Con lo que no contaba Andrea, porque hasta ahora era un sentimiento desconocido, era que los celos por la recién llegada se arraigarían en su corazón. Tal vez dudó que sucedería algo como eso porque después de la fiesta de la boda, Isabel dijo que dejaría a los recién casados solos, solos para que aprendieran a convivir. Así que para Isabel y para ella nada cambiaría, lo que no resultó ser tan así. Claro, tuvo mucho que ver lo que sucedió al día siguiente del matrimonio. Para el doctor Rubén quedó claro que Ensuan López no sería su yerno y también que tenía que irse, jubilarse, descansar porque no eran nada agradables los comentarios sobre lo que esperaba Ayarit que pasara y lo que pasó en verdad. El doctor bebió tanto más cuando llegó a su casa y durmió hasta tarde, hasta muy tarde. Andrea ten&iacu
Café. Olía mucho a café. A ese café bueno que solía preparar Isabel por las tardes y luego le batía leche y un toque de vainilla. No cabía duda que era su café. Entonces si era la tarde de ese 30 de diciembre y yo estaba así de dormida porque mi suegra me consentía desde la cocina.A quien tenía en frente no se parecía en nada a ella pero me confundió aún más que mis manos se hallaran juntas atadas a una silla que cojeaba de una pata y que de paso mis pies también muy juntos estuvieran atados.–Buenas tardes. –Me saludó con mucha tranquilidad el hombre. Claro, el doctor Rubén llegó a la casa mientras yo descansaba, sentí las pisadas en la sala y mientras discernía si se trataba de Ensuan me sorprendió. Me miraba muy raro en aquel momento, ahora no. – ¿quieres agua?–Sí, por
Andrea veía como a medida que pasaban los días todo cambiaba en Betel. La alegría de la recién llegada a la vida no solo del esposo sino también de la suegra, contrastaba con la tristeza de su jefe que había tenido que despedir a una hija destrozada, herida en su orgulloso, amor o vanidad. Optó por andar en su bicicleta casi todo el tiempo, el doctor nunca había llegado temprano pero no acostumbraba faltar y desde ese día era su hábito. Las emergencias se iban directo al pueblo y si ella lo visitaba en casa para saber si aún vivía le tocaba recoger tazas amontonadas con residuos de café o licor.Estuvo tentada a contarle a Isabel lo que sabía pero en Betel todo seguía bien, aquel incidente no perturbó sus vidas así que ¿para qué? Culpa era lo que para Andrea, podía tener el doctor por apoyar el acto de celos de su hija que paró en
El alma quebrada, el corazón endurecido y una rabia que penetraba mis huesos. Este Ensuan estaba ciego.Si mi mujer se había ido por cuenta propia la encontraría y la traería, mía era su nombre, pedirle perdón, mil veces si quería, pero hablar y estar juntos era lo único que hacía falta para solucionar esto y estar juntos, ¡juntos! Porque vino aquí desde lejos para estar así…juntos. Los caminos de Betel estaban solitarios, corría una brisa pegajosa como si fuese a llover, yo iba a toda velocidad en la moto sin que alguna rama me detuviera.Salí de ahí al pueblo, derecho a la policía, aquí alguien tenía que explicarme porque no había explicación, porque si mi esposa no se fue por sí misma, ¿Quién y donde la tenía?Matar
Él había salido. No sé cuánto se tardó pero para mí fue una eternidad, una en la que traté de soltar mis manos y pies y solo logré aflojar un poco una mano pero la pata de la silla no me ayudaba. Había sentido en mi vida pocas veces miedo y esta era en verdad la primera en la que me enfrentaba a uno digno de sentirlo. Era un sentimiento que, sin embargo, no me dejaba llorar. Ya las ganas de orinar se habían intensificado pero no dije nada, el estómago estaba apretado imagino lo tenso que estaba mi bebé y por eso respiraba profundamente y miraba alrededor, las mismas cosas que había visto al principio, sacos, bolsas, herramientas, olor fuerte a café. ¿Dónde estaba? ¿Por qué no llegaba Ensuan? ¿Habría creído mi nota? No, eso no podía ser ¿esperaría que yo me comunicara con él? No, no Ensuan yo nunca te dejar&iacu
Desde que su padre salió había estado muy nerviosa. La noche, desde que se fuera él, llegó en un pestañear y el doctor no le respondía el teléfono. Sus intentos de acercarse a Ensuan habían sido un fracaso y así de alguna manera lo había perdido luego de tantos años de estar juntos y sin que él le diera ningún tipo de explicación, no toleraba que esta mujer ocupara su lugar en Betel, aunque ella nunca se imaginó ahí viviendo. Tenía que haberse muerto su padre para que Ensuan cambiara de esa manera. Todo lo que le costó encaminarlo a la ciudad, que se adaptara a la practicidad y la comodidad para que éste hecho lo hiciera pensar que su lugar estaba ahí, en mitad de los animales y plantas, con una madre sobradamente irrespetuosa que durante todo sus años de noviazgo trató de arrastrarlo a que siguiera siendo un campesino. La pr
Oscuridad. Total oscuridad, ni una abertura en las nubes por donde una estrella brillara o la luna iluminara.Al principio de mi carrera, la euforia, el miedo y las ganas de alejarme de ahí me guiaron en una carrera en línea recta, al principio solo tierra y grama, luego monte, alto, cortante, mojado monte. En mi carrera, a mis espaldas, escuché ruedas sobre la tierra ¿uno? no, dos autos se acercaban a esa…por primera vez me detuve, tomé aire, me doble con las manos en las rodillas y respiré, inhala, exhala, que no te marees, olía a tierra mojada, eso lo noté ahora que me calmaba, que creí que podía calmarme para poder seguir. Me enderecé y vi hacia atrás. Aparté las ramas, ahí estaba la casa, un granero grande y apenas cuidado, volví a ocultarme ¿Dónde estaba? ¿Hacia dónde debía ir? No podía seguir caminando sin
Tuve que ayudarla a bajar de la camioneta, viajamos en completo silencio desde su casa hasta aquí, un lugar remoto lejos en Betel, donde según papá el abuelo solía traer ciertas aventurillas. La verdad no tenía nada más que hablar con ella, en mi cabeza solo existían pedazos de películas donde a Yvonne pudiera sucederle algo, donde la golpeara, donde muriera, donde se preguntara porque yo no la encontraba, conociéndola podía pensar lo peor de mí, sobre todo después de tantas discusiones.Fue mamá a quien se le ocurrió que podrían estar ahí porque nadie vio pasar ningún carro rumbo a la casa. Dejé atrás a los muchachos, a los hombres y mujeres de la búsqueda y fui solo con Ayarit. Ella no tenía mucho que decir, y si tenía no podía, sé que me miraba de a ratos pero no era mi intención intercambiar miradas
Desperté tan cansada como quien no duerme en una larga vigilia. Los ojos tan pesados por lo hinchado de los parpados y un ardor en sus comisuras.Sentía como el pecho me dolía quizás por el llanto contenido y luego expulsado, hubiese querido gritar y llorar llevándome todo por el medio pero no lo hice. Todavía no sé porque. Había perdido a mi esposo el mismo día de nuestra boda. Era terrible esta sensación. Ver su expresión, rememorar su silencio, su saliva pasando gruesa por su garganta, su cuerpo alejándose, era agotador el solo recuerdo.Sola no estaba en la habitación de eso me había dado cuenta también.Sin abrir las cortinas, parado con las manos tomadas atrás mirando por una abertura hacia afuera estaba mi padre. Con ellos no sabía cómo describir la vergüenza, yo no era una niña, ya ese tiempo en que se cometen locuras