Bueno, buenooooo que se viene la guerra!!!
NickalusLos alfas han llegado.El salón donde estamos reunidos está lleno de una energía palpable, una mezcla de tensión y fuerza que solo puede darse cuando tantos alfas se encuentran en el mismo lugar. Las paredes de piedra de la fortaleza vibran con las voces profundas y decididas de los líderes de las manadas, sus miradas fijas en mí y en Tarkin mientras exponemos el plan.—Hemos interrogado al prisionero —comienzo, mi voz resonando en el salón—. Y aunque no lo tiene todo claro, nos ha dado una ubicación: el escondite de los hechiceros oscuros.Tarkin asiente a mi lado, su rostro más serio que nunca. Sé que está pensando en Sofía, en lo que significará encontrarla, pero también en lo que podríamos descubrir en ese lugar maldito.—No solo eso —añade Tarkin, tomando la palabra—. Tenemos una herramienta, un anillo, que puede detener su avance. Pero necesitamos la otra mitad para que funcione por completo.Los ojos de los alfas se entrecierran con atención. Roderick, el alfa de la ma
Estoy de pie en una pradera bañada por la luz del amanecer. El aire es cálido, lleno de una paz que parece envolverme como una manta suave. Pero algo en el ambiente se siente mal. Instintivamente, llevo la mano al pecho, como si algo estuviera faltando, algo importante.—Margaret, te he estado buscando.Me doy la vuelta al escuchar esa voz conocida, y ahí está ella, Sofía. Sus ojos son serios, más oscuros de lo que recordaba, y aunque me habla como si me conociera de toda la vida, algo en mi interior se agita. ¿Margaret? Mi mente tarda un segundo en procesar lo que ha dicho. No soy Penelope. Soy... Margaret. Lo sé con una certeza que me atraviesa como un rayo, pero no tengo tiempo para preguntarme por qué o cómo.—¿Qué sucede? —pregunto, mi voz suave, pero decidida.Sofía se acerca, su rostro marcado por una preocupación profunda. —Siento que algo se avecina, algo oscuro —dice en voz baja, como si tuviera miedo de que el viento nos escuche—. Viene del este. He tenido visiones.Mi coraz
NicklausEl aire es denso y pesado mientras avanzamos por los terrenos de Tarkin. Mis pensamientos están enfocados en la visión de Penelope y en el plan que trazamos. Todos estamos alerta, con los sentidos agudizados, esperando cualquier señal de peligro. El paisaje es salvaje y sombrío, las dunas parecen interminables mientras brillan bajo la luz, creando sombras alargadas a nuestro alrededor. Es una sensación opresiva, como si estuviéramos siendo observados desde todos los ángulos. No me gusta.Miro a Penelope, quien camina a mi lado. Aunque está concentrada, puedo ver la tensión en su mandíbula, la misma tensión que siento en mi propio cuerpo. Ella trata de disimular, pero después de lo que vio en su sueño, sé que todo esto la está afectando más de lo que quiere admitir. No le digo nada; ahora no es el momento de hablar, no cuando cada paso que damos puede llevarnos más cerca de los hechiceros que buscamos... o de algo peor.—¿Escucharon eso? —pregunta Blake, deteniéndose de golpe
PenelopeCada paso que doy me acerca más a Sofía, y al mismo tiempo, a una oscuridad más profunda de la que temía. No puedo dejar de pensar en lo que dijo Isadora: "La mascota del Rey Hechicero." Sofía no solo es una prisionera, es esencial para que ese monstruo mantenga el control sobre sí mismo y sobre los demás.Me pregunto lo que ha estado viviendo. ¿Será consciente de lo que le están haciendo? Mi estómago se revuelve con esa duda. A medida que nos adentramos más en el bosque, no puedo evitar que mi mente divague. He visto tanto desde que desperté, he recuperado partes de mí misma, pero también me siento rota.—¿Estás bien? —La voz de Nick me saca de mis pensamientos. Está caminando junto a mí, su presencia siempre tan fuerte y protectora, pero ahora sus ojos me miran con preocupación.—Lo estoy... solo estoy pensando en Sofía y lo que le dijo Isadora. —Lo miro brevemente y luego mis ojos se posan en el camino frente a nosotros—. ¿Cómo crees que la mantienen controlada?Nick suelt
TarkinEl viento seco del desierto me golpea en la cara mientras observo las cuevas en la distancia. Cada fibra de mi ser me empuja a correr hacia ellas, a destruir a cualquiera que esté entre Sofía y yo. Pero no puedo… no todavía. Aún estamos esperando la señal de los alfas de las otras manadas. Mis manos tiemblan de la frustración, y cada segundo que pasa se siente como un golpe más a mi paciencia. Mi lobo interior está inquieto, desgarrando mi control con su deseo de correr, de pelear, de rescatarla.—Deberíamos estar adentro.—digo, la desesperación clara en mi voz.—Tarkin —la voz de Nick me saca de mi frenesí interno, su tono serio—. Ya hemos llegado hasta aquí, no podemos arriesgar el plan por tu desesperación. Eso podría costarle la vida a Sofía.Lo miro, sintiendo el peso de sus palabras. Sofía. Todo lo que hacemos es por ella, pero Nick tiene razón. Si me lanzo ahora, arruinaría todo y pondría su vida en peligro. Me esfuerzo por calmar mi respiración, controlando el temblor d
PenelopeLa cueva se siente aún más opresiva mientras Nick, Bruno y yo corremos tras Tarkin. El aire es pesado, casi sofocante, como si las mismas paredes de roca estuvieran cerrándose sobre nosotros. Pero lo que realmente pesa sobre mí es la incertidumbre. ¿Habremos llegado a tiempo? ¿Sofía estará viva? El latido de mi corazón parece resonar en mis oídos con cada paso que damos.Los hechiceros nos han ralentizado, sus ataques constantes y feroces, pero Nick y yo hemos logrado abrirnos paso. Aun así, el miedo no me abandona. ¿Y si llegamos tarde?Finalmente, llegamos a una gran cámara dentro de la cueva, y Nick y yo no dudamos en enfrentarnos a los hechiceros que custodian la entrada para dejar que Tarkin pase para encontrar a Sofía.Neutralizar a los hechiceros resultó más sencillo de lo que esperabamos y estoy por creer que estos debían ser unos novatos.—Vamos por Tarkin—me dice Nick y yo simplemente asiento antes de entrar junto a Bruno en la habitación mientras Nick vigila.Nada
PenelopeEl aire en la manada de Tarkin se siente más pesado que de costumbre, como si la propia atmósfera supiera lo que hemos enfrentado. Finalmente, estamos de vuelta. Pero no estamos a salvo. Miro alrededor, viendo cómo los guerreros de la manada se mueven rápidamente para reforzar las defensas bajo las órdenes de Tarkin, quien sigue llevando a Sofía en sus brazos, su rostro tenso y lleno de determinación.—¡Vigilancia en todas las entradas! —grita Tarkin, sin detenerse—. ¡Quiero patrullas cada diez minutos!Pero es la figura frágil de Sofía lo que más me preocupa. No se ve bien. Su piel está pálida, como si la vida misma se le estuviera escapando, y sus ojos, cerrados, no se han abierto desde que la sacamos de ese lugar infernal. Algo en mi interior me dice que esto no ha terminado, que el hechicero aún tiene más bajo la manga. El último vistazo que tuve de él... esa maldad... aún la siento en mis huesos.—¿Cómo te sientes? —La voz grave de Nick rompe mis pensamientos, y me doy
SofíaLa oscuridad me rodea, pero puedo sentir los brazos de Tarkin sujetándome con firmeza. El calor de su cuerpo me reconforta, pero mi mente sigue luchando por entender si todo esto es real. ¿Es verdad que estoy fuera del infierno que viví? ¿De verdad estoy de vuelta en la manada, con él? Todo parece un sueño lejano y nebuloso, algo que podría desvanecerse en cualquier momento si pestañeo demasiado rápido.Entonces lo escucho. Un susurro quebrado que me hace enfocar. Abro los ojos lentamente y lo veo. Tarkin, mi Tarkin, tiene lágrimas en los ojos. No recuerdo haberlo visto llorar antes, pero ahora las gotas caen por su rostro. —Lo siento,— repite una y otra vez, su voz es apenas un hilo. —Debí buscar más. Debí encontrarte antes. Perdóname, Sofía. Perdóname.El nudo en mi garganta se desata, y antes de poder detenerme, me lanzo a sus brazos, aferrándome a él con todas mis fuerzas, como si fuera mi única ancla a la realidad. —Eres real,— le digo entre sollozos. —Es real, Tarkin. Es