CAPITULO 8

ARIELLE  BRIGHT Y ENMANUELL GIORDANO.

DIA DE LA BODA.

Rebeca y Luz estaban concentrada viendo la llegada  de los invitados.

—Son puro multimillonarios ya quiero ver al novio. —dijo Rebeca.

—Te imaginas a la novia, debe ser un vestido de ensueño. —respondió Luz sin quitar la mirada de las cámaras.

Todos entraban y la organizadora los guía a sus lugares.

Enmanuell salió de la limusina, saludó a todos y fue guiado al altar por su madre.

—Mira el novio, que guapo que está, parece un príncipe de cuentos. —dijo Luz.

—Me parece conocido, no recuerdo donde, Pero ya lo vi antes. —expresó Rebeca apretando el botón de zoom a la pantalla.

Lo miró detenidamente y recordó.

—¡Claro! Ya recuerdo, es el mangazo que atropelló a May. ¿Recuerdas? —preguntó muy entusiasmada Rebeca.

Luz miró fijamente la pantalla y confirmó.

—Si, es él, voy a decirle a Maylin que su otro galán se casará.

—¡Estás loca! ¿Cómo le dirás eso? Ves que aún anda sensible por lo que le hizo ese cobarde. Mejor sigamos mirando, déjala descansar, porque mañana tendremos un duro trabajo, limpiar toda esta iglesia. —sugirió Rebeca y siguieron mirando.

Luego de unos minutos vieron llegar a la novia, con su vestido blanco y su rostro cubierto.

—Se ve hermosa. ¿Pero por qué va sola al altar? Eso es raro.

—Son cosas de gente millonarias y sus rarezas.

Vieron el momento en que Arielle caminó al confesionario y se miraron.

—¿Pero que hace ahí? —se dijo Rebeca viendo una actitud sospechosa de Arielle.

—Vamos a ver qué le pasa. —dijo Luz saliendo de la habitación, seguida por Rebeca.

Casi corrieron llegando al confesionario y la encontraron caminando de un lado a otro.

—Tengo que salir de aquí. No puedo volver allá. —se dijo así mismo cuando las puertas se abrieron y volteó de un solo asustada.

—¿Qué hace aquí señorita? Debería estar allá casándose.

—Por favor, ayúdeme a salir de aquí, descubrí que mi novio es gay y no quiero casarme con un hombre así. —mintió para que la ayudarán. Rebeca y Luz se miraron sorprendidas.

—Eso no puede ser. —expresó Rebeca impulsivamente .

—Por favor madre, ayúdeme. —casi suplicó.

Luz la tomó de la mano y la tranquilizó

—Tranquila, la ayudaremos. —dijo Luz y la llevó a los dormitorios .

—Por lo pronto la sacaremos de aquí, vamos, por qué ya mismo vienen por usted. —dijo Rebeca casi arrastrándola.

Rebeca, Luz y Arielle caminaron y se adentraron a los pasillos.

—No hagas ruido, que Sor Juana tiene un oído muy fino. —dijo Luz, llegaron a la habitación de los baños en completo silencio.

—No puedo seguir con este vestido, llama mucho la atención. —dijo Arielle mirando unos hábitos.

—Póntelo encima de ese vestido. —dijo Rebeca.

—No, que se quite ese vestido, morirá de calor, viva se va, y muerta como nos deshacemos  de ella.

—Ya chicas, me lo quitaré. — Hablaban tan bajo que no podían ser escuchadas por nadie más, y el sonido de que alguien estaba en las duchas ayudaba.

Arielle se quitó el vestido y el velo y lo dejó en el lugar donde estaba el hábito, vestida de hermana de la caridad, salieron de prisa, por temor a ser descubiertas por alguien, olvidando de llevar el vestido.

—Esperen un momento, necesito enviar algo. —dijo Arielle, tomó el teléfono y envió las imágenes y toda la información a Enmanuell.

—Listo. —dijo cuando vieron a Sor Juana venir por ellas.

—Hermanas, vengan que hoy tocó la vigilia, y usted hermana May, irá al cuarto de oraciones hasta mañana por la mañana, esa será su penitencia de la semana.

Rebeca y Luz se miraron mientras Arielle estaba con la cabeza gacha sin decir una sola palabra.

—¿Por qué encerrada hasta mañana? ¿Por qué la penitencia? —preguntó la hermana Luz

—Por qué ella aún no se desprende de las cosas del mundo. ¿Acaso no perciben el aroma que tiene?

Rebeca y Luz se volvieron a mirar, y percibieron el olor del perfume que tenía Arielle.

—Rebeca y Luz siguieron por otro pasillo, mientras Arielle era llevada por sor Juana a la habitación de oración. Arielle entró ahí y Sor Juana la encerró.

Arielle daba vueltas como león enjaulado. Golpeó la puerta y gritó sin ser escuchada.

Mientras Rebeca y Luz regresaron sigilosamente tras de Sor Juana y esperaron a que ella se fuera, se acercaron a la puerta y escucharon a Arielle.

—No grites ni golpees, después tu castigo será peor.b—aconsejó Rebeca.

—No puedo quedarme aquí. —dijo desesperada.

—No podemos sacarte de aquí, no tenemos la llave. Trata de descansar que nosotras vamos por el vestido que nos olvidamos de traerlo.

—¡No se vayan! ¡No me dejen aquí! —pidió desesperada.

—Tranquila, mañana saldrás de aquí, duerme, descansa que mañana nos toca limpiar la iglesia ahi podrías irte de aquí.

Arielle aceptó y se tranquilizó, Rebeca y Luz fueron por el vestido y ya no estaba en su lugar.

—¿Dónde está? ¿Quién lo cogió? se lo llevaron, pero quien 

Se preguntaron al unisono y se miraron incrédula de que alguien las había descubierto.

Mientras Rebeca y Luz estaban corriendo con Arielle.

En la iglesia estaba Enmanuell impaciente por la tardanza de su novia. Miraba a cada instante el reloj y al lugar lo donde se fue Arielle.

Su teléfono vibraba repetidas veces que se vio obligado a mirar lo.

"Ahí te quedas con tu show, toca hacerte un monólogo, por qué yo no me voy a prestar para tus mentiras. Tú debiste ser sincero conmigo, decirme la verdad.. y vaya sorpresa, el señor es un mujeriego empedernido."

Enmanuell miró a todos, a Jordan y Julianne, guardó su teléfono y fue tras de Arielle, buscó y buscó sin tener resultados. Marcó el número de su jefe de guardaespaldas y llegaron.

—Mi novia a sido secuestrada, busquen la y traigan la a mi. —ordenó. Jordan y Julianne se acercaron intrigados y preguntó.

—¿Qué pasó Enmanuell, donde está mi hija?

—No lo sé Jordan, tu hija escapó, y no me dejará en ridículo.

—Si mi hija escapó es por qué algo de ti no le gustó, así que será mejor que dejes en paz a mi hija. —vociferó Jordan muy enojado.

—¡Señores, la boda se cancela¡ —informó Jordan a todo pulmón, salió de la iglesia seguido por todo los que eran sus invitados.

—Esa niña nunca me gustó Enmanuell, deja esa loca y búscate otra para que sea tu esposa.

—No padre, la quiero a ella. —respondió, y Doménico se acercó a ellos.

—Hermano, ya vamos, salgamos de aquí.

—Mira, mira las cámaras de este lugar, Arielle no a salido de aquí. —dijo mostrando le el teléfono a Doménico.

—Bueno, si quieres seguir siendo el juguete de esa chiquilla malcriada allá tu. —dijo Espósito Giordano muy enojado y saliendo de ahí con su esposa.

Una hora pasó y ya no quedaba nadie en la iglesia, solo Enmanuell, Doménico y los tres guardaespaldas que volverían con Arielle.

Doménico miró el reloj, el tiempo que había pasado, y aún así acompañó a Enmanuell hasta que vio a los tres guardaespaldas caminar con la novia casi arrastrándola.

—Señor, aquí está su novia fugitiva.

—Padre, indique le a esta mujer donde tiene que firmar.

—Hijo, eso no está bien.

—Hermano, piensa bien las cosas, no cometas una locura.

—Por favor.....yo no. —habló entre sollozos

—Cállate mujer, pagarás por la vergüenza que me causaste. —la interrumpió bruscamente.

—¡Haga lo que le pido padre! —ordenó muy enojado.

El sacerdote indicó en el registro donde firmaría la novia y dónde firmaría él.

—Aquí hija, y tranquila el enojo pasa. No te preocupes. —trataba de consolar el sacerdote a la sollozante novia mientras ella con sus manos temblorosa firmaba sellando su destino.

—Firma aquí hijo. —indicó el sacerdote a Enmanuell y firmó sin mirar a la novia.

—Listo, los declaro  marido y mujer. —dijo el sacerdote, mientras Enmanuell caminaba a paso largo arrastrando a Arielle Maylin Brigth Kartson. Creyendo que era su Arielle.

—Espera Enmanuell, ¿Adónde vas?

—Voy a la hacienda, y no le digas a nadie. ¿Entendiste? A nadie. —ordenó y Doménico no pronunció palabras, solo lo miró como arrastró a su esposa.

Mientas Arielle Maylin Brigth era arrastrada por un esposo que ella no conoce, ni mucho menos escogió. Arielle Annastasie L'blank Ferrari, era encerrada en la habitación de oraciones por un castigo que no le pertenecía. Porque Sor Juana creyó que era la hermana Maylin.

Desde pequeñas sus caminos se cruzaron, se miraron con desprecio sintiendo celos por el amor de Sergio, un padre que escogió el nombre para una y en la transición de sus alma con su esposa escogió el nombre para la otra , y se sentenciaron que,...la una le quitaría el juguete a la otra.

Ahora una ocupa el lugar de la otra, sin saber lo que pasará en sus vidas.

—En verdad estoy pagando una penitencia, jugar con el matrimonio, con  algo sagrado. ¡Dios, perdóname! No lo vuelvo hacer. —se arrepentia mientras caía en los brazos de Morfeo.

Al día siguiente, Rebeca y Luz se escaparon y fueron al cuarto de las cámaras retrocedieron todo asta dónde se escapó Arielle, vieron todo, lo que sucedió y hasta cuándo los guardaespaldas llevaron a una novia casi arrastrando. Se miraron sorprendidas y continuaron mirando.

Vieron cuando Enmanuell se la llevó casi arrastrando.

—¿A quien se llevó ese hombre? —preguntó Luz asustada.

—No tengo idea, Luz. Pero ese vestido estaba dentro del convento.

Se miraron y recordaron a Arielle.

—¿Has visto a May? —preguntó Rebeca.

Luz abrió la boca en una O mayúscula mientras los ojos se querían salir de sus órbita.

—Dime que no es lo que estoy pensando, por favor Rebeca.

—No me lo creo, vamos a buscarla.

Rebeca y Luz salieron corriendo por los pasillos, entraron al cuarto de baño y vieron el rosario de Arielle caído bajo la cama.

—Era ella. Era Maylin la novia arrastrada.

Arielle Bright fue llevada arrastras creyéndola ser ARIELLE L'BLANK.

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