Cap. 65

Sus fanales esmeraldas examinaban con parsimonia el nombre de las bandas y la discografía de cada una de ellas. Agradecía poseer una memoria excepcional, no sufría por olvidar cosas fundamentales, podía recordar o memorizar algo sin necesidad de verlo dos veces. Algo similar sucedía con los gustos del pelinegro.

Conocía su elección en música. Ávido amante del rock y jazz, Edmond coleccionaba diversos albanes de música en su lujoso apartamento. Katherine parecía haber heredado tal fascinación por las melodías y los libros, ya que, al igual que su padre, resguardaba en su habitación una selectiva colección con títulos inimaginables.

Llevaba toda la mañana absorta en librerías y tiendas de música. Consiguió libros que ni el mismísimo Edmond podía imaginar y resguardaba en una pequeña canasta disco inédito de sus bandas favoritas. Quizá no podría compararse con lo que el hombre podía ofrecerle, pero, muy en el fondo, sabía que el pelinegro poseía diversas cosas materiales.

Acortó la di
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