Segundo del díaaaaaaaa!!! ME ENCATA QUE SE HAYAN ENCONTRADO! ¿Recordaban la resonancia, cariñitos?
PenelopeNo puedo dejar de mirar al hombre enfrente mío y con cada paso que da más cerca de mi, siento como si todo mi cuerpo temblara en respuesta y las emociones me sobrepasan.¿Quién era este lobo para mí? ¿Por qué no puedo recordarlo? Inconscientemente niego con la cabeza y coloco una de mis manos en mi pecho, pues siento como si mi corazón estuviera a punto de salirse.—Penélope ¿Estás bien?—la voz de Bruno se escucha preocupada y veo que se ha puesto delante mío, aún cuando es obvio que no podría que los lobos recién llegados.Aunque tampoco creo que estos tengan intención de lastimarnos.—Estoy bien—digo y por alguna razón mis ojos van detrás de Bruno, hacia… Hacia Nicklaus.El nombre canta en mi mente y solo de pensarlo siento que mi cuerpo tiembla con más fuerza.—Eso que sientes, la vibración en tu cuerpo—la voz de Nicklaus es casi como una caricia cuándo llega a mi—Eso se llama resonancia, tú resuenas por mi y yo resueno por ti, eres mi compañera. PUEDE. SER.Siento como m
NicklusCuándo vi al primer macho alrededor de Peaches traté de que no me afectara porque era casi un cachorro, sin embargo verla ahora al lado del maldito alfa del desierto hace que las tripas se me retuerzan.Sin embargo, escucharlo decir que peaches tiene recuerdos de su vida conmigo y de la vida de la persona a la que pertenecía su cuerpo me ha dejado paralizado y al mism tiempo hace que la rabia me llene por completo.Porque por supuesto esto es obra de la diosa, ella no podía simplemente hacer las cosas sencillas.—¿Qué pasó con Margaret?—me atrevo a preguntar, pues necesito estar seguro de que esta mujer es 100% Penelope.Antes de que el alfa pueda contestar, el lobo más joven se le adelanta ganándose una mirada de advertencia del mayor.—Murió, creemos que la han matado.—Bruno…—La advertencia en el tono del alfa Tarkin hace que Blake y yo compartamos una mirada.Sin embargo, ninguno alcanza a decir nada, porque la voz de Peaches se nos adelanta.—¿Qué pasó conmigo? ¿Con Penelo
NicklausMis palabras hacen que todo el mundo me mire sorprendido, excepto Blake que está al tanto de todo.Penelope parece estar cada vez más pálida mientras se queda en silencio, y puedo ver la lucha interna que está experimentando. La confusión, el miedo, y la desesperación en sus ojos son claros. Quiero tomarla entre mis brazos, hacer que todo esto desaparezca, pero sé que no será tan sencillo. La diosa ha dejado su huella en ambos, y ahora estamos atrapados en su juego.—No sé cómo es posible que estés aquí, Penelope. Solo puedo decirte mi versión, la diosa vino a mi a pedirme ayuda con un… Un mal que al parecer está acechando todo el terreno del norte y me dijo que a cambio de aceptar podría encontrarte—le digo con voz baja, tratando de contener la desesperación que amenaza con apoderarse de mí.Contrario a la reacción que espero, veo como Tarkin, Bruno y Penelope intercambian una mirada preocupada, antes de que Peaches pregunte:—¿Un mal? ¿Esa ha sido la expresión que la diosa
PenelopeTodo empieza como un terrible dolor de cabeza . Mis manos están fijas en el amuleto mientras siento como una rafaga de energía, de poder, empieza a correr dento de mi y aunque el primer impulso es soltar el amuleto no lo hago.Puedo escuchar la voz de Nicklaus en segundo plano mientras me pide que abra los ojos, que deje que los recuerdos me llenen.Y es esa voz, es el cosquilleo de lo familiar, lo que me hace hacerlo y entonces ocurre. Uno a uno los recuerdos empiezan a llegar a mi: La muerte de mi padre, mi madrastra vendiendome al alfa, el matrimonio con Nick, Micka… Todo.Hasta que llega la guerra, la llegada de mis bebés y entonces… Entonces veo a la diosa y una promesa por regresar.Es ahí cuándo las palabras de Nick sobre una misión y un trato con la diosa cobran sentido. Ella siempre supo que esto pasaría. Sin embargo, no pienso gastar un solo minuto pensando en ella, no cuándo tengo al hombre que amo enfrente.Levanto la mirada y mis ojos se topan con esa miranda gris
NicklausHace mucho tiempo pensé que no volvería a sentir la calidez de Penélope. Que no podría volver a probar sus labios. Sin embargo, ahora, teniéndola piel con piel, hace que todo en el mundo deje de importar. Todo lo que soy, todo lo que he sido, se reduce a este momento, a la conexión que compartimos. A ella.Me tomo mi tiempo para quitarle la ropa, botón por botón, deleitándome con la forma en que su piel se eriza en cada lugar por el que paso mis dedos. Cada centímetro de ella es un nuevo descubrimiento, una revelación. Ella es perfecta, sin importar en qué cuerpo esté, es perfecta porque se trata de ella, de Penny. Mi Peaches.—Eres tan hermosa —murmuro, mis palabras apenas un susurro en el espacio que nos rodea. Veo cómo su piel se enciende bajo mi mirada, y cómo sus labios se entreabren, dejando escapar un leve suspiro.Mis manos se mueven lentamente, deslizando la tela de su blusa hacia abajo, dejando al descubierto su piel suave y cálida. La sensación de su cuerpo contra
PenelopeLa cena se desarrolla en un ambiente que parece demasiado tranquilo para lo que hemos enfrentado hasta ahora. Sin embargo, debajo de esa calma superficial, puedo sentir una tensión palpable, como si todos estuvieran esperando el momento adecuado para hablar, para exponer lo que verdaderamente nos ha reunido aquí.Nos encontramos sentados alrededor de una mesa rústica, llena de comida que nadie realmente está interesado en comer. Tarkin está en la cabecera, su expresión grave y sus ojos dorados enfocados en cada uno de nosotros, como si estuviera evaluando quién será el primero en romper el silencio. Nicklaus está a mi lado, su mano sobre la mía, ofreciéndome un consuelo silencioso que agradezco profundamente. Blake está frente a nosotros, su mirada oscilando entre su hermano y Tarkin, mientras que Bruno ocupa el lugar más cercano a la puerta, como si estuviera listo para actuar ante el más mínimo indicio de peligro.Finalmente, es Tarkin quien toma la iniciativa. Limpia su g
NicklausEl crujido que se escucha desde fuera de la cabaña no me deja en paz. Mi instinto me dice que hay peligro, que algo no está bien. Me levanto de la mesa con la determinación de averiguar qué ocurre. Sin embargo, justo cuando me dirijo hacia la puerta, esta se abre de golpe, y Bruno aparece en el umbral. La visión de sus manos cubiertas de sangre hace que todo mi cuerpo se tense.—Debemos apurarnos —dice Bruno, su voz cargada de urgencia—. Hay algo que necesitan ver.No pierdo tiempo en hacer preguntas. Miro a Penelope, quien también se ha levantado de su asiento, su rostro reflejando la misma preocupación que siento en mi pecho. Mis pensamientos se centran en una sola cosa: mantenerla a salvo.—Quédate a mi lado —le digo con firmeza, tomando su mano entre la mía. No puedo soportar la idea de perderla de nuevo. Esta vez no.Ella me mira, y aunque puedo ver la determinación en sus ojos, también noto un leve atisbo de tranquilidad cuando me aprieta la mano.—Siempre —responde, un
PenelopeEstoy sentada en la pequeña enfermería de la manada, observando a la mujer que apenas sobrevivió. La loba herida yace en una cama improvisada, su respiración es irregular, y su piel pálida contrasta fuertemente con las sábanas. La sanadora se ha marchado hace unos minutos, dejándome sola con ella para observar su progreso. Aunque la sanadora hizo lo mejor que pudo, sé que fui yo quien la trajo de regreso. Sentí la magia fluir por mis venas, como un río desbordado, hasta que vi que la vida regresaba a sus ojos. Pero ahora, esa misma vida pende de un hilo.No puedo dejar de pensar en lo que dijo: “El mal está aquí.” Esas palabras resuenan en mi cabeza una y otra vez, como un eco oscuro que se niega a desaparecer. Miro a la mujer, esperando que despierte, necesitando respuestas. La incertidumbre me carcome, y la preocupación por lo que pueda decir me tiene en vilo.Finalmente, después de lo que parecen horas, la mujer empieza a moverse, su respiración se vuelve más regular, y s