Hacía más de media hora que Teo se había marchado, y aún me encontraba allí, mirando hacia la nada, en la oscuridad de la noche, frente a mi casa, sintiendo como mi corazón dolía cada vez más, mientras mis lágrimas seguían saliendo, y mi labio inferior temblaba.
Aún no podía quitarme de la cabeza sus últimas palabras: “Mereces que ellos te violen, una y mil veces”
Ni siquiera quería pensar en lo que acababa de pasar. Él se había ido, y parecía que no iba a volver.
Me sentía como una idiota. ¿cómo había podido pensar que esa vez sería diferente, que podría ser feliz, que nada nos separaría?
Mi madre apareció, casi cinco minutos después, con una chaqueta, arropándome con ella, pero yo ni siquiera podía mirarla, aún
DIEGO.Las vacaciones de navidad habían llegado a su fin, los niños volvieron a los colegios, los trabajadores a sus trabajos, y Cali volvió a casa, aunque no para quedarse, vino a recoger algo de ropa, para mudarse a casa de su madre, definitivamente. Al parecer, vendría todos los días desde la ciudad para asistir a sus clases de la universidad.Ni siquiera pude retenerla o dirigirle la palabra, pues ella no estaba sola, venía con una amiga, una tal Bekah, una chica de cabello rizado, rubio, alta, labios rosados, ojos celestes, alta y muy guapa. Pero eso no fue lo que más me llamó la atención de todo aquello, lo curioso del asunto, es que mi hermanita, no parecía ella misma. Había cambiado demasiado.Nada más entrar por la puerta, con una sonrisa en el rostro, con pasos firmes y decididos, sin una pizca de miedo en su rostro, y cie
CALIPSO. Miraba hacia Bekah, agradecida de que me hubiese salvado de las garras de Teo. Estaba aterrada, había estado a punto de ser besada por él. No quería eso, no quería volver a sentirme querida por él, no quería volver a abrir mi corazón a nadie más. Aún podía recordar sus palabras, las de la última vez: “mereces que todos te violen, una y otra vez” Me parece una idea genial – aseguré, reponiéndome de aquel inconveniente, con rapidez, para luego mirar hacia él – soy una mentirosa y una puta, ¿recuerdas? – pregunté, hacia él – no vuelvas a olvidarlo – y tras decir esto, me marché, junto a mis amigos. Pasé por al lado de Diego, sin tan siquiera mirarle, y continué mi camino hacia el coche de Jonathan, en el que habíamos venido. Podéis quedaros esta noche en mi casa – comenzaba, mientras nos subíamos en su auto, hacia mi amiga – prometo ser un chico cortés.
Era incapaz de reaccionar, el alcohol y sus besos me tenían cautivada, no podía pensar con claridad en que era lo que quería, tan sólo quería sentir sus suaves besos húmedos sobre mis labios, su respiración entre cortada, su corazón y su calor.Nuestro beso terminó, y ambos nos miramos, con atención, el uno al otro, sin pronunciar palabra.No vas a volver a mentirme – rogó, tras un largo rato en silencio, haciendo que entreabriese la boca, sorprendida por sus palabras – a partir de este momento, me dirás sólo la verdad – asentí, en señal de que estaba de acuerdo con él, ya no quería volver a ocultarle nada más, nunca más – Y ahora dímelo, Cali – insistió – dime que es lo que sientes por mí.Yo… - comenc&ea
MATEO.Cuando desperté, a la mañana siguiente, Cali estaba dormida sobre mí, no entendía en qué momento había sucedido para no darme cuenta. ¿En qué momento había llegado a mi habitación?Se desperezó casi al instante, sin que me diese tiempo a reaccionar, y levantó la cabeza para mirarme. Sonreí calmadamente, pero para mi sorpresa, no me devolvió la sonrisa, tan sólo se quedó allí, observándome con detenimiento.Nuestras respiraciones crecieron sin saber muy bien por qué, mientras que levantaba la mano y la posaba sobre sus labios, acariciando estos, despacio, provocando que ella abriese la boca, y me mirase con deseo.Aquello se estaba descontrolando, lo sabía. Me lancé contra ella en ese mismo instante, uniendo mis labios a los suyos, dejándome llevar por el deseo, mient
Las cosas se descontrolaron la última vez que Cali estuvo aquí, y sabía que no dejaría que volviese a pasar, aunque me muriese por volver a follármela. Debía poner punto y final a toda aquella fantasía estúpida. Tenía que volver a centrarme sólo en Marina y olvidarme de mi hermanastra.Por eso cuando Javier me dijo que Cali volvía a casa, porque su madre tenía termitas y debía fumigar, y que ambas venían a pasar unos días con nosotros, me aterré. Me aterré terriblemente, pero no porque no desease verla, ¡Por Dios! Me moría de ganas de verla, sino porque temía, en lo más profundo de mi ser, no ser lo bastante fuerte para aplacar el deseo que sentía al pensar en ella de forma sexual.Cuando llegué a casa papá y Tam estaban en el supermercado, y Calipso se encontraba regando las plantas que hab
Necesitaba hablar con ella, decirle que estaría esperándola hasta que estuviera lista para aceptarme como algo más, que sería su amigo hasta entonces. En eso es en lo único que pensaba cuando llamé al timbre de su casa. Incluso estaba pensando en olvidar lo que sabía sobre Diego y ella, si era necesario, haría todo lo que fuese para no perderla. Pero lo cierto es, que cuando mi amigo abrió la puerta y los observé tan tensos, el uno con el otro, lo supe: él había vuelto a forzarla.Todos aquellos recuerdos vinieron a mi mente en ese justo instante, incluso los mensajes de aquel hijo de puta y el vídeo.Me considero una persona demasiado calmada cuando tengo que serlo, pero con ella … simplemente no podía quedarme quieto después de presenciar aquella escena, no podía simplemente mirar hacia otro lado.Y fue en ese ju
Salí de la universidad, pensando en el día anterior, en lo que había sucedido entre mi hermano, Mateo y yo. Todo había acabado entre él y yo, ya ni siquiera podíamos ser amigos, pues mi hermano me había echo comprender algo que me empeñaba en ignorar: él no merecía a alguien como yo, él merecía ser feliz, y yo no podía simplemente quedarme a su lado, no sabiendo aquello.Debía haber algo realmente horrible en mí, por eso mi verdadero padre se marchó cuando era niña, porque sabía en lo que me convertiría después.Aún podía recordarle, discutiendo con mi madre, en la cocina, era el único recuerdo que aún tenía de él, sobre lo arrepentido que estaba de tenerme. A menudo solía escucharlos hablar de mí, y él siempre decía lo mismo “Si Calipso n
MATEO.Aún no podía creerme que aquello fuese cierto, que al fin me había acostado con ella, que estaba en la ducha con ella, mientras me besaba, con desesperación, mientras yo la penetraba duro y suave, haciéndola estremecer, cada vez que la apretaba contra la pared, sintiendo mi pene dentro de ella, hasta el fondo.Gemí sobre su boca, desesperado, tan pronto como sentí como ella me clavaba las uñas en la espalda, obligándome a que la apretase con más fuerza.Se retorció entre mis brazos, tan pronto como la agarré del pecho izquierdo y tiré de él hacia abajo.Me miró un segundo, antes de echar la cabeza hacia atrás, separándose de mis labios, gimiendo como una loca, llegando al clímax, logrando que lo hiciese con ella. Grité tan fuerte cuando lo hice, descargando dentro de ella, que casi me qu