importante. Aunque tengo una duda.

- ¿Cuál?

- ¿Qué viste en mí que te hizo hablarme?

-El saber que había sido la chica que salvó mi vida. Eso me hizo darme cuenta que tus sentimientos son bonitos y necesito una mujer así.

- ¿Seguro que solo es eso?

-Sí, quiero saber más de ti porque sé que tienes mucho potencial para entregar; además, cualquier hombre moriría por tener una mujer como tú.

- ¿Si? gracias.

- ¿Qué te sorprende? ¿Acaso no has visto lo maravillosa que eres?

-Sí, pero no cualquiera resalta tus cualidades.

-Pues pienso que tienes tantas que, es imposible no notarlas a simple vista y más cuando eres afortunado de haber sido salvado por ella.

-Pero el haber salvado tu vida no es óbice para que creas que soy buena persona.

- ¡Claro que sí! los actos son los que hablan por nosotros y lo que hiciste me demostró que eres una chica valiente y vale la pena conocerte. No te puedo negar que tienes un físico muy bello, ¡eres hermosa! Pero lo que llevas dentro es lo que te hace ser especial.

-Gracias por notarlo.

-Gracias a ti por dejarme hacerlo.

Seguimos charlando otro rato y me conto que los fines de semana se dedicaba a visitar a algún amigo en las tardes y viajaba el sábado por la noche para ir donde su madre. Su tono de voz cambio y su semblante se hizo lúgubre.

- ¿Qué sucede? ¿No te gusta viajar y te toca hacerlo?

-Ojalá fuera eso… sería mucho mejor.

- ¿Entonces qué es?

-Mi madre está enferma. -Respondió afligido.

- ¿Quieres contarme que tiene?

-Ella sufre de cáncer. Al igual que tu padre, ella también fuma mucho. Estoy cansado de decirle que deje el cigarrillo, porque no le hace bien a su vida. Todos los sábados viajo de noche en mi carro, para llegar a su casa los domingos por la mañana. Me paso el día cuidándola, porque está muy enferma. En las noches me regreso para llegar al trabajo temprano.

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