Antonia se mira al espejo observando vestido tipo verano con detalles de mariposas que se ha puesto para su cita, es algo simple, pero lo suficientemente hermoso para realzar su delicada figura. Con un escote moderado y lo suficientemente suelto como para dar la impresión de que no está intentando provocar, aunque la verdad es que en realidad no sabe qué esperar de esa cena. Querría retomar su objetivo de conquistarlo, pero lo cierto es que poco a poco él se ha estado convirtiendo en alguien muy especial como para tenerlo como solo un objetivo.—¿A dónde vas tan arreglada? Creí que volveríamos a cenar juntas —comenta Samantha observando sorprendida a su hija a la que esperaba tener solo para ella por algunos días.—Voy a salir a cenar con Alexander —informa la muchacha optando por ponerse solo una bincha en el cabello que se deja suelto.—¿Con Alexander? ¿En serio crees que eso sea una buena idea? —cuestiona la madre cruzando los brazos sobre su pecho al ver que no le ha servido de na
—¿Alguna vez te viste como padre? —pregunta Antonia cortando un trozo del pollo a la riojana que ha pedido para cenar.—¿P-por qué lo preguntas? —interroga Alexander tratando de ocultar la incomodidad de ser consultado por algo así, incluso se tiene que esforzar en controlar un leve temblor en su mano.—Es que te has comportado de manera tan paternal conmigo, que no pude evitar pensar en que sería un gran padre. Sin duda, el niño que llegara a gozar de estar a tu cuidado podría sentirse más que afortunado —responde la muchacha que incluso ella se sorprende un poco al hacer una pregunta tan invasiva.—Me da gusto dar esa imagen, aunque la verdad es que no sé si estaría preparado para eso, ese instinto protector que he tenido contigo supongo que lo lleva todo hombre. Ya sabes, el jefe de familia siempre ha tenido que estar dispuesto a sacrificarse por los suyos —sostiene el empresario bajando la mirada a su plato de comida para ocultar el pesar que han de teñir sus ojos al pensar inevit
—¿Acaso estoy oliendo pato a la naranja? —pregunta Sebastián saliendo del baño de darse una ducha olisqueando el aroma de la comida que ja inundado el apartamento.—Sí, quise hacer algo un poco más elaborado, puede que no esté a la altura de uno de esos restaurante caros de Palermo, pero puedo asegurarte que será un plato realmente digno —asegura Camila con una sonrisa cargada de confianza revolviendo la salsa blanca que ha preparado para las papas marinadas.—Si algún día decides cambiar el rubro de la decoración por el de la gastronomía anótame como uno de tus inversores, porque amasaríamos una fortuna —asegura el empresario dándole un beso cariñoso en la cabeza mientras va por una botella de vino con la que acompañar la tabla de fiambres que ve sobre la mesada.—Creo que solo me halagas porque eres mi novio, no me gustaría cocinar más que para mi familia y alguna que otra visita, para que siempre halla quien te envidie por tenerme —comenta la mujer soltando una risa juguetona al ve
Dolores estaciona su Sedan rojo frente al lujoso restaurante en el que ha sido invitada a cenar, mirándose en el espejo retrovisor se retoca su labial deseando verse tan arreglada como siempre. Incluso a pesar de que no está allí para cenar con alguien de su agrado, sino más bien por compromiso o quizás cierta curiosidad. Antes de bajar de su auto saca el celular del bolso y lo revisa para ver si le ha llegado algún mensaje de Roberto a quien la tierra parece habérselo tragado, pero al seguir sin señal de él lo vuelve a guardar y se dirige a encontrarse con su cita tratando de ocultar su decepción.—Puede que se haya dado cuenta que olí su trampa, y decidió retirarse antes de que lograra desenmascararlo por completo —murmura la mujer entrando en el elegante lugar en el que un guapo mesero la guía hacia la mesa donde la esperan.—¡Que gusto que hayas podido venir, querida, por un momento temí que no fueses a aparecer! —recibe Uriel con una sonrisa cordial levantando de su silla para mo
—La verdad que esa ducha ha estado increíble —murmura Antonia apareciendo en la cocina en donde Alexander al verla pone la expresión que podría hacer pensar que acaba de ver un fantasma.—M-me alegra m-mucho, todo resulta mejor después de una buena ducha —responde el empresario apresurándose a apartar la mirada de la muchacha parada frente vestida con solo una de sus camisas que le llega a cubrir apenas unos dedos por debajo del muslo.—Sin ninguna duda, aunque no puedo evitar pensar que estoy abusando de tu hospitalidad. Probablemente lo único que aun me tiene dentro de la compañía es que soy la hija de la antigua dueña —murmura la muchacha sentándose en uno de los taburetes de la cocina lamentando que la barra no permita dejar a la vista la camisa que se le sube un poco más.—No, estás en la Compañía porque tienes un talento extraordinario, comienzo a ver que lo que me planteaste el primer día en la oficina era verdad, eres un recurso muy valioso para la empresa, había oído que Flor
Algo preocupada por no tener noticias de su ex, Samantha vuelve a llamarlo por tercera esa mañana. No porque le interese que vuelva a la casa de la playa o siquiera porque le interese si está bien, sino porque quiere tratar con él la cuestión de que Antonia ha decidido salir con Alexander, un hombre mayor y socio de la compañía. Si bien no está segura que la intervención del padre de su hija sea del todo productiva, pero al menos espera su apoyo en hacer entrar en razón a la terca mente de esa muchacha.—¿A quién estás llamando tan temprano? —pregunta Antonia sirviéndose una taza de café para desayunar con las facturas que están en un plato sobre la mesa.—He estado intentando comunicarme con tu padre, pero por lo visto se encuentra demasiado ocupado como para responderme —masculla la empresaria torciendo la boca con disgusto ya que no le agrada que se la ignore.—Bueno, ya sabes como es, en algún momento va a aparecer. Quizás solo se siente ofendido porque lo echaste de la casa —murm
Al pasar hacia la sala lo inunda un delicioso aroma dulce a manzana que le hace rugir el estomago, haciéndolo olvidar por un momento del gran problema en el que se encuentra inmerso. Con cierta curiosidad ya que no es un aroma propio de algo preparado por su cocinera, se dirige hacia la cocina con el fin de averiguar de donde proviene.—¿Julieta? —susurra el hombre sorprendido al ver a la muchacha sacando del horno lo que parece ser una torta con rodajas de manzanas caramelizadas en la parte superior.—Oh, hola, Fernando. Espero que no te moleste que me haya adueñado de la cocina por un momento, es solo que necesitaba hacer algo, no estoy acostumbrada a tener demasiado tiempo libre —se disculpa Julieta con cierto temor a ser reprendida por tomar el lugar de la cocinera.—Claro que no, querida, te dije que puedes sentirte como en tu casa. Aunque la verdad es que la mayoría de las personas estaría más que feliz de no tener que preocuparse de ninguna labor domestica —sostiene el empresar
Camila se mira en el espejo observando su vientre que aún no muestra señal de llevar un niño dentro, le gustaría tener esas pancitas redondas que llegan a tener algunas embarazadas, esas que dan ganas de acariciarlas aunque esa mujer sea una completa extraña. Posándose la mano con suavidad, como si un movimiento demasiado brusco pudiese llegar a hacerle daño a su pequeño, se acaricia la barriga con una mezcla de cariño y pesar. No tiene dudas que ese embarazo es una de las cosas más maravillosas que ha llegado a experimentar, pero la verdad es que a pesar de creer que así podría obtener la atención completa de su marido, comienza a darse cuenta que se ha equivocado. A esta altura considera que nada podrá evitar que Sebastián salga corriendo detrás de Lucía, y la verdad es que no está segura de tener que aceptar ser la segunda en el corazón de su novio.Pero lo cierto es que tampoco está dispuesta a dejar ir a Sebastián, él es el hombre de su vida, uno como nunca llegó a conocer, y qu