Al pasar hacia la sala lo inunda un delicioso aroma dulce a manzana que le hace rugir el estomago, haciéndolo olvidar por un momento del gran problema en el que se encuentra inmerso. Con cierta curiosidad ya que no es un aroma propio de algo preparado por su cocinera, se dirige hacia la cocina con el fin de averiguar de donde proviene.—¿Julieta? —susurra el hombre sorprendido al ver a la muchacha sacando del horno lo que parece ser una torta con rodajas de manzanas caramelizadas en la parte superior.—Oh, hola, Fernando. Espero que no te moleste que me haya adueñado de la cocina por un momento, es solo que necesitaba hacer algo, no estoy acostumbrada a tener demasiado tiempo libre —se disculpa Julieta con cierto temor a ser reprendida por tomar el lugar de la cocinera.—Claro que no, querida, te dije que puedes sentirte como en tu casa. Aunque la verdad es que la mayoría de las personas estaría más que feliz de no tener que preocuparse de ninguna labor domestica —sostiene el empresar
Camila se mira en el espejo observando su vientre que aún no muestra señal de llevar un niño dentro, le gustaría tener esas pancitas redondas que llegan a tener algunas embarazadas, esas que dan ganas de acariciarlas aunque esa mujer sea una completa extraña. Posándose la mano con suavidad, como si un movimiento demasiado brusco pudiese llegar a hacerle daño a su pequeño, se acaricia la barriga con una mezcla de cariño y pesar. No tiene dudas que ese embarazo es una de las cosas más maravillosas que ha llegado a experimentar, pero la verdad es que a pesar de creer que así podría obtener la atención completa de su marido, comienza a darse cuenta que se ha equivocado. A esta altura considera que nada podrá evitar que Sebastián salga corriendo detrás de Lucía, y la verdad es que no está segura de tener que aceptar ser la segunda en el corazón de su novio.Pero lo cierto es que tampoco está dispuesta a dejar ir a Sebastián, él es el hombre de su vida, uno como nunca llegó a conocer, y qu
—¡Pan tostado y café caliente para que empieces el día con mucha energía! —exclama Roberto sentado a la mesa del desayuno al ver a su compañera salir del baño ya preparada para irse a la oficina. —Nunca me has parecido el tipo de hombre que espera a la mujer con un desayuno, al menos que quieras conseguir algo por haber tenido que tomarte esas molestias —murmura Lucía tomando una taza de café de manera antipática.—Pues lo que me gustaría conseguir sería poder dormir en tu cama y no en la habitación de invitados, pero entiendo si quieres que me tome el trabajo de cortejarte primero, eso siempre hace las cosas más encendidas —replica el hombre con una sonrisa divertida en los labios esperando la reacción de su compañera.—Sobre eso, creo que lo mejor sería que te busques una habitación de hotel, esta no es una pensión, y la verdad es que tampoco me gusta tener invitados, la única razón por lo que existe esa habitación es para algún caso excepcional, y ese caso ha sido solo por una noc
Sebastián sale del ascensor de la empresa pasándose la mano por el rostro nerviosamente, durante toda la noche estuvo despertándose cada cinco minutos, su consciencia cargada por el secreto que carga ha comenzado a alterarlo. Mucho más de lo que habría imaginado, creyó que sería capaz de lidiar con eso como con tantas otras cosas, pero lo cierto es que no está muy seguro de que ocultar el asesinato de un hombre resulte tan sencillo como ocultar una mala decisión administrativa.Caminando hacia su oficina intenta pensar la manera en que justificará la prolongada ausencia de Lucía en la compañía, sabe que Uriel no perderá esa oportunidad para terminar de enterrarla. Aunque dadas las circunstancias no está muy en desacuerdo de que quizás sea lo mejor para ella, no tiene idea cuál es la forma en que alguien es capaz de recuperarse de la experiencia de haber quitado una vida, pero duda que tener que lidiar con los problemas de la empresa sea una buena opción.—¡Sebastián, querido, te estab
Caminando nerviosamente en la sala de la casa de la playa de Samantha, Alexander espera a su invitada. Sabe que ante esa oportunidad que ha tenido de entrar a esa casa debería mostrarse más confiado o al menos un poco más cuerdo, pero lo cierto es que ante la propuesta que ha decidido hacer no puede evitar sentir que pierde el control de cada fibra de su cuerpo.—Para alguien de tu edad y experiencia esperaría más confianza, ¿O acaso es una especie de acto para mí? —cuestiona Samantha con una media sonrisa divertida mirándolo con cierta curiosidad ap9yada en el umbral de la puerta de la cocina.—Aunque te cueste creerlo hay gente que es capaz de ser honesta, que no tienen un motivo oculto detrás de todo lo que hacen —replica el empresario sin importarle arruinar el reciente acuerdo de paz que ha logrado con ella.—Eso no es lo que yo he aprendido a lo largo de estos años, rara vez la gente llega a ser sincera, sobre todo si al serlo pueden poner en peligro lo que quieren conseguir —re
Desde la ventana Samantha observa a su hija subiendo al vehículo y marchándose hacia esa cita, abrazándose a sí misma no puede evitar sentir cierta inquietud. Por un lado desea que su hija sea feliz, que pueda vivir lo bello de amar y ser amada, pero por otro solo quiere que eso llegue a su fin, y no solo porque ahora supondría un gran beneficio con el trato que Alexander ha propuesto, sino porque no cree que ese hombre pueda ser suficiente para su pequeña.—¿Crees que alguna vez tu madre dejará de mirarme como si fuese un ladrón que le está robando una joya? —pregunta Alexander divertido entrando en la ruta para conducir hacia Palermo Hollywood.—No, no lo creo, y supongo que es entendible, no solo le estás robando lo más valioso que posee, sino que le quitas a su niñita —responde Antonia con una sonrisa divertida en los labios, si bien es capaz de comprender las razones de su madre, desearía que confiara un poco más en ella y la creyese capaz de decidir sobre su vida amorosa.—Pues
Caminando nerviosamente en la sala de la casa de la playa de Samantha, Alexander espera a su invitada. Sabe que ante esa oportunidad que ha tenido de entrar a esa casa debería mostrarse más confiado o al menos un poco más cuerdo, pero lo cierto es que ante la propuesta que ha decidido hacer no puede evitar sentir que pierde el control de cada fibra de su cuerpo.—Para alguien de tu edad y experiencia esperaría más confianza, ¿O acaso es una especie de acto para mí? —cuestiona Samantha con una media sonrisa divertida mirándolo con cierta curiosidad ap9yada en el umbral de la puerta de la cocina.—Aunque te cueste creerlo hay gente que es capaz de ser honesta, que no tienen un motivo oculto detrás de todo lo que hacen —replica el empresario sin importarle arruinar el reciente acuerdo de paz que ha logrado con ella.—Eso no es lo que yo he aprendido a lo largo de estos años, rara vez la gente llega a ser sincera, sobre todo si al serlo pueden poner en peligro lo que quieren conseguir —re
Parada al lado del ataúd de su marido, Lucía cierra las manos en puños para obligarse a mantener la compostura delante de los invitados. Pues si bien probablemente entenderían que rompiera en llanto presa del dolor, aún sigue siendo la Ceo de Research Tecnology, la mujer fuerte e implacable a la que nunca han visto quebrarse ni tambalear, y no piensa cambiar eso ahora.—¿Acaso crees que a esta gente le molestará verte llorar? —pregunta una voz masculina parándose al lado de la mujer que se mantiene parada casi estática.—Creo que no hay ninguna razón para montar un escándalo, puedo asegurarte que nunca en mi vida he sentido un dolor capaz de retorcer cada fibra de mi cuerpo como este, pero la imagen que tengo debo seguir cuidándola, incluso en estas circunstancias —plantea la mujer que sabe que en cuanto una puerta la separe de toda persona viva romperá en llanto hasta morir o caer presa del cansancio.—¿Así que siquiera la muerte de tu marido es suficiente para que te comportes como