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Capítulo 4: Atormentado por sus recuerdos

Ni siquiera lo esperó, pero el tobillo de su pierna izquierda dolió demasiado cuando el rubio casi rapado pisó con fuerza, apropósito. Había levantado la pierna para dejarla caer con fuerza justo en el tobillo de Julien, ella soltó un grito desgarrador.

El recreo ni siquiera terminaba, apenas salió del comedor y el trío de problemas la tomaron de sorpresa para alejarla de los demás. Ella forcejeó, quien sea que estuvo sosteniéndola desde su espalda recibió codazos en la cara por parte de ella. Eso hizo que la soltara, y cuando intentó escapar, uno de los estudiantes que estaba presenciándolo todo le puso un pie para que cayera. Y lo logró.

Cayó de cara, razón por la que ahora tenía el labio sangrando. Aprovecharon eso para que entre los tres pudieran llevársela al pasillo D. El cual estaba vacío. Ahora mismo, Julien intentaba mantener su pierna quieta, sus ojos húmedos intentando superar el dolor. Maldijo.

—Mejor mantén esa boca cerrada, Julien. —demandó el rubio, agresivo.

—¿Porqué mejor no te vas a la mierda, Ricky? —soltó, sosteniendo su pierna. El chico se acercó a ella amenazante. Y Julien cubrió su cabeza con sus brazos para recibir el golpe, pero el golpe nunca llegó. Cuando levantó la mirada observó al tal Ricky siendo detenido por su amigo, el miserable de Jackson.

<<El miserable de los miserables.>>

—¿Qué crees que haces? ¡Suéltame!

—Es suficiente. —lo sostiene del brazo con fuerza y lo hizo retroceder alejándolo de ella. Ricky de un jalón brusco se soltó del agarre. —Que es suficiente. —dijo, con más autoridad, teniendo la intención de intimidarlo.

Ricky retrocedió, rendido. Pero el enojo no parecía que pudiera controlarlo muy bien. Sus manos temblaban por la desesperación de no poder fumar en toda la tarde. Su cuerpo lo pedía demasiado, una gota de sudor bajó por su frente. Julien masajeaba su tobillo, el dolor no se iba y el calambre se había apoderado de su pierna. Los gestos en su rostro eran ocasionados por el dolor.

—Joder. Encima Emanuel no vino a clases hoy. —se quejó. Todos sabían que Emanuel es quien le vendía las sustancias a Ricky. —¿Cómo se te ocurre no traerlo? ¿Lo olvidaste? ¡Puras mentiras!

—No siempre pienso en fumar ¿sabes? —respondió Julien. El chico estaba furioso porque Julien había olvidado traer la cajetilla de cigarrillos. —Si tanto te desespera, ¿porqué no pruebas la hierva mala del patio? Todos sabemos que le entras a todo de todas formas.

Él corrió hacia ella cansado de sus burlas. Parece que aquel golpe no había sido suficiente para callarla. Pero un segundo antes de que la tocara, recibe un fuerte empujón haciéndolo caer a un lado.

—Dije que fue suficiente —habló Jackson. —Puede que ya le hayas destrozado el tobillo. ¿Qué más piensas hacerle?

Ricky no decía nada, él, Valeria y Julien se habían sorprendido de aquel acto. Jackson nunca había hecho algo en contra de sus amigos. El rubio se levantó del suelo, y sin dejar de parpadear y mostrar su disgusto en sus gestos, se acercó a Jackson. El pelinegro es mucho más alto que él, Ricky apenas y lo alcanzaba en la nariz. Pero no dejó que su tamaño pudiera intimidarlo.

—¿Porqué la defiendes? —preguntó. Jackson hizo presión en sus dientes, tratando de no sacar a la luz todo lo que pensaba sobre Ricky. Porque sí, habían demasiadas cosas que faltaban decirse.

—No la defiendo, solo quiero que te detengas.

—Pues ya me detuve, ¿algo más que quiera su majestad? —preguntó irónico. Lo único que pasaba por la cabeza de Jackson era que aquel tipo merecía recibir una buena golpiza para aprender a cerrar la boca de una vez. Es un fastidio.

—Si, quiero que te largues.

La forma en que se miraban, era claro que Ricky también tenía mucho para decir, que tal vez pronto lo harían. Ricky no parecía querer irse, de hecho, ni siquiera se movió. Fue Valeria quien se acercó a ellos después de lanzar su cigarrillo a un lado, sin tener la intención de apagarlo. Para detener una futura pelea que absolutamente nadie podrá parar, conociéndolos, tomó del brazo a su amigo y lo jaloneó queriendo alejarlo de su novio.

—Vámonos, Ricky. —el chico sin dejar de mirar a Jackson, comenzó a retroceder y finalmente alejarse de ellos yéndose del pasillo.

Se giró hacia Julien, quien lo observaba con desconfianza.

El odio que ella había desarrollado hacia él era grande, mucho más grande que su propio orgullo o el orgullo de ambos. Algo difícil de cambiar.

—Levántate —mandó con tranquilidad.

—¿Cómo quieres que lo haga si me duele demasiado? Es como decirle al ciego que vea, estúpido.

Si, el golpe que Ricky le dio no había sido suficiente para que entendiera cuando debía callarse, al igual que el rubio. Pero Jackson no tuvo intenciones de hacerle algo más grave de lo que ya le hicieron, de hecho, no se le cruzó por la mente hacerle algo.

Sonrió ante la agresividad de la chica.

—Que vulgar te has vuelto últimamente.

—No, siempre fui así.

—No es verdad —dijo. Dejó todo su peso en una pierna, colocando una rodilla en el suelo. Quedando a su altura. —Déjame ver.

Tomó la tela del pantalón de Julien e intentó levantarlo. Fue un segundo que observó el hematoma en su piel antes de que ella se alejara de él. Quejándose al instante de dolor.

—¿Qué hacías espiando conversaciones privadas, Julien? —cuestionó, levantando una ceja. —¿Tu padre no te dijo nunca que eso es de mala educación? Que es desubicado.

Ella le dio una mala mirada.

—No lo hice con la intención de escucharlos, me podría haber ido de largo si no fuera porque escuché a Steven llorando.

—Mm, —asintió. —Me pidió que te dejara en paz, veo que se llevan bien.

—¿Es por eso que detuviste a ese idiota? —dijo refiriéndose a Ricky.

—No, ese idiota necesita que alguien le ponga un limite a sus conductas. ¿Viste como me vio a pesar de yo ser el líder de nuestro grupo de fútbol? He estado ablandándome con ellos por estar concentrado en otras cosas.

—¿De la misma forma que eres con Ricky, lo serás con Steven?

—No, no tengo porqué. Steven es... Un caso único. —el timbre sonó dando la señal que el receso había terminado. Jackson se levantó del suelo y señaló el tobillo de la chica. —Deberías ir a enfermería a que te vean eso.

Metió las manos en los bolsillos de su pantalón rojo deportivo. Y se giró con la intención de marcharse.

—¡No creas que porque detuviste a Ricky, significa que voy a cambiar mi forma de pensar sobre ti! —Exclamó, aclarando.

—Como si me importara. —respondió él, alzando un poco la voz para que ella lo escuchara. Sin dejar de caminar o al menos girarse a verla. Solo se fue.

Fue difícil para ella levantarse, pero lo logra. No puede apoyar el pie del todo, cada que da un paso duele, pero continúa hasta llegar a la puerta de su salón cojeando. Se prepara para la regañada que le van a dar por su tardanza, le tocaba biología y el profesor de esa materia era muy exigente. Además, de que Julien se había quitado el suéter escolar. Su camisa blanca ahora estaba sucia, suspira, y da cuatro toques rápidos. En los segundos que pasaron, pensó en todas las excusas que podría darle. No podía decir la verdad, lo había hecho cientos de veces antes y absolutamente nadie le cree. Jackson es un ángel a los ojos de los maestros, a Ricky ni cuenta le dan. Y Valeria, ¿hija del director estar metida en una pelea? No es imposible, pero extrañamente no se puede creer. Pero Julien, Hija de un buen arquitecto decente. Se le cruzó por la mente que tal vez tengan algo en contra de su padre, y por eso se crean que su hija puede ser de lo peor. Aunque no lo sea del todo. No era noticia saber que Adam no se lleva bien con varios, aunque la mayoría lo ame. Es un hombre observador, exigente y muy meticuloso. Su forma directa de ser era lo que le provocaba enemigos, porque mayormente, los pone en su lugar o los deja en ridículo al ser muy honesto. Con una mirada intimida a cualquiera, con una sonrisa enamora a miles. Una persona inteligente, atractivo, un hombre muy extraño.

El hombre que abre la puerta observa a la chica sonreír nerviosa, su semblante es serio, es más alto que ella y un poco obeso. Por las arrugas en su rostro, le daba la edad de mas o menos cincuenta años.

—Llega tarde, señorita Asher. —pronuncia su apellido como si se estuviera hablando con la realeza. Pero no de una buena forma, es irónica. Se está burlando.

—Lo sé. —el tipo levantó una ceja. —Lo siento.

—¿Tienes una buena justificación? —preguntó. Parece que no tenía intenciones de hacerla entrar.

Julien observó el interior del salón, notando que alguno de sus compañeros reían al verla una vez más en un aprieto. Al menos dos seguramente vieron todo lo que pasó y porqué llegó tarde. Pero sabe que no van a hablar, esto funciona así.

—Tuve un problema, me caí y me doblé el tobillo. —El profesor baja la mirada, viendo como ella no apoya por completo su pie en el suelo. —y duele mucho.

—Uhm, —se hizo a un lado. —entra y ponte el suéter, no quiero ver esa camisa sucia otra vez.

Se sintió aliviada, al menos no iba a perderse esa clase. Entró pasando por su lado, cojeando. Pero no pasó mucho hasta que el profesor la detuviera nuevamente.

—¿Y ese olor? —su nariz se movía como la de un perro olfateando algo.

—¿Qué olor?

Sus cejas de juntaron lentamente mientras la olía. El olor del cigarrillo que Valeria estuvo fumando se impregnó también en la ropa de Julien.

—¿Has estado fumando?

<<Joder. Valeria, como te odio.>> pensó.

 

—No. —respondió sin titubear. Pero eso no lo convenció.

—¿Porqué mientes? Si yo huelo a cigarrillo, ¿Ustedes lo huelen? —preguntó hacia los estudiantes. Y estos asintieron a pesar de no oler nada por la distancia. —retírate, no permitiré que dejes ese olor aquí. Me repugna —dijo indignado.

—Pero, no he fumado —intentó explicarlo. Pero él no le dejó.

—Aproveche y vaya a la enfermería a verse ese tobillo, fumar en el colegio no está permitido. No puedo creer que haya alumnos como tú que no lo entiendan.

—¡yo no fumé, el olor no es mío!

—¿Y de quien es? Si yo te huelo solo a ti.

—De Valeria, ella estuvo fumando y dejó su olor en mí.

El profesor volvió a levantar una ceja.

—¿Valeria?

—Si, la hija del director. —decir eso solo hizo que su respuesta sea tomada como una vil mentira. El hombre hizo una mueca y abrió más la puerta para que se fuera.

—Dar acusaciones falsas es grave, Julien. Sigue así y la próxima clase tampoco dejaré que entres.

—Joder, ¿porqué es tan difícil creer que ella puede hacer algo como eso? No es inocente en nada.

—Porque sabemos como es, el director no va a dejar que su hija haga ese tipo de cosas.

—¡Usted que sabe! —exclamó.

Sus cejas se fruncieron, y Julien decidió que mejor sería callarse. Alzarle la voz a un profesor era demasiado, pero estaba tan furiosa que parecía que podía decir de todo ahora y no le importaría lo demás. No obstante, se contuvo, tal vez ahora no le importe por el enojo, pero después si.

Ya no importaba que dijera, el señor no cambiaría de opinión.

—Al menos, ¿Puedo tomar mis cosas?

Él asintió.  

Ante el silencio del lugar, caminó lentamente para no lastimarse el pie, pasando entre los estudiantes hacia su mesa. Guardó sus cosas en su mochila. Lo dejó colgando en su hombro. Y tomó su suéter verde.

Podía jurar que al menos uno estaba grabándolo todo para luego publicarlo a la pagina del instituto. Algunos reían, otros miraban o murmuraban. Esto era humillante para cualquiera.

Llamó a su padre una vez estuvo en enfermería, y le explicó lo que había pasado. Le pidió el favor de que fuera por ella para así no quedarse dos horas en ese lugar hasta que las clases terminaran. Adam dijo que iría en una hora porque en ese mismo momento se encontraba en una reunión. Julien no tuvo de otra que aceptar.

La enfermera le aplicó una crema para el tremendo hematoma que le habían dejado, se lo vendó y le dijo que no era tan grave. En unas horas podría dejarle de doler.

—¿Puede regalarme esa crema? Me gusta su olor —le dijo a la mujer de cabello negro, ella asintió y se lo dio.

—¿Eres Julien, verdad?

—Si.

—Pareces ser más tranquila de lo que dicen que eres.

—Puedo ser ambas cosas. —sonrió. La mujer se despidió de ella, y salió de la habitación. Julien, quien estaba sentada en la camilla, se echó en ella y saco su celular de su mochila. Hoy había sido un día largo, presionó una App. Un juego cubrió la pantalla, y mientras sus pies se balanceaban en la orilla de la camilla, tarareó una canción. Desde muy pequeña fue fan de los juegos como Call of duty. Amelia siempre le recuerda que no debe de jugar juegos violentos, pero Julien lo ignora.

Cuando su padre llegó, fue directo a la enfermería. Su rostro mostraba cansancio. Uno extremo. Agradeció que el director no estuviera cerca, solo quería llevarse a su hija de ahí. Tocó la puerta de enfermería, la mujer de cabello negro y largo abrió, se sintió tímida al verlo. Se saludaron y lo dejó pasar, antes de que llamara a Julien decidió preguntar sobre lo que había sucedido realmente. Desde hace mucho tiempo siente que Julien le ha estado ocultando muchas cosas. La mujer le explica lo único que sabe, Julien se lastimó el tobillo cuando estaba regresando a su salón.

—¿Cómo? —Peguntó el hombre.

—Ella dice que tropezó y se dobló el tobillo. Pero...

—¿Pero? —indicó que continuara.

—Pero no lo creo, soy nueva acá y no sé mucho de todo lo que sucede en este colegio, pero parece ser que ella no se lleva bien con la mayoría de aquí. Además, el moretón en su tobillo no parece ser solo de un tropiezo, tiene marcas, y llegó con una herida en el labio.

—¿Cree que alguien la pudo haber lastimado?

—Sí.

—¿Porqué? —lo preguntó de la forma mas simple. El rostro de Adam no mostraba nada más que seriedad, pero por dentro se sentía preocupado. ¿Desde cuando ha estado pasando esto? Pensó. Recuerda que no es la primera vez que Julien llega mal a casa después de clases.

Hubo una vez que llegó con el ojo moreteado. Dijo que jugando con la llave se pegó en el ojo sin querer. Conociéndola, era muy probable que eso sucedería. Pero ¿y qué tal que eso no fue lo que pasó realmente? ¿porqué lo ocultaría?

La mujer no supo qué más decirle, Adam pidió que trajera a su hija para llevársela. La mujer hizo caso, le pareció triste pensar que esa amable adolescente estaba pasando por un tema de acoso escolar. No estaba del todo segura que era eso, pero se sentía mal por ella. Julien se despidió de la desconocida, y siguió a su padre. Quien no la saludó pero notó como la menor cojeaba al caminar.

Ambos subieron al auto, y él lo encendió para luego marcharse de ahí. El silencio inundo el interior, él no mencionó el hecho de que su hija estuviera cojeando al caminar. Y tampoco preguntó si tenía problemas con algunos estudiantes del lugar, tampoco estaba seguro de que eso sea el problema. No podían adelantarse. Aún así, pensarlo le enojada, el hecho de que el director no pudiera detener algo como esto enojaba, se supone que ese tipo de cosas no está permitido en ese privilegiado instituto. ¿En qué lo ha convertido?

—¿Puedes comprar algo para comer? Tengo hambre. —escuchó a Julien pedir. Ni siquiera la miró.

—No tengo tiempo, tengo cosas que hacer.

—Pero ¿Me llevarás a la casa?

—Si, le diré a Amelia que te prepare algo.

—Bueno.

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