Capítulo 126
Cuando el rubor en el rostro de Fabiola desapareció, se giró hacia Benedicto: —¿Has oído hablar del asunto de Joana?

Fabiola no creía que Benedicto fuera el responsable de dejar a Joana medio muerta.

Él no tenía esa capacidad.

—Uh-huh —respondió Benedicto con despreocupación.

—¿Quién crees que lo hizo?

—No sé —respondió Benedicto impasible.

—¿Cómo saliste ese día?

Con tantos guardaespaldas protegiendo a Joana, era imposible que Benedicto saliera ileso.

—Cuando entré, los guardaespaldas ya estaban en el suelo —Benedicto no mintió con esta afirmación.

Fabiola acarició su barbilla, pensativa: —Entonces, ¿había otra gente allí ese día? ¿Podría el estado actual de Joana estar relacionado con ellos?

Benedicto tomó la mano de Fabiola: —No pienses tanto en eso.

—Me preocupa... —Fabiola levantó sus ojos brumosos hacia Benedicto.

El corazón de Benedicto se ablandó de inmediato, la abrazó y la consoló en voz baja: —¿Temor a que la familia Herrera no encuentre a nadie y se desquiten conmigo?

Fabio
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