CALIPSO.
Miraba hacia Bekah, agradecida de que me hubiese salvado de las garras de Teo. Estaba aterrada, había estado a punto de ser besada por él. No quería eso, no quería volver a sentirme querida por él, no quería volver a abrir mi corazón a nadie más. Aún podía recordar sus palabras, las de la última vez: “mereces que todos te violen, una y otra vez”
Pasé por al lado de Diego, sin tan siquiera mirarle, y continué mi camino hacia el coche de Jonathan, en el que habíamos venido.
Era incapaz de reaccionar, el alcohol y sus besos me tenían cautivada, no podía pensar con claridad en que era lo que quería, tan sólo quería sentir sus suaves besos húmedos sobre mis labios, su respiración entre cortada, su corazón y su calor.Nuestro beso terminó, y ambos nos miramos, con atención, el uno al otro, sin pronunciar palabra.No vas a volver a mentirme – rogó, tras un largo rato en silencio, haciendo que entreabriese la boca, sorprendida por sus palabras – a partir de este momento, me dirás sólo la verdad – asentí, en señal de que estaba de acuerdo con él, ya no quería volver a ocultarle nada más, nunca más – Y ahora dímelo, Cali – insistió – dime que es lo que sientes por mí.Yo… - comenc&ea
MATEO.Cuando desperté, a la mañana siguiente, Cali estaba dormida sobre mí, no entendía en qué momento había sucedido para no darme cuenta. ¿En qué momento había llegado a mi habitación?Se desperezó casi al instante, sin que me diese tiempo a reaccionar, y levantó la cabeza para mirarme. Sonreí calmadamente, pero para mi sorpresa, no me devolvió la sonrisa, tan sólo se quedó allí, observándome con detenimiento.Nuestras respiraciones crecieron sin saber muy bien por qué, mientras que levantaba la mano y la posaba sobre sus labios, acariciando estos, despacio, provocando que ella abriese la boca, y me mirase con deseo.Aquello se estaba descontrolando, lo sabía. Me lancé contra ella en ese mismo instante, uniendo mis labios a los suyos, dejándome llevar por el deseo, mient
Las cosas se descontrolaron la última vez que Cali estuvo aquí, y sabía que no dejaría que volviese a pasar, aunque me muriese por volver a follármela. Debía poner punto y final a toda aquella fantasía estúpida. Tenía que volver a centrarme sólo en Marina y olvidarme de mi hermanastra.Por eso cuando Javier me dijo que Cali volvía a casa, porque su madre tenía termitas y debía fumigar, y que ambas venían a pasar unos días con nosotros, me aterré. Me aterré terriblemente, pero no porque no desease verla, ¡Por Dios! Me moría de ganas de verla, sino porque temía, en lo más profundo de mi ser, no ser lo bastante fuerte para aplacar el deseo que sentía al pensar en ella de forma sexual.Cuando llegué a casa papá y Tam estaban en el supermercado, y Calipso se encontraba regando las plantas que hab
Necesitaba hablar con ella, decirle que estaría esperándola hasta que estuviera lista para aceptarme como algo más, que sería su amigo hasta entonces. En eso es en lo único que pensaba cuando llamé al timbre de su casa. Incluso estaba pensando en olvidar lo que sabía sobre Diego y ella, si era necesario, haría todo lo que fuese para no perderla. Pero lo cierto es, que cuando mi amigo abrió la puerta y los observé tan tensos, el uno con el otro, lo supe: él había vuelto a forzarla.Todos aquellos recuerdos vinieron a mi mente en ese justo instante, incluso los mensajes de aquel hijo de puta y el vídeo.Me considero una persona demasiado calmada cuando tengo que serlo, pero con ella … simplemente no podía quedarme quieto después de presenciar aquella escena, no podía simplemente mirar hacia otro lado.Y fue en ese ju
Salí de la universidad, pensando en el día anterior, en lo que había sucedido entre mi hermano, Mateo y yo. Todo había acabado entre él y yo, ya ni siquiera podíamos ser amigos, pues mi hermano me había echo comprender algo que me empeñaba en ignorar: él no merecía a alguien como yo, él merecía ser feliz, y yo no podía simplemente quedarme a su lado, no sabiendo aquello.Debía haber algo realmente horrible en mí, por eso mi verdadero padre se marchó cuando era niña, porque sabía en lo que me convertiría después.Aún podía recordarle, discutiendo con mi madre, en la cocina, era el único recuerdo que aún tenía de él, sobre lo arrepentido que estaba de tenerme. A menudo solía escucharlos hablar de mí, y él siempre decía lo mismo “Si Calipso n
MATEO.Aún no podía creerme que aquello fuese cierto, que al fin me había acostado con ella, que estaba en la ducha con ella, mientras me besaba, con desesperación, mientras yo la penetraba duro y suave, haciéndola estremecer, cada vez que la apretaba contra la pared, sintiendo mi pene dentro de ella, hasta el fondo.Gemí sobre su boca, desesperado, tan pronto como sentí como ella me clavaba las uñas en la espalda, obligándome a que la apretase con más fuerza.Se retorció entre mis brazos, tan pronto como la agarré del pecho izquierdo y tiré de él hacia abajo.Me miró un segundo, antes de echar la cabeza hacia atrás, separándose de mis labios, gimiendo como una loca, llegando al clímax, logrando que lo hiciese con ella. Grité tan fuerte cuando lo hice, descargando dentro de ella, que casi me qu
Aquel día, en la casa de sus abuelos fue como un verdadero sueño para ambos, pues no dejamos de hacer el amor en todo el día, y al llegar la noche, volvimos al pueblo, cenamos algo en el KFC y luego me llevó a su casa.¿Por qué no estamos en mi casa? – Pregunté, observándole bajar de la moto, mientras yo me quitaba el casco – creí que …No vas a volver allí – aseguró, bastante serio, mientras yo seguía sus pasos, pisando suelo firme – quédate conmigo esta noche.Sonreí como una idiota al escuchar aquello y agarré la mano que él me cedía, para luego caminar con él hacia la casa.Subimos hacia su habitación y luego lo escuché maldecir al coger el teléfono.Tengo que ir al taller – me dijo, logrand
Acababa de llegar al hospital, en taxi, tras recorrer cada rincón de este, encontré a Diego, Marina, Mario, Annie y el señor Gil con el rostro desencajado, en la sala de la UCI mientras Annie fijaba su vista en mí, y sus lágrimas salían.Negué con la cabeza, incapaz de creer que aquello fuese cierto, pero al mirar al rostro del resto de los presentes lo comprendí.Lo siento – comenzó Annie, mientras yo negaba con la cabeza, una y otra vez, sintiendo como algo se desgarraba dentro de mí y mis lágrimas salían, a borbotones – los médicos no han podido hacer nada.Noh – grité, en medio de aquel caos, mientras mi hermano me cogía de la mano, intentando reconfortarme - ¡Noh! – volví a gritar, mirando hacia los presentes, que bajaban la mirada, aterrados por aquella terrible noticia