¡¿En que estabas pensando?!— Exclamó Sasha exasperada. — ¡Me siento decepcionada!— Añadió, como si sus palabras no fueran lo suficientemente hirientes. ——Sasha, guarda silencio. — Antoine intervino. — Vas a seguir con tu plan, Violette. No dejaremos de ayudarte. — Dijo su padre, resguardando ambas manos en las bolsas del pantalón. ——Antoine, por esa razón es una niña malcriada, siempre recompensas sus errores. ——Sasha, he dicho que guardaras silencio. — Él, alzó la voz, contemplando y dirigiéndose nuevamente a Violette. — En un futuro te arrepentirás de tus palabras, porque, a pesar de todo, ese bebé va a ser lo mejor de nuestras vidas. Las circunstancias no son las adecuadas pero de igual forma, vamos a amarlo ¿no es así?— Sasha, cabizbaja acató la orden de su esposo, mientras tanto, Violette estaba de acuerdo con lo dicho por su padre pero en su mirada podía contemplar un atisbo de decepción.A final de cuentas, Antoine tuvo razón, Katherine sería lo mejor de sus vidas.: : : : :
¿Qué? Por supuesto que no, mamá. — Replicó un tanto ofendida. Eugene y ella prácticamente estaban evitando añadir un nuevo miembro a la familia, por lo tanto, la idea era errada y muy lejana. ——Deberías hacerlo, Violette. Tienes treinta y dos años, tu reloj biológico dejara de funcionar dentro de poco tiempo, además, Katherine necesita un hermanito ¿no es así, cariño?— Una mueca de terror asoló la faz de la pelinegra, así como una de fastidio la de su madre. ——Mamá, estoy tratando de decir algo importante y no me permites hablar. — Violette estaba perdiendo los estribos. — Es respecto al padre de Katherine. — La niña sonrió ínfimamente al ver el rostro de sus abuelos, quienes parecían comprender poco. — Katherine llevara su apellido de ahora en adelante, hace poco volvimos a reencontrarnos y formara parte de la vida de mi hija, como debió ser desde un inicio. ——Ese patán, por fin es lo suficientemente hombre para dar la cara. No puedes permitirlo, Violette. Estuvo alejado doce años
Insegura, atisbo el vestido desde diversos ángulos. Un blanco inmaculado cubría su cuerpo en un corte perfectamente confeccionado para su pequeña complexión. Algunos detalles resaltaban sus atributos. Aun recordaba con firmeza cuando vio la pieza en el aparador, rápidamente quedo cautivada por la belleza y no dudo en medirlo y pedir el mismo modelo para la boda. La ilusión de aquel día no se acercaba ni un poco a lo que sentía en ese momento. Tal vez se trataba de los nervios, tenía tanto por planear que el tiempo se le pasaría rápidamente. Cuando estaba sometida a la presión, el encanto desaparecía para ella, quizá la boda ya no parecía tan atractiva como lo pensaba.¿Quiere que hagamos más ajustes?— Preguntó amablemente la diseñadora, alzando el pecho por el orgullo de su majestuosa obra de arte. — Luce encantadora. ——Gracias. — Una sonrisa forzada apareció en los labios de la peli-negra. — ¿Podría ajustarle el busto?— La mujer asintió, atendiendo a las exigencias de la cliente. Di
—Yo Gerard, te acepto a ti Isela, como mi compañera, mi esposa. Prometo cuidar de ti, honrarte. Prometo estar ahí para ti y resguardar tu amor como el regalo más precioso en mi vida. Siempre estaré contigo en los momentos de tristeza y alegría. — Respondió el aludido con voz fuerte. En primera fila, Miranda secaba algunas lágrimas que no demoraron en desbordarse por la emoción. —De la misma manera en que se dirigió a Gerard, las mismas palabras fueron recitadas para la novia. Ella, sonrió, asintiendo primeramente con un gesto.—Sí, acepto. — Replicó extasiada. — En presencia de nuestra familia y amigos, me ofrezco solemnemente en ser tu fiel compañera en la salud y en la enfermedad, en los buenos y malos tiempos, en la alegría como en la tristeza. Prometo amarte incondicionalmente, apoyarte en tus logros, hónrate y respetarte, reír contigo, llorar contigo, y permanecer juntos en esta vida que compartiremos. — Ambos colocaron los anillos en el lugar indicado, sellando así la promesa d
—Un poco. — Respondió, enfatizando su estado con los dedos. Violette contuvo una carcajada, era divertido ver al inmaculado y siempre perfecto Lemaire Edmond en tal estado. Dos personas arribaron a la mesa, inmediatamente, ambos se pusieron de pie.—Edmond, que gusto verte. — Dijo el hombre regordete, estrechando su mano con la del aludido. A su lado se encontraba una exuberante mujer visiblemente más joven, la chica se aferraba al brazo de su acompañante, sonriéndole descaradamente al pelinegro, casi devorándolo con la mirada. ——Tío, nunca imagine verlo en una boda. ——Es la boda de tu hermano, los peces gordos de la familia están casándose, no podía perdérmelo por nada del mundo, mira que Gerard es un aventurero, treinta y siete años y ha formalizado la relación, eso es ser valiente.— Dijo, lanzando una carcajada, acompañada de otra más tenue y femenina. Edmond sonrió forzosamente, bebiendo un poco de la copa antes abandonada en la mesa. — ¿Y quién es esta bella mujer? ¿Acaso ha su
Hastiado de las situaciones recientes, Eugene se auto confino a la incomodad de la oficina. Pasaba horas absorto en problemas inverosímiles, el trato más reciente demandaba toda su atención, tomándolo como el motivo perfecto para exiliarse y refugiarse en los brazos del papeleo interminable y evitar un roce explosivo con su prometida.Desde la aparición repentina de Edmond en sus vidas, Eugene evitaba tocar tan delicado tema. Poco o nada sabía de la relación que mantuvo la peli-negra con el heredero Lemaire y en realidad, deseaba mantener esa versión donde el sexo era la intervención necesaria para procrear a Katherine. Los detalles debían ser enterrados en la memoria de ambos.Consiente de la inminente boda, resguardaba los problemas absolutamente para él. Su familia no veía con buenos ojos la relación, Violette tenía una hija fuera del matrimonio, con otro hombre, no pertenecería de lleno a la familia Da Silva. Pronto otros conflictos suscitarían de las cenizas, el anhelaba tener hi
Después de media botella de Whisky, Eugene tenía la certeza que estaba demasiado ebrio, afortunadamente su perspicaz amiga estaba ahí para ayudarlo. Su automóvil se encontraba en el estacionamiento de la oficina y Teresa, gustosa, lo llevaría hasta su casa.—Vayamos a tu casa. — Ordenó la chica, pasando el brazo de Eugene por sus hombros y realizando un esfuerzo sobre humano para no terminar tendida en el suelo junto con su amigo, caminar con el peso del castaño era imposible cuando utilizaba unos tacones de catorce centímetros. Afortunadamente arribaron al automóvil sano y salvo. Teresa aseguró al copiloto y al estar dentro del coche no demoro en arrancar.Eugene contemplaba ido el panorama exterior. La cabeza le daba vueltas, todos sus sentidos estaban adormecidos por el licor. Agredía internamente de tener a Teresa a su lado, realmente era magnifica, era una lástima que estuviera fuera de su alcance. Removió la cabeza de un lado a otro, ¿de dónde había aparecido ese pensamiento en
Ser madre soltera había resultado más difícil de lo que imaginaba. Conforme los meses pasaban y Katherine crecía, era complicado para Violette prestar atención tanto a sus deberes como estudiante así como a los deberes maternales.Poca o nula ayuda recibía de su madre. Sasha Dubois no era ese prototipo de abuela que no quería despegarse de su nieto, tejía y preparaba la comida, ni siquiera se había enfocado por completo en la crianza de su propia hija, Katherine no era una expresión.De verdad se esforzaba en cubrir todas las demandas y necesidades de su hija. Era prácticamente inimaginable alejarse de ella. Katherine cubría toda su atención y al saber esto, también la demandaba a base de llantos y berrinches. No deseaba alejarse de su madre, era algo normal pero no para la exhausta Dubois.Trataba de concentrarse, estaba a punto de presentar un importante examen que le abriría la puerta a más oportunidades. El tiempo de clases era reducido y también sus horas de estudio. Sus compañer