Violette demoró en finalizar su turno. Un niño solicitaba su ayuda a gritos y ella era la única especialista capaz de responder. La herida no fue de gravedad, una sutura leve y un vendaje sencillo apaciguaron el ánimo elevado de los padres, quienes aguardaban en la sala de espera. Al terminar, dirigió al pequeño hasta el lugar premeditado, indicándole a sus padres cuidados básicos para mantener la herida limpia, lejos de alguna infección y marcando la próxima cita para deshacerse de los puntos. Los padres agradecieron a la peli-negra con fervor, saliendo del hospital para obtener un merecido descanso. Aliviada, enfiló el paso hasta los vestidores, buscaría sus cosas y regresaría a casa. Le esperaba un largo camino pero eso no importaba, porque muy en el fondo, sabía que Katherine estaría aguardando por ella. —Larga noche ¿no lo crees?— Preguntó una de sus compañeras de trabajo, quien se disponía a regresar a casa al igual que ella. —Bastante. — Replicó con una leve sonrisa, colocan
¿Si?— Preguntó en respuesta, situando una mano en la cintura. El largo silencio permitió entrever las mudas intenciones del pelinegro. Trabajar tantos años a su lado, le permitieron a la Meyer a conocer ciertas facetas el imperturbable Lemaire. Algo en su interior le decía que estaba a punto de pedirle un favor, pero poco habituado a solicitar la ayuda de otros, Edmond impondría su orgullo sobre la necesidad. Resignada, exhalo con fuerza. — Quieres pedirme algo ¿no es así?— El hombre desvió la mirada, asintiendo al cuestionamiento. — ¿De qué se trata?, espero que no estés metido en algún problema que involucre planear una boda o una petición de mano, sabes que no soy muy romántica. Soy abogada no organizadora de bodas. —No es eso. — Respondió él. La idea de pedirle matrimonio a la peli-negra no se situaba muy lejana. Esperaba tener la oportunidad para hacerlo pronto, sin embargo, deseaba llevar las cosas tranquilamente, sin alterar el orden natural de las cosas. ¿Entonces…?— Entusia
Sus fanales esmeraldas examinaban con parsimonia el nombre de las bandas y la discografía de cada una de ellas. Agradecía poseer una memoria excepcional, no sufría por olvidar cosas fundamentales, podía recordar o memorizar algo sin necesidad de verlo dos veces. Algo similar sucedía con los gustos del pelinegro. Conocía su elección en música. Ávido amante del rock y jazz, Edmond coleccionaba diversos albanes de música en su lujoso apartamento. Katherine parecía haber heredado tal fascinación por las melodías y los libros, ya que, al igual que su padre, resguardaba en su habitación una selectiva colección con títulos inimaginables. Llevaba toda la mañana absorta en librerías y tiendas de música. Consiguió libros que ni el mismísimo Edmond podía imaginar y resguardaba en una pequeña canasta disco inédito de sus bandas favoritas. Quizá no podría compararse con lo que el hombre podía ofrecerle, pero, muy en el fondo, sabía que el pelinegro poseía diversas cosas materiales. Acortó la di
Violette detuvo el automóvil frente a la casa donde pasó gran parte de su vida. Regresar, traía recuerdos nostálgicos. Se sentía como una extraña, dos meses sin hablar con su madre derivaban en un mar de sensaciones, donde la culpa la asechaba constantemente.Aquella, sería la primera ocasión que pasaría las festividades con una familia ajena a la suya. Los problemas aún no se solventaban entre las Dubois. Sasha insistía en no dirigirle la palabra a su única hija, puesto que consideraba una ofensa la decisión tomada por la chica frente al altar.Exhaló con fuerza y descendió, tomando las bolsas de la cajuela y encaminándose a la puerta trasera. Contemplo de un lado a otro, buscando alguna señal de vida en la amplia mansión, todo permanecía en absoluto silencio. Caminó con parsimonia, colocando los regalos debajo del árbol, mismos que delatarían su presencia eventualmente. Se dispuso a buscar a su padre en el despacho, percibiendo el impío aroma a jazmines y encontrando la silla vacía.
—Vas a molestarte. — Sentencio, escabulléndose por un espacio libre. Un firme agarre a su brazo la detuvo, atrayéndola hacia sí. Violette forcejeo, pero al ver que su lucha era imposible, opto por rendirse. Con el ceño fruncido y el rictus de tensión en los labios, elevo su barbilla, contemplando frente a frente al hombre. — Hoy acudí al consultorio de Greta-. El emperador debe ser intervenido inmediatamente, así que mi maestra dedujo que sería adecuado auxiliarla en la cirugía. Edmond no dudaba de las capacidades de Violette, sabía que la madre de su hija era un genio en potencia. Por lo tanto, no le parecía extraño que fuera considerada para llevar a cabo tan fundamental tarea, sin embargo sabía que detrás de ese contexto existía otro motivo que no aceptaría con alegría. ¿Por qué debería molestarme?— Un poco más relajado, Edmond recargo su cuerpo contra la pared, cruzando los brazos, aguardando por la respuesta de la peli-negra. Violette mordió su labio inferior con insistencia, h
Pocas veces en su vida había experimentando el nerviosismo como tal. Conocido por su estoicismo, ver a Lemaire Edmond inmerso en una situación donde sus emociones y deseos ofuscaban el raciocino era como contemplar un milagro.Tenía todo bajo control: La reservación en el restaurant preferido, la mejor botella de champagne, un sitio privilegiado donde gozarían de privacidad, y por supuesto, el precioso anillo que cambiaría para siempre su vida.Conocía lo excéntricos y refinados que podían ser los gustos de aquella exigente pelirroja. Esperaba atinar con su elección; una sofisticada sortija de diamantes. Hizo caso a las sugerencias de la vendedora, quien aseguro la impresión que el costo presente generaría en la dama, reafirmando su originalidad al remarcar la procedencia del diseño, perteneciente a la línea de alta joyería. Sin más, acepto.Habría sido más sencillo si el anillo de compromiso de su madre estuviese disponible, lamentablemente, Gerard exteriorizo su tentativa de proponé
Desde hace algunos días, una idea descabellada asoló su mente. Al momento de solucionar sus diferencias, Violette habló con tanto entusiasmo sobre sus planes a futuro como pareja, planteado ciertos pasos antes de proponerse a comenzar una vida juntos. Confiaba que el comienzo poco convencional se solucionaría con aquello: Una relación, propuesta de matrimonio y boda. Quizá su mente tergiverso el mensaje, pero imagina que las palaras ocultas detonaban la insistencia de la peli-negra a casarse. Se veía incapaz de mudarse juntos no sin antes formalizar el compromiso. Katherine parecía ansiosa ante la idea de unir a su familia y Edmond no veía ningún inconveniente para hacerlo. Por lo tanto, en medio de tantas divagaciones, decidió que lo adecuado sería proponerle matrimonio a Violette en cuanto antes. Inspirado por la coyuntura o su amor por Violette, lo cierto era que no aplazaría más lo inminente, confiaba plenamente que la respuesta de la oji-verde sería un sí. Los pensamientos que
Aquella mañana fría. Edmond Lemaire canceló todas y cada una de sus citas programadas para el turno matutino. Desapareció de la oficina sin otorgar un motivo creíble, resguardándose las razones. Prefería mantener un bajo perfil, sobre todo ante su familia. Si Miranda llegaba a enterarse de los planes, no dudaría en anunciarlo a todos y cada uno de sus conocidos. Anunciaría la noticia del compromiso cuando fuera prudente, por el momento, su cabeza yacía inmersa en encontrar el anillo adecuado para colocarlo en el dedo anular de su amada.Se adentró en la joyería de costumbre. Uno de los vendedores lo saludó con habitual familiaridad, indicándole pasar de largo por la fila de clientes. Agendar una cita el día anterior conllevaba ciertos privilegios que pocos conocían. El hombre, conocía los refinados gustos del arquitecto, por lo tanto, imaginaba que se encontraba ahí para adquirir otra preciosa joya, como algún collar o brazalete para una dama.¿Y bien, Lemaire-? ¿Qué es lo que nuestra