Capítulo 100
Joana, tras salir desanimada del restaurante de mariscos, se fue sintiendo cada vez más enojada.

No se atrevía a encontrarse con Benedicto, pero para su sorpresa, Fabiola había empezado a coquetear con los amigos cercanos de Benedicto.

¿Dónde estaba la justicia en eso?

No.

No podía quedarse de brazos cruzados.

Sacó su teléfono y marcó un número.

—¿Pedro Ortega?

—Buenas, Señorita Herrera.

—¡Investiga quién es el esposo de Fabiola!

Quería enviar la evidencia de Fabiola coqueteando con otros hombres a su esposo, para que él se encargara de su esposa.

—Señorita Herrera —Guo Wei sonrió amargamente. —Eso es difícil para mí. La última vez, los Sánchez buscaron durante días y no pudieron encontrar quién era el esposo de Fabiola. Incluso si lo descubro, temo no tener vida para decírselo.

Joana ajustó su ropa. —¿Verdad?

—Sí, señorita. Solo se lo digo porque usted es una clienta habitual. Pocas personas lo saben y a quienes lo saben se les ha silenciado. Si se difunde, ¿imagina cuánto avergonzarí
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