Lucía contempla el cristalino lago Nahuel Huapi, siempre le ha resultado uno de los lugares más bellos del mundo, ni siquiera el inmenso mar le parece comprable a ese bello ojo de agua rodeado de árboles que han sido cubiertos por la nieve. Con una sonrisa en el rostro se sienta en la orilla dispuesta a pasar un momento más en ese lugar, a Leonardo le encantaba tanto como a ella ese lugar, él solía decir que con una cabaña junto a ese lago en compañía de su esposa era todo lo que necesitaba para ser el hombre más feliz del mundo.—Cuanto te echo de menos —susurra la mujer soltando un largo suspiro de melancolía al recordarlo, hay muchas personas que le han dicho una y otra vez que debe seguir adelante, rehacer su vida, pero tal cosa le parece simplemente imposible. No es capaz de imaginarse junto a otra persona, ella le entregó todo a Leonardo, cada sueño, cada pizca de amor, cada parte de su ser, y todo eso parece haber muerto junto a él.La nieve que comienza a caer sobre su cabello
Deslizándose a toda velocidad por una de las pistas de esquí, Lucía siente el tan anhelado sentimiento de paz, si como en ese momento en el que su cuerpo parece cortar el aire y todo a su alrededor pasa tan rápido se sintiera casi flotando en las nubes. Por un momento incluso hasta siente el impulso de cerrar los ojos y disfrutar de esa sensación, pero considerando que con eso solo lograría llevarse puesto un pino renuncia a la idea.—¡Impresionante como siempre, dentro de poco podrías estar dando clases en lugar mío! —exclama un canoso instructor al ver llegar a la mujer frente a él.—Gracias, pero puedes quedarte con tu puesto, el enseñar y la paciencia nunca han sido mis fuertes —asegura Lucía con una sonrisa divertida en los labios mirando la pendiente una vez más.—Quizás ya deberías volver al hotel, se viene una fuerte tormenta y puedo asegurarte que no querrás que te halle en el exterior —aconseja el anciano que ha visto tantas veces a Lucía en ese complejo que es casi una amig
Alexander suelta un quejido al despertarse por el canto de alguna ave que ha decidido darle un concierto matutino parado en la ventana, al extender su brazo hacia un lado y notar que no hay nadie se sienta en el piso sobre la manta que ha dormido estirando el cuello con una mueca de dolor. —¿Lucía? ¿Dónde estás, cariño? —pregunta poniéndose de pie mientras busca en dónde ha quedado su boxer después de la apasionada noche que ha tenido.Al no recibir respuesta se acerca a la mesa en donde una hoja de papel le llama la atención, en ella lee “Te espero para desayunar en la confitería giratoria del Cerro Otto, si es que logras ponerte de pie”. Alexander esboza una sonrisa divertida, esa mujer era fuego puro, no puede recordar una noche igual a esa, y sin duda no puede esperar a volver a vivirlo, por lo que tomando su ropa que ya se ha secado comienza a vestirse para acudir a su cita.—Puedo asegurarte que no te dejaré ir, mujer, aunque tuviese que ir al fin del mundo para encontrarme con
Lucia lee con curiosidad una noticia en línea sobre el cambio de dueños de Kenia Motors pensando en que la compañía aun insiste en mantener en secreto la identidad del nuevo propietario, al levantar la vista y ver a Sebastián mirando por la ventana con las manos cruzadas detrás de la espalda perdido en sus pensamientos. —¿Sí? ¿Qué sucede? —atiende la empresaria el teléfono de la oficina al sonar repentinamente—. ¿Qué? Sí, háganlo subir.—¿Pasa algo? —pregunta Sebastián con curiosidad al ver la expresión de desconcierto de su compañera.—El nuevo dueño de Kenia Motors ha venido a presentarse —anuncia Lucia frunciendo el entrecejo.—¡Que gusto verlos queridos colegas…. Quise…—entra el empresario hablando fanfarronamente— ¿Lucía? —se interrumpe con una expresión de sorpresa al ver a la mujer detrás del escritorio.—¿Alexander? —murmura la empresaria abriendo sus ojos con asombro.—¿Acaso ustedes se conocen? —pregunta Sebastián arqueando una ceja con curiosidad.—He tenido la gran dich
—¡Y es así como Kenia Motors comienza una nueva era, una era de desarrollo y progreso en el que nuestro único límite será nuestra imaginación! —exclama Alexander provocando un estallido de aplausos por parte de los presentes que lo vitorean.—¡Estoy seguro de que nos hará ganar mucho dinero, eso seguro! —afirma un hombre rechoncho estrechando la mano del empresario enérgicamente.—¡Ya verá que no soy solo un rostro bonito y alguien que habla bien, o al menos su cuenta bancaria se lo dirá! —bromea el empresario poniendo su mejor sonrisa de relaciones públicas dejando aun más encantado al hombre.—¡Te los has echado al bolsillo, podrías llegar a convencerlos de poner todo su dinero en la compañía y lo harían hasta con una sonrisa en el rostro ! —asegura una bella mujer de cabellos rubios recogidos en un modesto rodete acercándose al empresario.—No exageres, Samantha. Es más que esperable que tengan esa reacción, sobre todo si les estoy prometiendo dinero, la cuestión será lograr que es
—¿Marcando territorio como los perros? Creí que estabas por encima de eso, querido —comenta Samantha abordando a Sebastián que esperaba poder evitarla.—¿Y tú con la conciencia remordiéndote porque vendiste el patrimonio de tu familia? —replica el hombre viéndose obligado a detenerse en la entrada del vestíbulo.—Me sorprende que pienses que esa es mi razón de estar aquí, sobre todo al haberme acusado hace tiempo de ser una mujer sin corazón —cuestiona la mujer con un tono acido en la voz.—Y no he cambiado de opinión, pero supongo que incluso alguien como tú debe de sentir algo después de haber tomado una decisión como esa —murmura Sebastián manteniendo el rostro inmutable.—Oh, vamos, siempre has sido un caballero, no te vuelvas un odioso ahora, creo que nuestro encuentro merece al menos un café —plantea la mujer con una sonrisa sutil en los labios.—La verdad es que debo pasar, tengo trabajo que hacer, quizás la próxima —responde el empresario evitando mirarla a los ojos.—¿Lucía a
—¿Entonces no está dispuesta a bajar el precio de tus productos a pesar de que tu competencia nos ha ofrecido una mejor oferta? —cuestiona uno de los hombres asiáticos sentado en la mesa de la sala de reuniones.—En esta compañía se valora sobre todas las cosas la calidad de nuestros productos, si bajamos nuestros precios significa que deberemos sacrificar esa calidad para que los números no queden en rojo. Puedo hacerlo si gustan, los empresarios los hicieron con el Titanic, pero ya sabemos cómo terminó —plantea Lucia sin inmutarse por el intento de intimidación del empresario. —¿Quiere decir que Kenia Motors nos va a ofrecer un producto inferior? —acusa una de las empresarias arqueando una fina ceja negra.—Yo no hablo de Kenia Motors pues no soy su dueña como para saber qué ofrecen, pero si hablo de la manera de trabajar de mi compañía porque me encargó de satisfacer cada una d4 las necesidades de mis clientes —determina Lucía con una sutil sonrisa que su colega corresponde ante l
Sentando en su nueva oficina Alexander estudia los informes de finanzas de los últimos meses, debe confesar que los números son muy buenos, la compañía ha mantenido una racha de alza que solo promete seguir en ascenso. Puede estar seguro de que su inversión ha sido mas que acertada, si bien hace tiempo que se había alejado de estar en la dirección de una empresa y se había dedicado a solo invertir, para poder tener el tiempo que necesitaba para sus viajes y amoríos, Samantha fue capaz de convencerlo de la veta de oro que Kenia Motors era, una que ella ya no quería seguir trabajando, cansada de haber pasado yoda la vida entre esas paredes.—Esa mujer tiene casi el mismo poder de convencimiento que yo, creo que es una ventaja ya no tenerla aquí, nunca sabes qué esperar de alguien así —murmura el hombre con una sonrisa divertida al considerar que lo mismo podrían decir muchos de él.—Buen día, veo que está revisando las finanzas, supongo que ha visto la tendencia alcista que hemos manten