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Contrato de Amor: Entre Sueños y Realidades

"Totalmente segura, no quiero quedarme sola y tú necesitas tu regalo. No sé qué te darán, no puse atención. Si tú te casas, obtendremos beneficios; eso es lo que me importa. Tienes muchas cosas y el contrato dice 3 años o 4 años. O si quieres, lo extendemos. Yo no doy lata, trabajo duro, puedo hacerte comida, lo que sea. Necesito dinero y tú necesitas terrenos, esposa, y por algo me elegiste", dice la rubia Lucrecia, dejando escapar esas palabras de su boca.

Él curva sus labios y luego la mira sorprendido. En la mente de Lucrecia solo rondan pensamientos que nunca imaginó que pensaría.

"¿Qué estoy haciendo? ¿Por qué le dije eso? ¿Será que me gusta? ¿Por qué me siento ansiosa? ¿Estoy en una crisis existencial? ¿Esto es real? ¿El rubio guapo que está en mi casa es real? Ya sé qué haré. Cerraré mis ojos y contaré hasta 10. Cuando los abra, él no estará. Es solo un sueño tormentoso, algo que me pusieron en la cabeza por lo de Julio. Esto no es real, no está pasando", pensó ella en su cabeza.

Él se pasa la lengua entre sus labios y toca sus mejillas. La rubia Lucrecia pega un sobresalto. Sus mejillas se ruborizan, poniéndose roja como un tomate.

"Me casaré con él porque lo amo. ¡Oh no! No puedo pensar eso. Apenas le conozco. ¡No!" es la frase que tiene la rubia en su mente en este momento.

—Te amo —suspira la dulce Lucrecia, depositando un beso en el joven atractivo de ojos intensos.

—¡Ah! —dice el joven mirándola a los ojos.

—¿Qué? —pregunta la rubia Lucrecia confundida.

—Tú dijiste que me amas —le dice él con firmeza y sorprendido.

—Hasta el momento ya no sé ni qué digo. Tráeme ese contrato, lo firmaré y lo leeré. Aunque para leer no me da tiempo ni ganas, mal de amores. Para qué leer un contrato, me niego —dice la decidida Lucrecia mientras su celular suena.

A Lucrecia le late el corazón. Toma su celular, haciendo una mueca de molestia mientras camina hacia la sala y exaltada contesta al ver que es su madre la que llama.

—Mami, no es buen momento. Estoy arreglando un asunto que determinará mi vida —le dice en voz exaltada.

—Hija, lo siento. No pensé que Julio solo nos hacía una broma. No pensé que llegaría a esto. Ya investigué la boda. No se puede cancelar, hija. ¿Qué haremos? No podemos dejar a los invitados colgados y hoy llega alguien importante a la boda. No te dije, pero ¿sabías que a las casadas les regalan becas para seguir sus estudios? Hoy vendrán a ver eso, e hija, no sé qué haremos —responde su madre con voz preocupada.

—Por eso lo estoy solucionando, mami. Ya verás que hoy me caso sí y si. Lo haré por amor. Ya lo solucioné, madre. Además, Julio tiene otro nombre, madre. Sabes que no lo entenderías —responde la rubia Lucrecia, mintiéndole a su madre y mirando a los ojos al desconocido rubio, cuyo nombre ni apellido sabe.

—¿Con quién, hija? No sabía que tenías otro pretendiente. ¿Le conozco? ¿Quién es él? Nunca antes en mi vida me habías comunicado esto y mucho menos para que lo platiquemos —le dice su madre con voz desesperada.

—Madre, es que Julio tiene varios nombres y amigos importantes. Si él no puede, lo reemplaza alguien más. Lo conocí hace mucho. Solo respira. Yo me encargo. Tengo un plan que es todo un rollo. Nos beneficiará a todos —responde la rubia Lucrecia suspirando mientras el rubio le entrega el contrato en sus manos.

—No puedo creer esto que estoy viendo —dice la rubia, poniendo los ojos en el contrato con cara de sorprendida.

—¿Qué, hija? —pregunta la madre.

—Nada. Nos vemos en la boda. Porque te informo que habrá boda, comida, música y luna de miel. Adiós, mami —le dice la hija Lucrecia, cortando la llamada.

El hombre curioso se queda algo asustado cuando escucha esas palabras de luna de miel.

—¿Luna de miel? —pregunta el joven apuesto millonario.

—Sí. ¿Qué crees que pasará en 6 años de contrato? Mira, dice 6 años. Este contrato no dice el número que me dijiste anteriormente. ¿Es este el contrato correcto? Porque yo veo dos contratos. No entiendo, me perdí —dice la rubia Lucrecia, moviendo su cabellera larga ya que se había quitado su liga del cabello.

—Creo que el que hizo el contrato se asegura de que duremos unos años. Y pues lo hizo mi amigo Rogelio. Ya me siento nervioso. En este momento hizo el contrato más largo. Entonces ahora, rayos, no me había dado cuenta de que dice 6 años. Eso lo hacemos por protección. No imaginé que fueran tantos años, pero será divertido. Yo soy divertido. Cuando nuestro contrato se rompa, pues simularemos un divorcio y después de eso quedamos libres, si así lo quieres —le dice el joven de voz sexy.

—¿Y si quiero que ese contrato no termine? ¿Qué pasará? —pregunta la asustada Lucrecia con malicia.

—Pues renovamos el contrato o no lo sé. Todo depende de ti y de nuestra actuación. Quiero ayudarte. Puede que nos casemos oficialmente. Si eso llega a pasar, recuerda que nos casaremos bajo un contrato oculto que nadie tiene que saber —le dice el joven, viéndola a los ojos.

—Ok, pero creo que la pasaremos bien, tú y yo —responde la dulce Lucrecia.

Lupe y Raquel se quedan mirándose entre sí. No pueden creer lo que ven sus ojos ni lo que oyen.

—En todo lo que llamabas, yo terminaba de pagar tu hermoso vestido de b

oda. Quedarás hermosa. Póntelo ahora —le dice el sexy hombre.

Él la mira y ella dice: —Es de mala suerte ver a la novia con el vestido antes de casarse —le dice Lucrecia.

—No, es lo mejor que me ha pasado en la vida. Es de buena suerte —le dice el apuesto tipo.

—¿Segura, señorita Lucrecia, de que quiere casarse hoy mismo? —pregunta Lupe.

—Me casaré con él porque lo amo —suelta aquellas palabras retenidas desde hace 1 minuto atrás.

Todos en la sala quedan con la boca abierta.

Aquellas palabras de Lucrecia resonaban una y otra vez en su cabeza. Entonces sonríe.

"Yo dije eso de casarme por amor. Es que es inevitable no sentir mareos cuando él está cerca. Este atractivo chico frente a mis ojos. ¿Cómo será verlo todos los días y vivir con él junto a su lado siempre por tantos años? ¿Qué será de mí? ¿Qué será si soy una nerviosa? Cuando está a mi lado, siento esos nervios como si el amor ya me hubiera invadido el estómago."

Pensamiento del sexy: "Es hermosa. Su sonrisa y esos cabellos largos son tan bellos. Prometo cuidarla como si fuera mi esposa. Un vaso frágil que no pienso romper. Cuidarla, respetarla y amarla como si fuera mi esposa, como si ya me hubiera casado oficialmente."

Pensamientos de la dulce y traviesa Lucrecia: "Prometo hacerlo feliz, aunque los nervios me devoren por dentro."

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