—No entiendo… ¿Cómo pudiste? ¿Cómo pudiste hacerme esto, Ana?—le dice en un susurro derrotado.—Lo que no entiendes, Marcos, es que ya no tengo que explicarte nada. Todo lo que necesitabas saber, ya lo sabes. Y lo que sientas ahora, no es más que el eco de tus propias decisiones. No es mi problema. Yo... me cansé. Me cansé de ser la tonta que te soportaba. Me cansé de esperar algo que nunca llegó. Y no seré la esposa ciega que deja pasar un engaño— le dice ella, mirandolo, con indiferencia y desprecio.Marcos, con la mirada perdida, no sabía si gritar, golpear algo, o simplemente desvanecerse. Pero, en lo más profundo de su ser, entendió que había llegado al final de su propio camino.—Y a ti Laura... No te perdonaré por todo esto. No solo por lo que me hiciste, sino por lo que implica. De ahora en adelante estás muerta para mí.—No pienso pedirte perdón, Ana. En el corazón no se manda. Yo no lo hice por venganza, lo hice por mí. Quizá algún día lo entenderás.Gregory sintió una ganas
Los ojos de Gregory se abrieron con sorpresa. Estaba de pie a su lado, tranquilo hasta ese momento, pero las palabras de Ana lo hicieron casi dar un salto. Mira a Ana con una mezcla de incredulidad y confusión.—¿En serio, Ana? ¿Estás...bromeando? —le pregunta en voz baja.—No, Gregory, no estoy bromeando. Estoy embarazada de ti. No es solo para hacer enojar a Marcos. Es la verdad—le dice sonrojada con una sonrisa encantadora.—Oh, por Dios hija—murmura su madre.Su esposo le hace señas que no los interrumpa.Gregory, aún incrédulo, asiente lentamente, mientras una leve sonrisa se formaba en su rostro. Aunque no estaba preparado para la noticia, el pensamiento de que Ana estaba esperando su hijo le llenó de algo inesperado. Pero no era el momento para discutirlo. El espectáculo de la escena con Marcos, su enojo, su frustración, ocupaba todo el espacio.Marcos, aún de pie frente a ellos, está atónito, sintió cómo su corazón se rompía en mil pedazos. La verdad le golpeó como un garrote.
En el restaurante solo quedaron los padres de Ana y ella junto a Gregory, porque Laura salió corriendo detrás de Marcos que acababa de salir como un demonio.—Dios mío hija—Su madre ya no sabe que pensar ni que más decir.—Es una larga historia madre, todo lo que escuchaste. No tengo secretos contigo ni con papá. Así que mejor tomen asiento y vamos a cenar algo, aunque no tengo mucho apetito. Me he pasado el último mes con muchos malestares.Gregory la mira más enamorado, ella su mujer ahora solo suya, estaba esperando un bebé de su linaje de licanos. Aunque sospecha que su padre, no estará de acuerdo, no tiene intención de abandonar a Ana, al contrario va a ayudarla a divorciarse y casarse lo más pronto con ella.Gregory manda a prepararles otra mesa alejada del desorden de la pelea anterior y les sirvieron platos ligeros. Ana le contó todo a sus padres desde cero. Desde como conoció a Gregory hasta todo lo que ocurrió hasta el momento.—Ahora si entendemos todo hija—ñe dice su padre
Marcos está a sentado en el borde de la cama del mugroso motel, dándole una mordida al trozo de pollo frito que tenía en la mano.La grasa le chorrea por los dedos, pero a estas alturas le daba igual. Frente a él, Laura, con los brazos cruzados y una expresión de fastidio, no estaba antojada de pollo, pero se lo tenía que comer, era eso o acostarse con el estómago vacío, ella le miraba como si fuera la peor basura del mundo.—Y dígame, princesa, ¿cuándo piensas empezar a buscar trabajo?porque lo que gano no nos va a alcanzar para mucho, hice una mala inversión, perdí dinero meses atrás y todo este tiempo nunca fui bueno para ahorrar—suelta él entre bocado y bocado.Laura hizo una mueca de disgusto, pasándose una mano por su cabello desordenado, era la mano que aún tenía limpia.—Estoy embarazada, mi amor. ¿Te parece que puedo andar correteando trabajos en este estado? además ¿quién diablos me va a contratar?Él soltó una carcajada seca y sacudió la cabeza, dejando el hueso del pollo e
—¡Que te jodan!—le grita Laura.El olor a basura y humedad le golpeó la nariz. El ruido de la ciudad comenzaba a despertar, bocinas, voces, el ajetreo de la miseria cotidiana.—Tan dramática.Apretó la mandíbula y su mirada cayó sobre el papel arrugado de la solicitud de divorcio en la mesita de noche. Su mano se cerró en un puño. No, esto no se quedaría así. Si Ana pensaba que lo había sacado de su vida sin más, estaba equivocada. Gregory Samaniego no iba a salirse con la suya.—Voy a salir—le dice a Laura—Si estás aburrida sal para ver qué encuentras. No sé a qué hora regrese.Ella seguía enojada, así que simplemente se hizo la desentendida.Dos horas después, Marcos se arregló la chaqueta y se pasó una mano por el cabello antes de entrar al imponente edificio de oficinas. Las letras doradas sobre la entrada principal reflejaban el nombre del bufete de abogados que manejaba el divorcio de Ana. "Garrido & Asociados". Solo con ver el nombre, sintió que la rabia le subía por el pecho,
Marcos cerró el maletín con un chasquido seco y lo dejó sobre la mesa del desvencijado motel donde se hospedaban.Laura, con el cabello revuelto y los ojos hinchados por el sueño, se incorporó en la cama y lo miró con incredulidad.—Dime que no hiciste nada estúpido con esa arma —susurra, con su voz temblorosa.Marcos esboza una sonrisa torcida y se sirve un vaso de whisky de la botella barata que había comprado antes de regresar.—Depende de a quién le preguntes, amor mío —responde con desdén.Laura se levantó rápidamente, con su camisón cayendo sobre su cuerpo con descuido. Caminó hasta él y quiso tocar el arma, pero Marcos no la dejó. Su corazón dio un vuelco al ver el brillo del arma, parecía cargada.—¿Me estás diciendo que te dieron dinero por firmar el divorcio y gastaste mil dólares por eso? —pregunta, con la respiración entrecortada.Marcos se encogió de hombros y tomó un sorbo de su bebida.—Ya te dije ¿eres sorda? Gregory Samaniego. Me ofrecieron este dinero para que desapa
Gregory acababa de recibir la confirmación de algo que esperaba con ansias. El divorcio estaba firmado. Por fin, Ana era libre de Marcos.—¿Y no puso más condiciones?—No señor Samaniego. El sujeto aclaro los ojos cuando vió todo ese dinero.—Bien. Ahora lleva todo para que se formalice y antes de verano quiero que prepares todo para mi matrimonio con Ana.—Como diga joven Ceo.Con una sonrisa satisfecha, saca su teléfono y marca el número de Ana. Ella contesta tras el segundo tono.—Hola, Greg—su voz sonaba animada.—Hola, preciosa. ¿Dónde estás? Tengo buenas noticias para ti, pero quiero dártelas en persona.—Estoy en la plaza central con los niños. Vinimos a comprar regalos para los maestros. ¿Por qué no nos alcanzas aquí?—Eso haré. Espérenme en la fuente grande. Nos vemos en veinte minutos —dice Gregory antes de colgar.Afuera de la firma de abogados, a unos metros de distancia, Marcos observaba todo desde un auto de segunda mano que acababa de comprar con parte del dinero que le
Minutos antes.La plaza central animada, pasado el medio día, con la luz del sol iluminando a las familias que paseaban entre los puestos.Ana caminaba junto a Gregory, sosteniendo la mano de Diego, mientras Valentina brincaba emocionada a su lado. Los niños están emocionados con el algodón de azúcar, donde los dos hermanos miraban fascinados cómo la máquina giraba creando nubes rosadas y esponjosas.Gregory sonrie y, sin dudarlo, se inclinó para abrazar y besar a Ana. Ella responde con ternura, disfrutando de aquel momento de tranquilidad que tanto había deseado.Marcos se movía con determinación, sus manos firmes en la pistola. La escena frente a él lo llenaba de rabia. Gregory tenía todo lo que él había perdido: el amor de Ana, la felicidad de sus hijos y la vida que le había sido arrebatada.Laura al anticipar su intención, no lo pensó dos veces. Corrió con todas sus fuerzas, su única intención era detenerlo. Sabía que Marcos era capaz de cualquier cosa y, al ver su expresión dese