Segundo del día, cariñitos!!!
NicklausLa tensión en la aldea se siente en el aire, como una tormenta a punto de desatarse. Los guerreros nos rodean, y aunque han bajado sus armas, la desconfianza es palpable. La anciana me observa con esos ojos penetrantes, y no puedo evitar sentir que ve más de lo que muestra la superficie. Sus palabras resuenan en mi cabeza: "Tú no eres el único que puede hablar con los dioses, lobo."Mi corazón se acelera ante esa revelación. ¿Qué significa eso? ¿Acaso la diosa Luna también les ha hablado? ¿O tal vez están en contacto con otro poder que desconocemos? No puedo dejar pasar la oportunidad de averiguarlo.—¿A qué te refieres con que no soy el único que puede hablar con los dioses? —pregunto, tratando de mantener mi voz firme aunque la inquietud crece en mi interior—. ¿La diosa Luna te habló a ti también?La anciana resopla, como si la mera mención de la diosa Luna fuera una ofensa. Una sonrisa astuta cruza su rostro arrugado, y sus ojos brillan con un conocimiento antiguo que me p
PenelopeEl viento helado me golpea el rostro, trayendo consigo un aroma metálico que hace que mi estómago se revuelva. No hay tiempo para pensar en ello. Mi corazón late con fuerza, y mis pies se mueven rápidamente sobre el suelo del bosque mientras las sombras se ciernen a nuestro alrededor. Los árboles susurran advertencias que apenas logro entender, pero algo está mal, muy mal.—Margaret, debemos alertar a todos —la voz de Sofía, mi amiga y compañera de batallas, suena urgente a mi lado. Su cabello castaño se agita con el viento, y sus ojos, normalmente llenos de una calma inquebrantable, ahora están llenos de temor—. Presiento que el mal está cerca.Su mano se aferra a mi brazo, buscando consuelo, pero también intentando frenarme.—Lo sé, Sofía —respondo con firmeza, aunque mi voz se siente extraña, como si no fuera del todo mía—. No podemos esperar más. Iré a buscar ayuda en las manadas cercanas.—No puedes salir sola, Margaret —insiste ella, sus ojos brillan con preocupación—. S
NicklausSin siquiera dudarlo dejo que mi poder fluya fuera de mi y lo apunto directo a dónde la sombra se encuentra alcanzando a escuchar un siseo que se parece mucho a un gemido de dolor humano,Sin embargo cuando Blake y yo corremos para alcanzarlo, no hay nada en el lugar, Es como si simplemente hubiese desaparecido.—No tiene sentido—dice Blake.A su lado solo puedo apretar la quijada con fuerza mientras paso la vista por todas las personas que parecen aterradas y se esconden detrás de los guerreros, niños pequeños que no tienen ningún tipo de protección.—No, no lo tiene, pero puedo asegurarte que sea lo que sea va a regresar.—¿Cómo lo sabes? Es posible que lo hayamos espantado y ahora decida ir a otro lugar.Aunque sus palabras tienen sentido, en lo más profundo de mi corazón, sé que no va a ser así.—Mira a tu alrededor, Blake—le digo—Aquí no hay lobos, no hay armas avanzadas, no hay nada que los proteja de verdad, apenas nos vayamos van a regresar.Poco a poco noto cómo el c
PenelopeEstoy corriendo a través de un bosque, los árboles altos y oscuros se alzan a mi alrededor como gigantes vigilantes. Las hojas crujen bajo mis pies descalzos, y la brisa fría acaricia mi piel, pero no siento miedo. A lo lejos, escucho risas infantiles, las risas de los mellizos que he visto en mis sueños anteriores. Me acerco a ellas, siguiendo el sonido como un faro en la noche.De repente, el paisaje cambia. Estoy en un claro bañado por la luz de la luna, y allí, de pie frente a mí, están los mellizos. Sus ojos brillan con un cariño que me resulta familiar, pero no es a ellos a quienes busco. Es al hombre que siempre está con ellos, el que tiene la marca en el rostro.Y ahí está él, parado a unos metros de los niños, su rostro iluminado por una mezcla de amor y tristeza. La cicatriz en su rostro no disminuye su atractivo, al contrario, lo hace aún más enigmático. Sus ojos, llenos de una emoción que no puedo entender del todo, están fijos en mí, y en su mirada siento una pro
PenelopeSalgo de la cabaña con el diario firmemente apretado contra mi pecho. Mi mente está hecha un caos, pero hay algo que tengo claro: necesito hablar con Bruno, el hermano menor de Tarkin. Él siempre ha sido más abierto a las posibilidades, más dispuesto a escuchar lo que otros desechan como fantasías. Si alguien puede ayudarme a desentrañar esto, es él.Y no es que culpe a Tarkin por no hacerlo. Él ya ha perdido mucho y es entendible que sienta miedo de volver a fallar.Sin embargo, yo necesito arriesgarme. Tengo que hacerlo o de lo contrario voy a enloquecerme.Camino por la mansión en busca de Bruno, pero al final lo encuentro fuera, sentado cerca de la fogata, con una expresión seria mientras afila un cuchillo. Cuando me acerco, levanta la vista, y su rostro se suaviza un poco al verme.Bruno se parece mucho a su hermano, el mismo cabello rubio, solo que sus ojos son cafés y más risueños.—Penny, ¿qué pasa? —pregunta, dejando el cuchillo a un lado.—Tengo una propuesta para t
Nicklaus36 horas antesEl sueño vuelve a atormentarme. Estoy de pie en un prado interminable, el cielo teñido de un azul profundo mientras el viento agita las hierbas a mi alrededor. Delante de mí está ella, la mujer que ha estado apareciendo en mis sueños una y otra vez. Sus ojos, esos ojos aguamarina que me atrapan y me torturan, son los mismos que recuerdo de Penelope. Pero esta mujer… hay algo diferente en ella.—Penelope… —murmuro, intentando que me escuche.Ella se gira hacia mí, y por un momento, mi corazón salta al verla. Es ella, lo sé. Pero en su mirada no hay reconocimiento, como si fuera una extraña que apenas me percibe. Mi pecho se aprieta, la frustración crece dentro de mí.—Penelope, soy yo, Nick —digo, esta vez con más fuerza, tratando de romper esa barrera invisible que parece separarnos.Ella parpadea, su expresión suavizándose por un instante, y justo cuando estoy a punto de dar un paso hacia ella, sus labios se mueven, y su voz, suave y melancólica, atraviesa el
NicklausUnas horas antes.Llevamos largas horas recorriendo los terrenos en la camioneta, el amuleto aún apretado en mi mano. Es como si tuviera una conexión directa con mis pensamientos, con mis sueños. Blake se acomoda en el asiento del conductor, nos hemos estado turnando para no fatigarnos y tomando descansos cada poco. Me lanza una mirada, esperando instrucciones.—¿Hacia dónde vamos ahora? Siento que estamos dando vueltas—me pregunta, con la voz cargada de expectativa.Es cierto. No hemos ido a ningún rumbo fijo y estoy empezando a frustrarme. Pensé que la resolución llegaría a mi como lo hacen los sueños pero no ha sido asi, no…Entonces una idea me golpea de lleno y me siento estúpido por no haberme dado cuenta antes.Ignorando la voz de Blake, cierro los ojos, tratando de aferrarme al sueño que tuve. La mujer de ojos aguamarina, su cabello caoba ondeando al viento... Hay algo más en el sueño, algo que no había notado antes. Me concentro, dejando que las imágenes fluyan en
PenelopeNo puedo dejar de mirar al hombre enfrente mío y con cada paso que da más cerca de mi, siento como si todo mi cuerpo temblara en respuesta y las emociones me sobrepasan.¿Quién era este lobo para mí? ¿Por qué no puedo recordarlo? Inconscientemente niego con la cabeza y coloco una de mis manos en mi pecho, pues siento como si mi corazón estuviera a punto de salirse.—Penélope ¿Estás bien?—la voz de Bruno se escucha preocupada y veo que se ha puesto delante mío, aún cuando es obvio que no podría que los lobos recién llegados.Aunque tampoco creo que estos tengan intención de lastimarnos.—Estoy bien—digo y por alguna razón mis ojos van detrás de Bruno, hacia… Hacia Nicklaus.El nombre canta en mi mente y solo de pensarlo siento que mi cuerpo tiembla con más fuerza.—Eso que sientes, la vibración en tu cuerpo—la voz de Nicklaus es casi como una caricia cuándo llega a mi—Eso se llama resonancia, tú resuenas por mi y yo resueno por ti, eres mi compañera. PUEDE. SER.Siento como m