PREPPY
Los sonidos intermitentes del hijo de puta que violó y torturó a mi chica, hace que la sangre comience a bombear a gran velocidad por mis venas, haber destruido el vecindario que me mató a los once años, que jamás nos ayudó a mi hermana Lany o a mí, y que ahora había herido a Ariel, no fue suficiente para calmar mi sed de venganza. Quería más, y lo iba a obtener, el sonido de los noticieros al fondo de la estancia principal, llega hasta mis oídos, Tara seguramente debe estar anonadada con mi juego, pero me importa una m****a si piensa la realidad; que soy un monstruo.
—¿Estás seguro de lo que piensas hacer? —Me cuestiona Enzo, quien permanece sentado a mi lado, con un trago de Whisky en la mano y un puro en la boca, sacando el humo como puto profesional—. Deberías estar con ella en el hospital, ahora que ha des
—¡Nadie jodidamente toca lo que es mío! —bramo, no es suficiente, quiero más sangre, quiero más. Lo agarro de la solapa de su camiseta y lo arrastro como guiñapo. La b****a humana se queja y me importa una m****a, deslizo la cortina, abro la puerta de cristal grueso, y lo lanzo al otro extremo. —Pues bien, sabes, parece ser que mi chica ha hecho algo que tiene nervioso a mi amigo, así que es hora de terminar con el juego. —Ayu... ayuda... —Nadie te escucha imbécil, así como nadie la ayudó a ella. —¿En serio, Prep? —Bufa Enzo a mis espaldas, con los brazos cruzados, ladeando una media sonrisa que me deja ver lo divertido que le resulta uno de mis juguetes—. ¿Una cuna de Judas?
ARIEL No sé si reírme o regresar a la muerte, lo que brota de la garganta de Preppy simplemente es algo irreal, ¿casarme con él? No, jamás, no es una opción, verlo me hace recordar a los malditos que me violaron, por esa razón aparto la mirada y decido clavarla en un punto fijo del suelo. Siento sus ojos encima de mi, y me remuevo incómoda. Su respiración es acelerada y su pecho sube y baja, su manzana de Adán se mueve y su cuerpo se tensa. —Te amo —dice y no siento nada, no quiero sentir nada por él. —¿Esa es tu manera de pedirle matrimonio a una mujer? —enarco una ceja con incredulidad—. Porque apestas. Ladea una sonrisa de media luna, intenta parecer divertido, pero sus ojos se convierten en dos dag
—¡Te has vuelto loca! —exclama Barclay perdiendo la paciencia. —¿Por qué? A ti te gustan esas cosas ¿por qué debería haber diferencia conmigo? —me cruzo de brazos permaneciendo en mi sitio. —No es lo mismo, eres diferente a las otras —su mirada se oscurece—. A más, eres del pendejo de Preppy. No quiero más problemas con él. Comienzo a molestarme. —¿Acaso no te gusto? —Estás buena pero… —Entonces debo suponer que le tienes miedo —me pongo de pie y lo reto con la mirada, tratando de golpear su orgullo de hombre matón—. El gran Boss le tiene miedo a un imbécil que solo piensa con la verga.
PREPPY “Hacer el amor” joder, jamás creí que esas palabras brotarían de mi boca, porque yo nunca he hecho el amor con nadie, yo follo coños, o bueno… Eso era antes, ahora que estaba casado (cosa para agregar a las cosas más dementes que he hecho) es decir, nunca imaginé casarme o tener hijos… De hecho no quería legado, no tenía la mínima intención de tenerlos, de cualquier manera, hacer el amor, las caricias tontas y toda esa m****a cursi no iba conmigo, pero Ariel lo necesita. Tenso el cuerpo al recordar la llamada del Boss por la noche. HORAS ANTES… —¿Estás de coña, pendejo? —bramo dejando de golpear el costal de arena que me sirve para sacar toda la adrenalina mientras estoy dejando las drogas.
PRESENTE… Nuestras miradas conectan, como siempre, nos entendemos sin muchas palabras, huelo su miedo, el terror aparece en sus ojos y soy consiente del ligero temblor que domina su cuerpo y que intenta ocultar mediante esa mirada desafiante y llena de odio. Intento repasar todo lo que vi y estudie pero mi mente no reacciona, la tengo en blanco. —No quiero que toques… —musita y su voz tiende de un hilo. —Lo haré, sabes que un no, es m****a para mi —comienzo a desabotonar su blusa, enfadado por no recordar nada. Tengo tanta ansiedad por arrancarle todo, romper cada prenda y adentrarme en ella, necesitaba estar dentro. Podía sentir la humedad de mi polla bajo mis bóxer. Ella no hace nada por moverse o negarse, sé qu
Le abro las piernas antes de que pueda cuestionarme y paso mi lengua por su canal, joder, está tan húmeda, con la lengua separo sus pliegues y comienzo a lamer, sabe tan bien, de verdad, es como la miel, paso un dedo por su monte venus y sus piernas tiemblan al tiempo que gime mi nombre. —Damián… ¡Puta madre! Amo como dice mi nombre mientras la hago sentir bien. Succiono ligeramente su capullo rosa y ella humedece más. Se retuerce y yo disfruto de sus jugos, los cuales se convierten en mi elixir. Cuando termino, ella se convierte en la cosa más hermosa que he visto jamás, el cuadro parece irreal, y confirmo que nunca he follado a ninguna mujer tan bella como Ariel; desnuda al completo sobre mi puta cama, abierta de piernas, con los labios hinchados y manchados ligero con mi sangre, con el rojo carmesí aflorando en sus mejillas. <
ARIEL Me despierto a mitad de la noche, cuando Preppy besa mis pechos, parece un maldito bebé pegado a su madre, me duelen los pezones de tanto que los besa, los succiona y los mordisquea, mientras que una de sus manos se masturba, joder, aún me cuesta trabajo entender cómo es que pude superar el miedo de ser tocada. Él fue lindo conmigo, pensó primero en mi en todo momento, sus caricias, sus palabras… Todo fue perfecto, nada salvaje, nada brutal como mi primera vez con él, y ahora me sentía feliz, a excepción de una sola cosa; que estábamos casados. —Deja de hacer eso —le pido y no me hace caso, su lengua pasa por mi pezón y siento que si no lo quito de encima, terminará por lastimarme. —Son mías —dice en tono posesivo—. Toda tu, cada parte de tu cuerpo es mí
Me sentía mal y pequeña al lado de Preppy, nunca he sido mantenida, siempre he trabajado duro por lo que quiero y tenía, jamás nadie me ha regalado nada y el alimento que me llevo a la boca, me lo gano con el sudor de mi frente, bajo las escaleras, la casa de Preppy me asfixiaba, salgo y afuera ya hay un montón de hombres armados y con pinta de matones. Cuando paso junto a ellos, bajan la mirada evitando mirarme, bajan las armas y justo cuando estoy por salir del enorme enrejado dorado con dos demonios de piedra tallada a los costados, alguien se me interpone, un tipo de traje, no me mira, al contrario, tiembla. —Bu… Buenos días, señora, estoy a su disposición —balbucea con la mirada todavía fija en el suelo. —¿Eres…? —Su chofer y guardaespaldas, el señor Damián me ha contrata