Cap. 108

Temerosa, en medio de la oscuridad, busco el rostro del pelinegro, tratando de atisbarlo con la poca luz que se filtraba entre las cortinas. Contuvo un grito de tristeza al corroborar lo que menos cruzo por su mente; el pelinegro estaba sumido en un profundo sueño, cuando eso sucedía, no existía poder humano que lo regresara.

Más allá de incomodarlo, un largo suspiró de resignación escapo de sus labios. Encontraría el momento adecuado para hablar sobre el tema, no obstante, temía que eso nunca sucediera. Conforme, cerró los ojos, sin más alternativa que sumirse en el sueño.

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Los rayos del sol entraron por la ventana sin consideración. La calidez y luz inundaban la amplia habitación, acarreando que cierta dama de cabellos rosados se removiera bajo las sabanas, difundiendo una serie de improperios ante el abrupto despertar.

Se estiró como un gato, lanzando un largo bostezo. Sentía que el cansancio se apoderaba de cada célula de su cuerpo, el solo imaginar la montaña d
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