Capítulo 120
Fabiola fue llevada al quirófano.

Benedicto intentó entrar, pero fue detenido por Alejandro.

—Benedicto —dijo Alejandro. —Fabiola estará bien.

Benedicto se volvió y sus ojos todavía estaban rojos, pareciendo aterrador.

Como amigos cercanos durante muchos años, Alejandro también estaba un poco intimidado por él en este momento.

Conocía muy bien a Benedicto; era una persona tranquila y serena que nunca perdía la compostura, a menos que se cruzara su línea de fondo.

Fabiola, sin duda, se había convertido en su línea de fondo.

Sin que él mismo lo supiera.

—Pero, ¿cómo está Fabiolita?

Patricia, que había venido corriendo después de recibir la noticia, preguntó con impaciencia cuando vio a Alejandro.

Alejandro miró a Benedicto antes de responder a Patricia: —Acaba de entrar al quirófano.

—¿Quién hizo esto? —preguntó Patricia con enojo.

Alejandro respondió: —Joana.

—¡Mierda! —Patricia se dio la vuelta y se dispuso a irse.

Alejandro la detuvo: —¿A dónde vas?

—Por supuesto, voy a buscar a Joana
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