ARIELLE BRIGHT Y ENMANUELL GIORDANO.
Arielle llegó al pabellón de las hermanas de la caridad donde sería guiada por Sor Juana. Era una monja muy estricta y regañona, todo lo quería a su tiempo y si no lo estaba imponía los castigos sin autorización de la,madre superiora. —Sor Juana, una nueva novicia, estará aquí con ustedes hasta segunda orden. Son órdenes de la madre superiora. —¿Cuáles son esas segundas órdenes? Hermana, aquí todas la hermanas saben su deber y están segura de su vocación. Arielle tenía la cabeza gacha, y Sor Juana no podía ver su rostro muy bien. La miró y le dio órdenes de seguir. —Vamos, te indicarle tu deberes. —habló con severidad. Arielle miró a Sor María y dibujó una leve sonrisa. —Ve tranquila. —le susurró y ella entendió y siguió su camino. —Las hermanas de caridad somos ayudantes de Dios aquí en la tierra, alimentamos a los necesitados y ayudamos en el orden del convento y la basílica. Tendrán días disponibles el ayuno. Sor Juana explicó todo lo que Arielle las actividades que tendría que hacer. —Mañana empiezas con tus labores. La noche llegó, Arielle se duchó, se miró al pequeño espejo que tenia, vio sus ojeras marcadas, al igual que la profunda tristeza en sus ojos, recordó el día que sería el más feliz de su vida, y estaba ahí, encerrada en cuatro paredes con una cama una silla y un hábito colgado en la pared. Suspiró profundo y se hincó de rodillas sobre la cama y lloró, lloró toda la noche. Al día siguiente despertó luego de dormir unas pocas horas, se cambió y fue al desayunador y luego al sala de oración, así era la rutina diaria cada día. Los días pasaron en completa calma, hasta que le tocó la semana de la caridad. Tenía que salir a dejar alimentos a uno de los orfanatos de la cuidad. —Hoy organice una visita al orfanato caritas felices, desde hoy toca la semana culturas que realiza esa institución y ustedes enseñaran artes a los niños, como cantar, pintar, y dibujar. Las hermanas encargadas serán, hermana Luz, la hermana Maylin, y la hermana Rebeca. Luz y Rebeca eran hermanas por vocación, Pero tenían una personalidad muy extrovertidas. Muy opuestas a la nueva Arielle. Arielle acepto sin protestar, —Todo está listo para que vayan hasta allá, tomarán un Uber por qué la buceta está en reparación. —sugirió Sor Juana. —Podemos ir caminando, está muy cerca el orfanato. —propuso la hermana Rebeca. —Vayan con cuidado, hermanas . Luz, Rebeca y Arielle Maylin tomaron lo que cada una le tocaba llevar y salieron del convento. Caminaron por las calles de Roma, Rebeca y Luz hablaban animadas mientras Arielle iba concentrada en sus pensamientos. "Dios, esto no era lo que yo quería, bueno Estoy lejos, en otro país, no corro el peligro de encontrarme con Gabriell." Pensó sin darse cuenta al cruzar la calle. Una auto estaba casi encima de ella. El sonido de los neumáticos al frenar la sacó de sus cavilaciones, tiró todo lo que llevaba y cayó al suelo casi desmayada de la impresión. El hombre logró frenar a tiempo, y salió del auto de prisa y corrió a mirar a la monja en el suelo. —¿Está bien hermanita? Lo siento disculparme, no la vi. Vamos la llevaré a un hospital. —Expresó algo asustado. Arielle levantó la mirada y sus ojos se encontraron con esa intensa mirada, Arielle trago el nudo en su garganta y parpadeó, se puso de pie tan rápido como pudo, limpiando su hábito y se negó a la petición del hombre. —No pasó nada grave, tranquilo estoy bien. —dijo Arielle recogiendo sus cosas mientras el ayudaba hacerlo. —Por favor, déjeme llevarla a un hospital para que la revisen hermana. —No hace falta, tenga un buen día. —se negó y siguió su camino. —¿Estás bien May? Mira el susto que nos dio ese mangazo de hombre. —preguntó la hermana Rebeca. Arielle la miró y sonrió, por escucharlas expresarse así. —No te sorprendas, somos monjas Pero no ciegas, dios nos dio estos ojos para admirar sus hermosas y bellas creaciones. —respondió la hermana Luz. Arielle sonrió haciendo un gesto de negación. —Vamos, sonríe, te ves siempre muy triste y callada. ¿Estás aquí en contra de tu voluntad? —interrogó Luz. —No, vine con voluntad. —Pero no convencida de que está es tu vocación. ¿Cierto? —aseguro con una pregunta Rebeca. Arielle se quedó callada y continuó en silencio. —Tranquila, por eso estás en esta congregación, aqui se pasa un determinado tiempo, por eso nos envían al exterior de esas paredes, para ver lo que el mundo nos ofrece y si estamos verdaderamente dispuestas a renunciar a él y sus ofrecimiento. —Habló Rebeca. Arielle suspiró profundo y terminó contando las razones por las que decidió entrar al convento. Rebeca y Luz sintieron pesar en sus corazones al ver en sentimiento de dolor en cada palabra que Arielle decía. —No todas las creaciones son perfectas, hay creaciones defectuosas como esa Katherine, que no supo valorar tu amistad y ese sinvergüenza, tu amor. Algún día encontrarás tu verdadero amor, ya sea aquí en el convento que es casarte con Dios, osea sirviendo a él sin condiciones ni arrepentimientos o allá fuera, donde hay creaciones tan pero tan bien hechas como el que por poco te atropella. —Gracias hermana Rebeca, hermana Luz, gracias por escucharme. Solo necesito tiempo para ver con claridad lo que realmente deseo, solo quería estar en un lugar que no me recuerde todo lo que viví. —Tómate todo el tiempo que desees, y recuerda que para servir a Dios no es necesario vestirse con un hábito, también le sirves firmando un matrimonio sólido y estable, lleno de amor y formando una familia de bien. Continuaron hablando y llegaron al orfanato dónde compartieron todo el día enseñando a los pequeños. La tarde llegó y volvieron al convento. Y así, como pasó la tarde pasaron los días convirtiéndose en semanas, Arielle entro en más confianza con Luz y Rebeca salían a realizar las obras de caridad y volvían. —Muye bien hermanas, hoy tenemos que limpiar la basílica, para mañana muy temprano decorarla con flores, pues se realizara una boda, no es muy común que se realice pero han pedido una celebración aqui. Arielle sintió un vuelco en su corazón al escuchar esas palabras, ya habían pasado un mes y medio de su desdichado día y ahora estaba ahí limpiando y arreglando la iglesia para una boda. Trago el nudo en su garganta y cerró los ojos deteniendo las lágrimas que amenazaban con salir. Sor Juana explicó todo lo que tenían que hacer y empezaron. Arielle caminó .uy despacio a la iglesia y empezó, junto con Rebeca, Luz y otras hermanas más. Al día siguiente continuaron con los arreglo florales y el pasillo de pétalo, Arielle sentía una angustia que no podía explicar, los latidos de su corazón eran acelerados sintiendo el dolor al recordar aquel día. Sus lágrimas rodaban y las enjugaba sin que nadie lo notara. Tres horas después la iglesia estaba decorada, y lista para recibir a los invitados. —Todo quedó hermoso, mira esas rosas anaranjadas divinas. —alagó la hermana Rebeca. —May, se que esto es doloroso para tí, pero ves esa pequeña cámara, por ahí nos vigila Sor Juana, así que a mover esas patitas y apurarnos, en media hora empiezan a llegar los invitados. El tiempo pasó y la la iglesia estaba con cientos de invitados esperando la llegada de los novios. —Vamos a mirar por las cámaras, manos May. —sugirió Rebeca, Arielle rechazó la invitación, y Luz aceptó y ahí estaban, en la sala de control de las cámaras para mirar lo que sucedía en la basílica, y como siempre habían asaltado la despensa para poder estar comiendo y mirando la ceremonia a través de las cámaras, como era costumbre de ellas vigilar siempre desde ahí Arielle se escuchó y se retiró a darse un baño y a cambiarse. Bajo la lluvia artificial sus lágrimas se mezclaban y sus sollozos se ahogaban en sus manos. —Hasta cuando este dolor, hasta cuándo me dolerás Gabriell Alighieri. Voy a olvidarte, voy a sacarte de mi vida para siempre. —sentenció no midió el tiempo que estuvo en el baño, y después de que se sintió mejor salió envuelta en una toalla y para su sorpresa, en el lugar donde dejo sus hábitos limpios encontró un vestido de novia. Su sorpresa fue tan grande que miro el vestido y buscó sus hábitos y no los encontró por ningún lado. —¿Pero que clase de broma es esta? ¡Rebeca, Luz, ya dejen de jugar conmigo, no es gracioso. —decía casi gritando sin ser escuchada. —¡Rebeca, Luz, por favor, no me hagan esto, quiero mi ropa. —dijo en voz alta cuendo escuchó murmullos de hombres a acercándose. Tres hombres vestidos de negro, abrieron abruptamente la puerta y ella dio la espalda justo en el momento en que ellos entraron. —Ella es, se a quitado el vestido. —dijo uno de ellos por un radio. —La quiero aquí de inmediato, traigan la ya. —ordenó la voz al otro lado. —Señorita Arielle, por favor vista se y acompáñenos. —ordenó uno de ellos. —No, no voy a salir así. —Póngase su vestido, ahora, no me obligue a llevarla si como esta. —Por favor, no me voy a poner ese vestido. —repitió, cuando el hombre intentó levantarla y sacarla así como estaba, envuelta en toallas. —¡No! Espere, espere por favor. — dijo pataleando y el hombre la bajó nuevamente. —Voy a vestirme, por favor, espere un momento, aunque no se por qué tengo que ponerme este vestido. —No reniegue y vista se pronto. —ordenó el hombre. Arielle se vistió nuevamente con el vestido de novia uno que no era suyo, que no escogió pero le recordó su triste día, sus lágrimas volvieron a salir a borbotones, nunca imagino que tan pronto volviera a vestirse de novia. —Estoy lista. — dijo entre sollozos, el hombre la miró y habló severamente. —Señorita Arielle, por favor coloque se el velo. Arielle cerró los ojos y colocó el velo sobre su cabeza dejando caer una capa que cubría su rostro. Suspiró profundo sin entender ese juego macabro del destino. ¿Quién había dejado ahí ese vestido? ¿Quién se llevó su hábito? No tenía idea de lo que estaba pasando, pensó en Gabriell, y su corazón se estrujó, sus lágrimas rodaron y caminó cuando el hombre la tomó del brazo y la llevó al encuentro con un destino incierto.ARIELLE BRIGHT Y ENMANUELL GIORDANO.DIA DE LA BODA.Rebeca y Luz estaban concentrada viendo la llegada de los invitados.—Son puro multimillonarios ya quiero ver al novio. —dijo Rebeca.—Te imaginas a la novia, debe ser un vestido de ensueño. —respondió Luz sin quitar la mirada de las cámaras.Todos entraban y la organizadora los guía a sus lugares.Enmanuell salió de la limusina, saludó a todos y fue guiado al altar por su madre.—Mira el novio, que guapo que está, parece un príncipe de cuentos. —dijo Luz.—Me parece conocido, no recuerdo donde, Pero ya lo vi antes. —expresó Rebeca apretando el botón de zoom a la pantalla.Lo miró detenidamente y recordó.—¡Claro! Ya recuerdo, es el mangazo que atropelló a May. ¿Recuerdas? —preguntó muy entusiasmada Rebeca.Luz miró fijamente la pantalla y confirmó.—Si, es él, voy a decirle a Maylin que su otro galán se casará.—¡Estás loca! ¿Cómo le dirás eso? Ves que aún anda sensible por lo que le hizo ese cobarde. Mejor sigamos mirando, déjal
Mientras Arielle Brigth, era llevada en contra de su voluntad.Arielle L'blank estaba sumergida en el más profundo de los sueños.Las puertas de la habitación de oración se abrieron y Sor Juana la encontró completa mente dormida. —Hermana Maylin. Usted se la pasó durmiendo y no cumpliendo con la penitencia. —casi gritó, y Arielle dió un salto sobre la cama.Se puso de pie y agachó la cabeza.—Hoy se quedará aqui encerrada y cumplirá su penitencia doble, usted no suelta el mundo, lo lleva dentro de usted. No sé que hace aquí si esta no es su vocación. Ya no saldrá del convento con las hermanas a realizar caridad.Arielle sin pronunciar palabras solo asentía, aceptando lo que Sor Juana dictaminara con ella.Sor Juana salió de la habitación no sin antes decir.—Hoy tendrá ayuno. —dijo y cerró la puerta.Arielle cayó sentada sobre la cama, suspiró profundo y pasó sus manos por su rostro.—¿Y ahora como voy a salir de aquí? Por dios, salí de un lío para meterme en otro más grande. —decía
Gabrielle Alighieri, después del escandaloso plantón en la iglesia, regresó a su mansión, donde compartiría su vida con Arielle. Subió a su oficina y sirvió un vaso de whisky y lo bebió, sirvió uno y otro y otro, bebió hasta perder la razón.Una semana pasó encerrado sin recibir a nadie ni responder llamadas ni mensajes. Los toques de la puerta llamaron su atención. Y entraron —¡No quiero ver a nadie! —habló sin mirar a quien pasó por ella.—Gabrielle. ¿Es así como piensas que Arielle te perdonará. Hundiendo te en el alcohol ? Sal de aquí y búscala, explícale que te tendieron una trampa. —Le aconsejó Sharif, su mejor amigo.—No quiero ver a nadie Sharif, déjame solo.—Ve a buscarla, explícale, dile que no la traicionaste.Y así lo hizo.—Ahí te envío toda la información de mi prometida, quiero que la encuentres lo más pronto posible. —ordenó Gabriell, cuando fue interrumpido por Sergio.Gabriell lo miró y se apresuró a recibirlo.—Sergio, por favor toma asiento, necesito aclarar m
ARIELLE L'BLANK Y GABRIELL.Arielle fue subida al jet privado de Gabriell y llevada a Florencia.Dos horas después estaban aterrizando en Arezzo—¿Dónde me llevan? Esto es un secuestro, mi padre los refundirá en la cárcel.—Señorita, su novio envió por usted, será el quien le explique. La subieron al auto y salieron rumbo a la mansión Alighieri. Una hora después estaban llegando.Bajaron del auto y la llevaron casi arrastras, mientras ella forcejeaba por no querer seguir.—¡Suéltame! Yo puedo seguir sola. —dijo tratando de zafarse. El guardaespaldas la subió nuevamente al hombro y la cargó.—¡Bájame idiota, Suéltame! —gritó patalendo cuando se quedó en un silencio sepulcral al escuchar la voz varonil de Gabriell.—¡Bajarla! Arielle cayó al suelo en el momento en que fue bajada del hombro del guardaespaldas, Gabriell se inclinó para ayudarla y en el momento de ponerse de pie el velo se le hizo a un lado dejando al descubierto su fino y hermoso rostro.—¿Quién eres tú? —preguntó un so
La mañana llegó y Gabriell despertó primero que Arielle y salió silenciosamente después de dejar la silla en su lugar. Caminó hacia la puerta y salió sin ser visto por ella, según él.Arielle entre abrió los ojos y miró su espalda al cerrar la puerta.-Con que te quedaste a cuidarme. ¡Ja! No creas que te devolveré el favor, como no sabes que te ví, no te debo nada, grandísimo imbécil. -pronunció ella apretando los dientes.Media hora después pasaron revisión médica. -¿Muy bien señora Alighieri, se está recuperando muy pronto, así no estará el mes completo aqui en el hospital. -informó el Galeno en turno.-El amor de su esposo la rehabilita pronto. -dijo una de las enfermeras.-Doctor, dígame cuando podré viajar, necesito irme de aquí.-Puede pero es muy peligroso que el mínimo movimiento, o una mala maniobra al querer caminar termine de dañar por completo el hueso fracturado.-¿Riesgos?-Si, y entonces puede ser peligroso una gangrena, que nos lleve a amputar la pierna.-Doctor, tant
Los días pasaron convirtiéndose en semanas, y estas en meses. Dos meses habían transcurrido, la pierna de Arielle ya estaba mucho mejor.—Muy bien señora Alighieri, vamos a retirar el yeso y le pondremos una férula, esto será el proceso final, por un mes la usará.—Eso significa que me queda un mes para disfrutar de este bello paraíso.—Eres bienvenida a quedarte si lo deseas. —dijo Gabriell mirándola fijamente.—Tiene que hacer terapia de movimiento en el agua. —ordrnó el Galeno —De eso me encargo yo doctor. Y es que en ese tiempo que habían compartido juntos, su relación amistosa se hizo mas fuerte.—Tenemos una vida, tu con tus proyectos y yo con mi viaje pendienteGabriell no dijo nada, solo la miró fijamente mientras ella actuaba con indiferencia.El Galeno colocó la férula y Gabriell intentó cogerla en brazos.—Ya no hace falta, ya puedo caminar. —se negó Arielle. Gabriell sonrió sin hacerle caso.—Ya me acostumbré a cargarte.Subieron a la camioneta y fueron de regreso a la
Gabriell la tomó por la cintura y atrapó sus labios, la levantó en brazos y entre besos llegaron a la cama.La puso sobre las sábanas blancas, la miró, quitó la férula y empezó a besar la punta de sus dedos. Subió a sus piernas abrió cada botón de su vestido dejando sus pechos al descubierto, Recorrió su cuerpo con la mirada, quitó las pantys y la dejó completamente desnuda, pasó su dedo índice por su vientre haciendo un círculo sobre su piel ardiente.Arielle mordía su labio inferior mientras empuñaba las sábanas.Gabriell abrió sus piernas, y pasó su dedo medio por su húmeda abertura, la miró fijamente y se llevó el dedo a su boca saboreando ese néctar que deseaba beber .Empezó nuevamente a besar sus piernas, dejando un camino de besos húmedos y mordidas suaves en ellas.Llegó a su entrepierna, abrió sus pliegues y deslizó su lengua.—¡Aaaash! Gabriell. —dijo entre gemidos fuertes, mientras agarraba sus cabellos. Gabriell succionó su punto sensible dando descargas electrizante en
ARIELLE BRIGTH Y ENMANUELL GIORDANO.Mientras ella disfrutaba del paisaje, Enmanuell salió de la oficina luego de discutir la confusión con su jefe de seguridad, fue a ver a Arielle y la vio ir a las caballerizas, la siguió sigilosamente, y en completo silencio.—Es muy hermosa, parece un ángel con ese vestido blanco y sus cabellos rubios. —pensó mirándola como el viento jugaba con sus cabellos, y su amplio vestido, la vio que comió muchas uva, de todas las que habían plantadas.No por deleite, si no por la ansiedad que sentía.Enmanuell no la perdió de vista ni un solo momento. Vio el momento en que regresó al jardín y fue al mini bar que había, sacó una botella de vino y bebió, jamás lo había hecho, Pero en sus pensamientos estaban las escenas de como había terminado casada con un completo desconocido.—Brindo por lo desdichada que soy, brindo por ti Gabriell Alighieri, el mas traidor de todos. —habló arrastrando las palabras y bebiendo directamente de la botella.Terminó una y fue