Hola, hola, cariñitos, aquí les dejo el capítulo!!! Besooos
NicklausEl crujido que se escucha desde fuera de la cabaña no me deja en paz. Mi instinto me dice que hay peligro, que algo no está bien. Me levanto de la mesa con la determinación de averiguar qué ocurre. Sin embargo, justo cuando me dirijo hacia la puerta, esta se abre de golpe, y Bruno aparece en el umbral. La visión de sus manos cubiertas de sangre hace que todo mi cuerpo se tense.—Debemos apurarnos —dice Bruno, su voz cargada de urgencia—. Hay algo que necesitan ver.No pierdo tiempo en hacer preguntas. Miro a Penelope, quien también se ha levantado de su asiento, su rostro reflejando la misma preocupación que siento en mi pecho. Mis pensamientos se centran en una sola cosa: mantenerla a salvo.—Quédate a mi lado —le digo con firmeza, tomando su mano entre la mía. No puedo soportar la idea de perderla de nuevo. Esta vez no.Ella me mira, y aunque puedo ver la determinación en sus ojos, también noto un leve atisbo de tranquilidad cuando me aprieta la mano.—Siempre —responde, un
PenelopeEstoy sentada en la pequeña enfermería de la manada, observando a la mujer que apenas sobrevivió. La loba herida yace en una cama improvisada, su respiración es irregular, y su piel pálida contrasta fuertemente con las sábanas. La sanadora se ha marchado hace unos minutos, dejándome sola con ella para observar su progreso. Aunque la sanadora hizo lo mejor que pudo, sé que fui yo quien la trajo de regreso. Sentí la magia fluir por mis venas, como un río desbordado, hasta que vi que la vida regresaba a sus ojos. Pero ahora, esa misma vida pende de un hilo.No puedo dejar de pensar en lo que dijo: “El mal está aquí.” Esas palabras resuenan en mi cabeza una y otra vez, como un eco oscuro que se niega a desaparecer. Miro a la mujer, esperando que despierte, necesitando respuestas. La incertidumbre me carcome, y la preocupación por lo que pueda decir me tiene en vilo.Finalmente, después de lo que parecen horas, la mujer empieza a moverse, su respiración se vuelve más regular, y s
Nicklaus Estoy caminando hacia la enfermería, con la mente en un torbellino de pensamientos. Penelope está allí, cuidando de la loba herida. No puedo dejar de preocuparme por ella, por lo que ha pasado, por lo que aún nos espera. Pero mientras avanzo por el pasillo, algo cambia. El aire a mi alrededor se vuelve denso, pesado, como si la realidad misma comenzara a distorsionarse. Me detengo en seco, y en un parpadeo, todo desaparece.Estoy rodeado de luz, una luz tan brillante que es casi cegadora. Al principio, no veo nada más, pero luego, una figura se materializa frente a mí. La diosa Luna, en toda su majestuosa gloria. Su presencia es abrumadora, pero no me dejo intimidar. Dejo salir un pequeño resoplido, intentando mantener la calma.—Ya me estaba preguntando cuándo aparecerías —digo con un tono desafiante, aunque una parte de mí sabe que no debería hablarle así.La diosa eleva una ceja en mi dirección, su expresión no muestra ira, sino una advertencia velada.—Mucho cuidado con
PenelopeVer a Tarkin desplomarse por Sofía me hace pensar en todo lo que tuvo que haber sufrido Nick cuándo me fui, en lo difícil que debió haber sido quedar con tres niños, dos recién nacidos, y tener que hacerlo todo sin la madre.Entonces siento como un dolor punzante me atraviesa el pecho en el momento en que pienso en mis bebés, en Micka. En lo grandes que deben estar, lo mucho que me he perdido. Los bebés ni siquiera me conocen y Micka… Tal vez me haya olvidado.Quiero verlos. Lo necesito.Sin poder contenerme más doy media vuelta y salgo de la oficina de Tarkin, en la que llevamos horas planeando nuestro siguiente movimiento, haciendo el menor ruido posible y voy directo a la habitación que me han dado en la mansión.Nada más entrar siento como el dolor se expande por todo mi pecho y una sensación de pérdida me llena todo el cuerpo.—Me he perdido todo…—susurro y siento como un sollozo se me escapa en el momento justo en que la puerta se abre y el rostro preocupado de Nick ap
LilaEl último mes sin Nicklaus al frente de la manada ha sido una completa locura. Los ancianos han estado alterando a las personas y sembrando la discordia en cada hogar.No es un secreto que ellos no están contentos con los cambios que el nuevo alfa ha hecho, empezando porque ninguna loba será robada de su casa a los 18 años por muy bella que sea, y eso es algo que las familias han agradecido.Pero ahora, el más viejo del consejo ha dicho que Nicklaus ha abandonado su lugar y quiere postular a alguien más como alfa. El caos se ha desatado.Intento llamar al alfa o a Blake, pero parece que no tienen buena señal donde sea que se encuentren, y no sé cuánto tiempo podré mantener a los niños aquí; no es seguro.De repente, Micka llega corriendo a donde estoy, con los ojos abiertos como platos. "¡Lila, las personas han enloquecido!", me dice con una voz temblorosa. Al principio, no entiendo de qué habla, pero entonces escucho gritos provenientes de afuera del palacio. Le pido que se quede
NicklausEstoy de pie, observando el mapa extendido sobre la mesa en la sala común de la cabaña que hemos estado utilizando como base. Mis dedos recorren los caminos y puntos marcados, evaluando las rutas y tiempos mientras Tarkin y Blake me miran en silencio, esperando mi decisión. Mi mente sigue dividida, preocupada por las misiones que nos quedan por cumplir y la necesidad urgente de llevar a Penelope de vuelta a su manada.—Penny quiere volver a su manada antes de que lleguemos a la manada vecina del norte —digo finalmente, rompiendo el silencio que se ha extendido entre nosotros.Blake frunce el ceño, sus ojos claros se fijan en los míos con seriedad.—Nick, eso está al menos a tres días de distancia. Lo mejor sería cumplir con la segunda misión primero y luego buscar la manera de que vea a los niños.Un gruñido bajo y amenazante escapa de mi garganta, sintiendo la ira burbujear dentro de mí. Me acerco a Blake, mis ojos fijos en los suyos, dejándole claro que no estoy dispuesto a
PenelopeEstoy de pie frente al espejo en la cabaña donde hemos estado descansando, mirando mi reflejo con una mezcla de ansiedad y emoción. Hace un día entero desde que recibimos la noticia de que los niños están de camino, y mi corazón late desbocado solo de pensar en volver a verlos. Nick me dijo que no tardarían en llegar, pero la espera se ha vuelto insoportable. Mis manos tiemblan ligeramente mientras ajusto el cinturón de mi ropa de viaje. No puedo evitar sonreír al recordar cómo Nick me ha insistido en que me vista de forma práctica y cómoda para la travesía. Pero a pesar de mis esfuerzos, la inquietud no desaparece.Salgo de la habitación y encuentro a Nicklaus en la sala principal, revisando el mapa una vez más. Su rostro se ilumina al verme, y me envuelve en un cálido abrazo que me ayuda a calmar mis nervios, aunque sea solo un poco.—¿Lista para irnos? —me pregunta, su voz baja y suave.Nos hemos dividido, Nick y yo iremos a visitar las manadas que están del lado por dónd
TarkinEl crepúsculo tiñe el cielo de un anaranjado suave, y me encuentro de pie en el borde de la colina, observando cómo el sol se oculta lentamente detrás de las montañas. El viento sopla con fuerza, trayendo consigo un aire frío que me cala hasta los huesos, pero lo que realmente me enfría por dentro no es el clima, sino la escena que se desarrolló frente a mis ojos hace apenas unas horas. Penelope, la mujer que ha luchado por sobrevivir, finalmente ha encontrado su lugar junto a Nicklaus. La alegría en sus ojos, la forma en que se abrazaron, como si fueran los únicos dos seres en este mundo... Eso debería hacerme feliz, debería sentir alivio porque está a salvo y con la persona que ama, pero todo lo que siento es un vacío abrumador.No puedo dejar de pensar en Sofía. Los recuerdos me golpean con la fuerza de una tormenta, cada imagen más dolorosa que la anterior. Su sonrisa, su risa... y luego, la ropa ensangrentada que encontré hace unos meses. El dolor en mi pecho es casi in