Después de media botella de Whisky, Eugene tenía la certeza que estaba demasiado ebrio, afortunadamente su perspicaz amiga estaba ahí para ayudarlo. Su automóvil se encontraba en el estacionamiento de la oficina y Teresa, gustosa, lo llevaría hasta su casa.—Vayamos a tu casa. — Ordenó la chica, pasando el brazo de Eugene por sus hombros y realizando un esfuerzo sobre humano para no terminar tendida en el suelo junto con su amigo, caminar con el peso del castaño era imposible cuando utilizaba unos tacones de catorce centímetros. Afortunadamente arribaron al automóvil sano y salvo. Teresa aseguró al copiloto y al estar dentro del coche no demoro en arrancar.Eugene contemplaba ido el panorama exterior. La cabeza le daba vueltas, todos sus sentidos estaban adormecidos por el licor. Agredía internamente de tener a Teresa a su lado, realmente era magnifica, era una lástima que estuviera fuera de su alcance. Removió la cabeza de un lado a otro, ¿de dónde había aparecido ese pensamiento en
Ser madre soltera había resultado más difícil de lo que imaginaba. Conforme los meses pasaban y Katherine crecía, era complicado para Violette prestar atención tanto a sus deberes como estudiante así como a los deberes maternales.Poca o nula ayuda recibía de su madre. Sasha Dubois no era ese prototipo de abuela que no quería despegarse de su nieto, tejía y preparaba la comida, ni siquiera se había enfocado por completo en la crianza de su propia hija, Katherine no era una expresión.De verdad se esforzaba en cubrir todas las demandas y necesidades de su hija. Era prácticamente inimaginable alejarse de ella. Katherine cubría toda su atención y al saber esto, también la demandaba a base de llantos y berrinches. No deseaba alejarse de su madre, era algo normal pero no para la exhausta Dubois.Trataba de concentrarse, estaba a punto de presentar un importante examen que le abriría la puerta a más oportunidades. El tiempo de clases era reducido y también sus horas de estudio. Sus compañer
Poco entusiasmada por la idea, Violette no tuvo más remedio que reunirse con él. Aun había muchas cosas por hacer y el tiempo se le estaba viniendo encima, por suerte, Lena estaba para ayudarla, dispuesta a realizar hasta lo inimaginable para que nada resultara mal en un día tan especial para su amiga.Dubitativa, clavó sus fanales esmeraldas sobre el ostentoso anillo que reposaba en su dedo anular de la mano izquierda, era una pieza única y hermosa, hecho a mano, incrustación de diamantes con catorce quilates de oro y zirconita. La historia decía que había pertenecido a la madre de Eugene y antes de esta a su abuela, se transmitía de generación en generación y era el turno de castaño para proponerle a Violette pasar una vida a su lado.Suspiro al recordar el momento. Los dos habían acudido a una característica cena familiar de los Da Silva. Tan rápido como finalizaron con el primer capítulo, Eugene pidió amablemente que lo acompañara hasta la pérgola atiborrada de luces que estaba al
Siguiendo el consejo de su amiga, Violette acudió a una moda entre las parejas. Capturó la mejor efigie posible con su celular, utilizaba un hermoso juego de lencería y aprovechando que Katherine se encontraba con su padre, ella y Eugene podrían tener una reconciliación apropiada.Sus manos sudaban por la adrenalina, rápidamente envió la imagen al castaño, lanzando un suspiro. Una sonrisa bobalicona cruzo sus labios, aguardaba por una respuesta, obviamente no esperaba algo similar pero si un mensaje atrevido. Pasados los minutos, Violette comenzó a preguntarse porque demoraba tanto y sin pensarlo, para disipar las dudas, busco el icono que indicaba el número de Eugene, presionándolo con nerviosismo.—Hola, Violette. — Saludó el castaño al otro lado de la línea, apegándose a su habitual manera de hablar. ——Hola cariño, ¿Cómo va todo?— Cuestionó, tratando no sonar desesperada. En verdad quería saber que acontecimientos surcaban la vida de su prometido, estaba dispuesta a escucharlo a h
—Katherine, no voy a cumplir tus caprichos. Entre tu padre y yo no existen sentimientos, no es el cuento de hadas que tu cabeza proyecta, la realidad es diferente a eso. — Las palabras fueron demasiado para la niña. La pelinegra secó las lágrimas, preparando su ataque. ——Si deseabas evitarte tantos problemas debiste comenzar por plantearte bien las cosas. Si yo pudiera elegir a mi madre, tu quedarías descartada a desde el inicio. — El desdén en su mirada aterró a la peli-negra, escucharla hablar de esa manera era increíblemente hiriente. Antes de permitirse derramar unas lágrimas, Violette dejaría en claro su lugar. ——Katherine, no le hables de esa manera a tu madre. — Espetó Edmond, alzando la voz. No permitiría que la niña le faltara al respeto a Violette. ——Nunca explicaste nada, siempre ocultaste todo con mentiras blancas. Tu desesperación adolescente te llevó a mí. Interferí con tus planes y no lo admites. Ni siquiera estas segura si de verdad me amas o tienes que hacerlo…——K
Ahí estaba las dos, charlando despreocupadamente sobre su vida amorosa.¿A que le temes?— Preguntó Violette. Karina pestañeo, tratando de comprender el cuestionamiento. — Has planteado que Thomas le tonto al compromiso, ahora pregunto, ¿a qué le temes tú?, el acudió a ti, claramente está interesado. ——No quiero arruinar las cosas.— Confesó, bebiendo un poco y sacando otro cigarrillo de la caja hasta aprisionarlo con sus labios.— Quiero que lo nuestro funcione, estoy pensando en el final cuando ni siquiera ha comenzado.——Karina…Piensa que has hecho todo lo que pudiste y que al final, nada será tu colpa, o a él le falta amor o sencillamente se rindió. Tu no mereces a alguien que se rinde sino a alguien que te de un para toda la vida. — La aludida sonrió sinceramente. No esperaba recibir esa clase de palabras, mucho menos de Violette. Al parecer las dos estaban atravesando por procesos similares, no del todo iguales pero parecidos. En ese pequeño mundo femenino existían las treguas, am
¿Y que más podría hacer?— Mascullo el hombre, despidiéndose con un leve gesto de la pelirroja mientras la miraba partir. Situó a la peli-negra en el asiento del copiloto, pasando el cinturón por su diminuto cuerpo, no sin antes asegurarse que no estuviera atravesando por una congestión alcohólica. Subió al automóvil y arrancó de inmediato, no podía abandonarla en su apartamento por ende, se adjudicó el derecho de decidir y llevarla hasta el suyo. —¿Hm? ¿Edmond-?— cuestionó adormilada, entreabriendo los ojos, tratando de habituarlos a la oscuridad del coche. — ¿A dónde vamos?— Agregó desinteresada, posando la vista en el camino. — ¿Por qué estoy contigo?—¿Esto es un interrogatorio?— La miró de reojo. — Karina me llamo y ahora mismo vamos a mi apartamento. — Edmond no parecía estar sugiriendo aquella opción, al contrario, estaba ordenando. Ella se quedaría en su pieza, ahí pasaría la noche, cuando estuviera recuperada podría regresar a casa. ——No es necesario, déjame en mi casa. — A
Los primeros rayos del sol entraron de lleno, impactándose contra su rostro con descaró, anunciando la llegada de un nuevo día. Estrujó los ojos con toda la fuerza posible, su cabeza estaba a punto de estallar, todo le daba vueltas y los síntomas eran similares o peores a los del embarazo. Odiaba con todo su ser la resaca, había bebido de más la noche anterior, contó con la compañía de Karina e inclusive, podría aventurarse a decir que generaron un vínculo.Habituó su mirada a la luz que se colaba por la ventana, vaya manera de despertar. Tomó asiento al borde de la cama, buscando entre los cajones una caja de pastillas que apaciguara el incesante dolor de cabeza. Bebió el agua de golpe, un vano intento por apaciguar la sed. Buscó su ropa, yacía tendida en el suelo. Depositó la camiseta de Edmond en el cesto de la ropa sucia, se desplazó hasta el baño donde aspiro a recomponer un poco su aspecto demacrado. En cuanto estuvo lista, abandonó la habitación, escuchando una amena conversaci