Lo que encontró fue aún más portentoso que Eugene y Edmond hablando. Toda la familia Lemaire estaba congregada en el salón de espera, lo único audible era la voz de Edmond, quien se encargaba de esclarecer todo el embrollo de la mañana. Por un momento pensó en huir de ahí, no era la mejor manera de conocer a la familia paterna de su hija, en realidad, nunca planeo que algo así sucedería pronto. Trataba de buscar la salida perfecta pero en un espacio abierto y un lugar poco ventajoso era dificultoso pasar desapercibida.Un par de irises negros se posaron sobre ella. Podría jurar que Edmond sonreía ínfimamente a medida que se aproximaba. Una mano se posó en su cintura y los labios del pelinegro rozaron su oído, provocándole un escalofrió que recorrió de arriba hacia abajo toda su espina dorsal.¿Qué estás haciendo?— Indagó alarmada. De todas las tesituras posibles esta era la menos indicada. ——Mi fíala está ansiosa por conocerte. — Mascullo Edmond un tanto divertido con las expresiones
¿Por dónde comienzo?— Apartó los cubiertos, colocándolos con delicadeza en el plato. — Mi padre es Antoine Dubois, un empresario reconocido, mi madre es Sasha Dubois. Tal vez deban conocerlos. —¡Así que tú eres la hija de los Dubois! Vaya, eso sí que es otra arable sorpresa. No los conozco a fondo pero en una reunión tuve la oportunidad de conocerlos, charle con tu madre durante horas. Nunca menciono que tuvieran una hija. — Violette sonrió nerviosa, bebiendo un poco de agua para tragarse el nudo en la garganta. ——Bueno, normalmente no me mencionan. — Mascullo resignada. — Durante mi niñez practiqué ballet, aprendí varios idiomas y gran parte de mi adolescencia la pasé en un internado en Europa. A mi regreso ingresé a la universidad pública de Paris para estudiar medicina. Conocí a Edmond en una clase, después de algunos meses, coincidimos en una fiesta. Eventualmente me entere del embarazo cuando estuve en Inglaterra. A mi regresó, no volví a saber nada sobre Edmond…el no había hec
La ciudad lucia tan pequeña desde el cielo. Las luces parecían pequeñas estrellas iluminando la tierra, durante la noche, las personas regresaban a casa después de un largo día, una historia similar a la de ella, quien retornaba a su hogar luego de seis largos meses de travesía por Inglaterra.Violette e Lena empacaron sus cosas, se despidieron de sus nuevos amigos, quienes tendrían siempre un lugar en su corazón y recuerdos, tomaron las maletas y partieron al aeropuerto a primera hora del día. La peli-negra odiaba el caos que generaba el papeleo, normalmente debían estar en el lugar tres horas antes de abordar, a eso se le sumaba las doce horas del viaje. Todo era sencillo para la rubia, en cambio, la oji-verde no solo cargaba con valijas atiborradas de recuerdos y cosas personales, llevaba consigo un bebé, el mismo que mantuvo oculto de sus padres durante las charlas por video llamada o simplemente telefónicas. Al inicio, la consternación recaía sobre si podría regresar a Francia, n
¡¿En que estabas pensando?!— Exclamó Sasha exasperada. — ¡Me siento decepcionada!— Añadió, como si sus palabras no fueran lo suficientemente hirientes. ——Sasha, guarda silencio. — Antoine intervino. — Vas a seguir con tu plan, Violette. No dejaremos de ayudarte. — Dijo su padre, resguardando ambas manos en las bolsas del pantalón. ——Antoine, por esa razón es una niña malcriada, siempre recompensas sus errores. ——Sasha, he dicho que guardaras silencio. — Él, alzó la voz, contemplando y dirigiéndose nuevamente a Violette. — En un futuro te arrepentirás de tus palabras, porque, a pesar de todo, ese bebé va a ser lo mejor de nuestras vidas. Las circunstancias no son las adecuadas pero de igual forma, vamos a amarlo ¿no es así?— Sasha, cabizbaja acató la orden de su esposo, mientras tanto, Violette estaba de acuerdo con lo dicho por su padre pero en su mirada podía contemplar un atisbo de decepción.A final de cuentas, Antoine tuvo razón, Katherine sería lo mejor de sus vidas.: : : : :
¿Qué? Por supuesto que no, mamá. — Replicó un tanto ofendida. Eugene y ella prácticamente estaban evitando añadir un nuevo miembro a la familia, por lo tanto, la idea era errada y muy lejana. ——Deberías hacerlo, Violette. Tienes treinta y dos años, tu reloj biológico dejara de funcionar dentro de poco tiempo, además, Katherine necesita un hermanito ¿no es así, cariño?— Una mueca de terror asoló la faz de la pelinegra, así como una de fastidio la de su madre. ——Mamá, estoy tratando de decir algo importante y no me permites hablar. — Violette estaba perdiendo los estribos. — Es respecto al padre de Katherine. — La niña sonrió ínfimamente al ver el rostro de sus abuelos, quienes parecían comprender poco. — Katherine llevara su apellido de ahora en adelante, hace poco volvimos a reencontrarnos y formara parte de la vida de mi hija, como debió ser desde un inicio. ——Ese patán, por fin es lo suficientemente hombre para dar la cara. No puedes permitirlo, Violette. Estuvo alejado doce años
Insegura, atisbo el vestido desde diversos ángulos. Un blanco inmaculado cubría su cuerpo en un corte perfectamente confeccionado para su pequeña complexión. Algunos detalles resaltaban sus atributos. Aun recordaba con firmeza cuando vio la pieza en el aparador, rápidamente quedo cautivada por la belleza y no dudo en medirlo y pedir el mismo modelo para la boda. La ilusión de aquel día no se acercaba ni un poco a lo que sentía en ese momento. Tal vez se trataba de los nervios, tenía tanto por planear que el tiempo se le pasaría rápidamente. Cuando estaba sometida a la presión, el encanto desaparecía para ella, quizá la boda ya no parecía tan atractiva como lo pensaba.¿Quiere que hagamos más ajustes?— Preguntó amablemente la diseñadora, alzando el pecho por el orgullo de su majestuosa obra de arte. — Luce encantadora. ——Gracias. — Una sonrisa forzada apareció en los labios de la peli-negra. — ¿Podría ajustarle el busto?— La mujer asintió, atendiendo a las exigencias de la cliente. Di
—Yo Gerard, te acepto a ti Isela, como mi compañera, mi esposa. Prometo cuidar de ti, honrarte. Prometo estar ahí para ti y resguardar tu amor como el regalo más precioso en mi vida. Siempre estaré contigo en los momentos de tristeza y alegría. — Respondió el aludido con voz fuerte. En primera fila, Miranda secaba algunas lágrimas que no demoraron en desbordarse por la emoción. —De la misma manera en que se dirigió a Gerard, las mismas palabras fueron recitadas para la novia. Ella, sonrió, asintiendo primeramente con un gesto.—Sí, acepto. — Replicó extasiada. — En presencia de nuestra familia y amigos, me ofrezco solemnemente en ser tu fiel compañera en la salud y en la enfermedad, en los buenos y malos tiempos, en la alegría como en la tristeza. Prometo amarte incondicionalmente, apoyarte en tus logros, hónrate y respetarte, reír contigo, llorar contigo, y permanecer juntos en esta vida que compartiremos. — Ambos colocaron los anillos en el lugar indicado, sellando así la promesa d
—Un poco. — Respondió, enfatizando su estado con los dedos. Violette contuvo una carcajada, era divertido ver al inmaculado y siempre perfecto Lemaire Edmond en tal estado. Dos personas arribaron a la mesa, inmediatamente, ambos se pusieron de pie.—Edmond, que gusto verte. — Dijo el hombre regordete, estrechando su mano con la del aludido. A su lado se encontraba una exuberante mujer visiblemente más joven, la chica se aferraba al brazo de su acompañante, sonriéndole descaradamente al pelinegro, casi devorándolo con la mirada. ——Tío, nunca imagine verlo en una boda. ——Es la boda de tu hermano, los peces gordos de la familia están casándose, no podía perdérmelo por nada del mundo, mira que Gerard es un aventurero, treinta y siete años y ha formalizado la relación, eso es ser valiente.— Dijo, lanzando una carcajada, acompañada de otra más tenue y femenina. Edmond sonrió forzosamente, bebiendo un poco de la copa antes abandonada en la mesa. — ¿Y quién es esta bella mujer? ¿Acaso ha su