Bueno cariñitos, aquí tienen el segundo del día!! Besoooos
NicklausEl aire es denso y pesado mientras avanzamos por los terrenos de Tarkin. Mis pensamientos están enfocados en la visión de Penelope y en el plan que trazamos. Todos estamos alerta, con los sentidos agudizados, esperando cualquier señal de peligro. El paisaje es salvaje y sombrío, las dunas parecen interminables mientras brillan bajo la luz, creando sombras alargadas a nuestro alrededor. Es una sensación opresiva, como si estuviéramos siendo observados desde todos los ángulos. No me gusta.Miro a Penelope, quien camina a mi lado. Aunque está concentrada, puedo ver la tensión en su mandíbula, la misma tensión que siento en mi propio cuerpo. Ella trata de disimular, pero después de lo que vio en su sueño, sé que todo esto la está afectando más de lo que quiere admitir. No le digo nada; ahora no es el momento de hablar, no cuando cada paso que damos puede llevarnos más cerca de los hechiceros que buscamos... o de algo peor.—¿Escucharon eso? —pregunta Blake, deteniéndose de golpe
PenelopeCada paso que doy me acerca más a Sofía, y al mismo tiempo, a una oscuridad más profunda de la que temía. No puedo dejar de pensar en lo que dijo Isadora: "La mascota del Rey Hechicero." Sofía no solo es una prisionera, es esencial para que ese monstruo mantenga el control sobre sí mismo y sobre los demás.Me pregunto lo que ha estado viviendo. ¿Será consciente de lo que le están haciendo? Mi estómago se revuelve con esa duda. A medida que nos adentramos más en el bosque, no puedo evitar que mi mente divague. He visto tanto desde que desperté, he recuperado partes de mí misma, pero también me siento rota.—¿Estás bien? —La voz de Nick me saca de mis pensamientos. Está caminando junto a mí, su presencia siempre tan fuerte y protectora, pero ahora sus ojos me miran con preocupación.—Lo estoy... solo estoy pensando en Sofía y lo que le dijo Isadora. —Lo miro brevemente y luego mis ojos se posan en el camino frente a nosotros—. ¿Cómo crees que la mantienen controlada?Nick suelt
TarkinEl viento seco del desierto me golpea en la cara mientras observo las cuevas en la distancia. Cada fibra de mi ser me empuja a correr hacia ellas, a destruir a cualquiera que esté entre Sofía y yo. Pero no puedo… no todavía. Aún estamos esperando la señal de los alfas de las otras manadas. Mis manos tiemblan de la frustración, y cada segundo que pasa se siente como un golpe más a mi paciencia. Mi lobo interior está inquieto, desgarrando mi control con su deseo de correr, de pelear, de rescatarla.—Deberíamos estar adentro.—digo, la desesperación clara en mi voz.—Tarkin —la voz de Nick me saca de mi frenesí interno, su tono serio—. Ya hemos llegado hasta aquí, no podemos arriesgar el plan por tu desesperación. Eso podría costarle la vida a Sofía.Lo miro, sintiendo el peso de sus palabras. Sofía. Todo lo que hacemos es por ella, pero Nick tiene razón. Si me lanzo ahora, arruinaría todo y pondría su vida en peligro. Me esfuerzo por calmar mi respiración, controlando el temblor d
PenelopeLa cueva se siente aún más opresiva mientras Nick, Bruno y yo corremos tras Tarkin. El aire es pesado, casi sofocante, como si las mismas paredes de roca estuvieran cerrándose sobre nosotros. Pero lo que realmente pesa sobre mí es la incertidumbre. ¿Habremos llegado a tiempo? ¿Sofía estará viva? El latido de mi corazón parece resonar en mis oídos con cada paso que damos.Los hechiceros nos han ralentizado, sus ataques constantes y feroces, pero Nick y yo hemos logrado abrirnos paso. Aun así, el miedo no me abandona. ¿Y si llegamos tarde?Finalmente, llegamos a una gran cámara dentro de la cueva, y Nick y yo no dudamos en enfrentarnos a los hechiceros que custodian la entrada para dejar que Tarkin pase para encontrar a Sofía.Neutralizar a los hechiceros resultó más sencillo de lo que esperabamos y estoy por creer que estos debían ser unos novatos.—Vamos por Tarkin—me dice Nick y yo simplemente asiento antes de entrar junto a Bruno en la habitación mientras Nick vigila.Nada
PenelopeEl aire en la manada de Tarkin se siente más pesado que de costumbre, como si la propia atmósfera supiera lo que hemos enfrentado. Finalmente, estamos de vuelta. Pero no estamos a salvo. Miro alrededor, viendo cómo los guerreros de la manada se mueven rápidamente para reforzar las defensas bajo las órdenes de Tarkin, quien sigue llevando a Sofía en sus brazos, su rostro tenso y lleno de determinación.—¡Vigilancia en todas las entradas! —grita Tarkin, sin detenerse—. ¡Quiero patrullas cada diez minutos!Pero es la figura frágil de Sofía lo que más me preocupa. No se ve bien. Su piel está pálida, como si la vida misma se le estuviera escapando, y sus ojos, cerrados, no se han abierto desde que la sacamos de ese lugar infernal. Algo en mi interior me dice que esto no ha terminado, que el hechicero aún tiene más bajo la manga. El último vistazo que tuve de él... esa maldad... aún la siento en mis huesos.—¿Cómo te sientes? —La voz grave de Nick rompe mis pensamientos, y me doy
SofíaLa oscuridad me rodea, pero puedo sentir los brazos de Tarkin sujetándome con firmeza. El calor de su cuerpo me reconforta, pero mi mente sigue luchando por entender si todo esto es real. ¿Es verdad que estoy fuera del infierno que viví? ¿De verdad estoy de vuelta en la manada, con él? Todo parece un sueño lejano y nebuloso, algo que podría desvanecerse en cualquier momento si pestañeo demasiado rápido.Entonces lo escucho. Un susurro quebrado que me hace enfocar. Abro los ojos lentamente y lo veo. Tarkin, mi Tarkin, tiene lágrimas en los ojos. No recuerdo haberlo visto llorar antes, pero ahora las gotas caen por su rostro. —Lo siento,— repite una y otra vez, su voz es apenas un hilo. —Debí buscar más. Debí encontrarte antes. Perdóname, Sofía. Perdóname.El nudo en mi garganta se desata, y antes de poder detenerme, me lanzo a sus brazos, aferrándome a él con todas mis fuerzas, como si fuera mi única ancla a la realidad. —Eres real,— le digo entre sollozos. —Es real, Tarkin. Es
NicklausEstoy sentado en la sala de reuniones, rodeado de los alfas más poderosos de todas las manadas, pero mi atención está completamente enfocada en Sofía. Ella está de pie frente a nosotros, pálida y con una mirada perdida, como si en cualquier momento pudiera derrumbarse. Tarkin, como siempre, se mantiene a su lado, rígido y protector, alejando con su presencia a los que intentan presionarla. Puedo ver la tensión en sus mandíbulas, el leve temblor de sus manos, pero su voluntad de hierro es evidente. A su lado, Penelope, con su calma habitual, está lista para intervenir si es necesario. Pero hoy, todo lo que quiero es obtener respuestas, sin destruir lo poco que queda de la fortaleza de Sofía.Cuando le toca el turno de hablar, su voz es suave, casi inaudible al principio. La habitación está en silencio absoluto, y es como si el aire se hubiera vuelto denso, cargado de incertidumbre. —Están locos,— empieza a decir, tragando saliva. —Los hechiceros… no solo quieren dominar el m
NicklausLa guerra ha llegado.El viento frío de la mañana sopla a través del campamento, llevando consigo el murmullo del río cercano y el crujido de las hojas bajo las botas de los guerreros. A mi alrededor, el campamento está vivo con actividad, pero hay una sensación palpable de lo que está por venir. La guerra final se aproxima, y lo sé en lo más profundo de mis huesos.Me aparto del grupo por un momento, caminando hacia los límites del bosque para tomar un respiro. A cada paso, siento el peso de la responsabilidad aplastándome. Los hombres y mujeres que se preparan para la batalla confían en mí. Mi manada confía en mí. Mis amigos y mi familia, todos cuentan con que los guíe hacia la victoria, pero no puedo evitar la sensación de que los estoy fallando. Que los estoy conduciendo hacia su posible final.—Estás cargando demasiado, Nick,—la voz suave de peaches rompe el silencio, y no tengo que girarme para saber que está ahí. Ella siempre sabe cuándo me estoy ahogando en mis prop